Don Orlando Vera Cruz nació un 7 de agosto de 1944 en Santa Fe, y se lo bautizó con el nombre de Orlando Luis Cayetano País. Como se podrá apreciar por la fecha de nacimiento ya tiene algunos años para las actividades que su carrera artística le insume, ya que no solo es un artista de escenario, sino que también lo es del río, del caballo y del camino.

Vive en su rancho, como él suele decir, que está en Sauce Viejo, provincia de Santa Fe, tiene a su mano el río, el horizonte, sus caballos y todo lo que un criollo necesita para ser feliz: su casa tiene las puertas abiertas para todos.

Ha tenido muchos reconocimientos, podemos destacar que fue revelación de Cosquín en 1974 y Consagración en 1975. En 2022 recibió el título de Doctor Honoris y Causa por la Universidad Nacional de Rosario. A nuestro juicio es la máxima distinción que ha logrado el guitarrero y cantor (cantante, guitarrista, autor y compositor).

Tiene una personalidad descollante desde temprana edad, cuando a los ocho años llegó a su vida la obra del poeta Julio Migno de quien fue amigo y le puso música a la obra del escritor, al igual que lo he hecho con José Pedroni.

La producción discográfica desde 1975 es importante, al igual que la cantidad de obras que ha creado; “Pilchas Gauchas” acaso sea su obra mas popular, aunque es larga la lista.

Es un paisano completo y, como cantaba Atahualpa Yupanqui:”yo no traiciono a los míos, por palmas y patacones…”

Es decir que, como cantor gauchesco, ha hecho reclamos sociales desde el conocimiento de los citados escritores, como de sus propias creaciones, su vida congruente, sus visitas a los alumnos de todos los niveles educativos, sus manifestaciones públicas que junto al repertorio y estilo del cantor, han hecho que su vida se consagre al bien común en los espacios camperos. La gente que se suele reunir en grandes manifestaciones populares como Cosquín y Jesús María y todos los festivales de ese tipo, lo tienen como una figura querida y popular.

Festival de Jesús María

Estilo definido

Es creador de un estilo definido en la música de raíz folklórica santafesina, como un patriarca que ha interpretado cabalmente a la provincia.

No se le pone a la par cualquiera en sus actuaciones públicas; así lo hemos visto acompañado por excelentes músicos y cantantes que respetan la música santafesina como hace dos años en la Fiesta de Pescadores, Sauce Viejo, o en febrero pasado en el escenario de Cosquín, donde interpretó acertadamente con su hija Emilce y su nieta Abril “La Hermanita Perdida” de Atahualpa Yupanqui. Fue una interpretación maestra, acorde con su talento y exigencia.

Por esas injusticias que suele tener la cultura como institución, más de una vez ha tenido que andar peleando para hacerse respetar, pero el fue querido y valorado por Atahualpa Yupanqui, Eduardo Falú entre otros grandes de la música de raíz folklórica y por la gente más humilde del campo y el público en general.

Este cantor si no lo mata algún tirano ofendido, seguirá año tras año superándose hasta convertirse en el máximo cantor gauchesco, comprometido con el pobrerío.” Esta expresión referida a nuestro guitarrero y cantor la escribí en 1991 y se publicó 20 años después en un libro gauchesco. Orlando Vera Cruz se enteró que había un libro que tenía esa expresión y en la Fiesta Nacional del Gaucho en Madariaga, provincia de Buenos Aires, en 2013, la hizo leer por el maestro de ceremonia a la multitud. Este hecho es común en el santafecino, de conductas espontaneas y explosivas.

En todos los eventos y festivales donde saben que andará Vera Cruz, le tienen un caballo ensillado, para que luzca su presencia de jinete criollo, pero como en esos eventos el público suele ser diverso, se debería tomar precauciones y los paisanos de a caballo de la zona lo deberían cuidar y escoltar esmeradamente como él se lo merece, pues su figura acaballo no solo representa al paisano actual, sino también al fenómeno gaucho en general.

Orlando Vera Cruz, desde joven fue una estrella campera, casi un lucero que alumbró con su canto, hoy sigue brillando y en medio de las grandes multitudes por los efectos del sol o de las luminarias en la noche, su melena criolla destella en un luminoso blanco impecable.