Lionel Messi será un genio hasta con bastón. Y si el rival concede ingenuidades y distracciones, él las aprovechará como lo hizo en la exquisita definición del domingo por la noche ante Atlanta United. Pero Messi no se engaña, sabe que el salto entre la MLS y la elite es pronunciado. Ya lo comprobó en la última Copa América, ante la física oposición que le propusieron Chile, Canadá y Ecuador, por ejemplo.
“Quiero ver si sin la comodidad que yo tengo acá, en la MLS, me alcanza para competir en el otro nivel”, se preguntaba frente a un amigo hace un tiempo. El otro nivel son algunas selecciones, donde crece la agresividad deportiva y desaparecen la inocencia y los rivales transformados en admiradores que hacen fila para llevarse una selfie.
Desde el año pasado que el calendario 2025 de Messi tenía subrayadas algunas fechas: el 21 y 25 de marzo, contra Uruguay y Brasil en Montevideo y Buenos Aires, respectivamente; el 9 de junio frente a Colombia, como local, y el Mundial de Clubes de la FIFA, que entre el 15 de junio y el 13 de julio cruzará al capitán del seleccionado con algunos rivales de mayor jerarquía, aunque el sorteo resultó algo indulgente con las ‘Garzas’: Porto, Palmeiras y Al Ahly, de Egipto. De cualquier forma, Messi necesita medidas reales y, muy probablemente, las dos más firmes de la temporada se le acaban de frustrar.
Falta muchísimo para el Mundial: 15 meses asoman como una eternidad. Pero, camino a los 39 años que cumplirá en junio de 2026, todos los gestos y síntomas suman para darle robustez a su deseo de jugar el sexto Mundial. Messi esperaba estos clásicos sudamericanos. Messi, su más despiadado crítico, comienza a aceptar que no siempre será decisivo en un partido, pero al menos debe seguir siendo influyente. Eso, para él, es sentirse útil.
Para brillar, puede que necesite de la complicidad de un rival encandilado, como le ocurre en muchas fechas de la MLS. Por eso en estos clásicos ardorosos él iba en la búsqueda de esas sensaciones cuando sube el listón de la exigencia, para probarse gravitante con su lectura del juego, con el manejo de la pelota detenida, con su impacto en el entorno y el ascendente sobre sus compañeros, entre otros ítems. Porque si juega el Mundial 2026, será para protagonizarlo, no para disfrutar de homenajes. Messi contaba los días para jugar contra Uruguay y Brasil. Los estaba esperando.