Alumnos en un aula. (Europa Press)

La situación en el colegio Jacques-Ellul de Burdeos, en Francia, ha puesto de relieve estas últimas semanas una administración educativa en entredicho. Desde febrero, una profesora de matemáticas permanece de baja médica. A pesar del tiempo transcurrido, la plaza sigue sin cubrirse. Ante la falta de respuesta institucional, el padre de un alumno, ingeniero de formación, se ha ofrecido para impartir a dos grupos de tercero de secundaria, mientras los estudiantes de sexto han sido repartidos en otras clases.

El colegio Jacques-Ellul, inaugurado en mayo de 2022 en el barrio de La Bastide, fue presentado como un centro moderno y ejemplar por su diseño ecológico, su accesibilidad para estudiantes con discapacidad y sus innovaciones pedagógicas. Sin embargo, esta primavera el centro atraviesa una crisis organizativa que ha llevado a las familias al límite de la paciencia y ha saltado a las páginas de la prensa primero regional y ahora nacional. La información parte del periódico Sud Ouest.

El 20 de marzo, las familias de los estudiantes afectados dirigieron una primera carta a la entonces rectora de la academia de Burdeos, Anne Bisagni-Faure, denunciando la falta de sustitución de la docente ausente. En su misiva, alertaban de que esta situación comprometía gravemente las oportunidades del alumnado, muchos procedentes de contextos sociales vulnerables. Hasta 2022, el centro estaba ubicado en La Benauge, un barrio clasificado como prioritario en la política de la ciudad.

“Hay un retraso serio”

Al no recibir respuesta, el 2 de abril los padres enviaron un segundo escrito al rectorado, esta vez dirigido a Jean-Marc Huart, que asumió el cargo de rector el 26 de marzo tras haber sido jefe de gabinete del ministro de Educación Pap Ndiaye. En esta segunda carta, los padres cuantificaban ya el impacto: 99 horas de clase no impartidas para una de las dos clases de tercero. Pedían no solo un sustituto inmediato, sino también medidas para recuperar el contenido perdido.

Frente al silencio institucional -ni siquiera han recibido acuse de recibo, denuncian-, un grupo de padres decidió actuar. Julien Devel, padre de una alumna y con formación científica, se dirigió al director del centro, Frédéric Magne, para proponer una solución extraordinaria: impartir él mismo las clases de matemáticas.

“Nos habían prometido un sustituto para el 31 de marzo, pero no llegó. Así que nos dijimos entre los padres: ‘Tenemos que hacer algo’”, explica Devel a Sud Ouest. El director accedió, y desde entonces, imparte varias horas semanales en el aula, compatibilizándolo con su trabajo. Según relata, la situación académica de los alumnos es preocupante. “Hay un retraso serio en el programa de matemáticas para el brevet (examen final de secundaria). Incluso los alumnos con buen nivel no están preparados para pasar a la enseñanza secundaria superior”, afirma.

Colegio Jacques-Ellul de Burdeos.

Entre los últimos del ranking

El colegio Jacques-Ellul figura entre los últimos puestos del ranking académico de la región, según datos consultados por Le Monde. “¿Dónde queda la igualdad de oportunidades cuando dejamos a unos alumnos sin profesor durante dos meses?”, se pregunta Devel. Aunque su implicación ha paliado en parte el vacío educativo, insiste en que no puede mantener esta situación indefinidamente. “No soy profesor, ni puedo reemplazar al sistema”, subraya.

El rectorado, contactado por varios medios, no ha emitido ninguna declaración al respecto. Tampoco ha ofrecido una solución definitiva al centro escolar.

El episodio vuelve a poner el foco sobre la escasa agilidad del sistema educativo francés para la contratación de personal docente. En 2023, el Ministerio de Educación ya advirtió de un déficit de profesores en secundaria, en especial en territorios comúnmente menos atractivos para los aspirantes. El caso de Jacques-Ellul ilustra cómo ese déficit, junto con la falta de respuesta por parte de la administración, puede tener consecuencias directas sobre el derecho a la educación de los estudiantes.