Diversas culturas ancestrales consideraban al sueño como algo más que un estado de reposo. Algunas lo entendían como un viaje del alma o una vía de acceso al conocimiento de la supraconciencia. Esta concepción antigua, que aún persiste en ciertas comunidades, sugiere que los sueños son mucho más que el reflejo no consciente de lo vivido. Bajo esa concepción, la actual Terapia de Ensueño Dirigido, se posiciona como una herramienta de exploración interna capaz de brindar información valiosa sobre los deseos y conflictos más íntimos del ser humano.
Es una práctica contemporánea que permite a los participantes conectar profundamente con aquella parte no visible ni codificable de su mente. Durante las sesiones, el ‘soñador’, acompañado de un guía o facilitador, aborda temas específicos y utiliza los sueños como una brújula para indagar en los rincones menos visibles de su psiquis. A través del método –alegan sus practicantes– logran desenterrar respuestas sobre anhelos personales y deseos reprimidos, revelaciones que se encontraban latentes y que, en vigilia, difícilmente hubieran ‘salido a la luz’.
“Es una oniroterapia −que trabaja con un material pseudo onírico, similar a los sueños, pero que se obtiene estando despierto− que propone al paciente visualizar un símbolo en su mente como si estuviese frente a una pantalla de cine que proyecta una película”, explica la Lic. Carina Mitrani, psicóloga, especialista en terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares (EDMR) y docente de Ensueño Dirigido. Según revela, la trama de la ‘película’ pone de manifiesto un conflicto que luego se resuelve y, junto con el terapeuta o facilitador, se decodifica su simbología. “Todo lo que aparece son recuerdos que pasaron en la realidad; por eso, el ejercicio del ensueño remueve muchas vivencias en las personas y puede desencadenar emociones fuertes”, agrega.
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Mitrani se especializó en el Ensueño Dirigido luego de haber pasado ella misma por la experiencia de someterse a los ‘viajes’ oníricos y vivenciar su eficacia en primera persona. “Es una terapia magnética. Yo había intentado por años resolver conflictos específicos con otros métodos y no daba en la tecla. Por el azar caí en esto y al cabo de pocas sesiones empecé a resolver aquello que en otras terapias no podía desbloquear”, cuenta.
Con la simbología y el condimento onírico en común, algunos lo vinculan al psicoanálisis, pero no son parte de una misma corriente; salvo para los profesionales que siguen las teorías de Carl Jung, quien tenía una visión particular de los sueños y su función en la psique. “Se diferencia en que es una terapia activa en la que paciente y terapeuta trabajan en conjunto para destrabar simbolismos y en la que, además, se analizan tres tiempos: pasado, presente y futuro”, aclara Mitrani.
Soñar para sanar
Según los registros bibliográficos, la primera persona que habló de Ensueño Dirigido fue Robert Desoille en Francia alrededor de 1930. Este dio origen al método psicoterapéutico denominado sueño despierto dirigido que se basaba en acceder al inconsciente a través de lo imaginario, donde el paciente era capaz de conocerse mejor y resolver una serie de conflictos profundos, dentro de un estado de sueño, pero que lo mantenía a la vez en un estado consciente.
El surgimiento del método se dio en un contexto de creciente interés por las imágenes mentales y lo imaginario, una exploración que se alejaba del racionalismo cartesiano para adentrarse en lo irracional e inconsciente. Coincide también con la era del nacimiento del surrealismo, marcada por figuras como André Breton, Jacques Lacan y Salvador Dalí.
“El Ensueño Dirigido es de una especial efectividad terapéutica ya que por las cualidades del lenguaje simbólico con que opera sortea una de las principales dificultades de la transformación psicológica que son los mecanismos de defensa”, informa la Fundación Columbia, donde se dictan cursos y especializaciones en el método.
Alejandro Comotti, consultor psicológico y creador del Nuevo Método de Ensueño Dirigido –corriente más implementada y moderna del ED en el país–, señala que a los principios básicos y tradicionales de la terapia les hizo modificaciones para poder llegar a más personas.
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“Empecé por ordenar los sueños de mayor a menor (es decir, de simples a profundos) para identificar dónde es que el paciente tiene un mayor condicionamiento”, explica. Una vez detectado el obstáculo, profesional y paciente seleccionan un símbolo disparador –basados en arquetipos o disposiciones psíquicas innatas que forman parte del inconsciente colectivo y condicionan la forma en que alguien se relaciona con el mundo– para comenzar el cuento/ensueño.
A lo largo de la terapia se hace uso de dos tiempos: la construcción del ensueño y el análisis del mismo. El primero –explica Comotti– entra por el hemisferio derecho que es el que sitúa lo imaginario y lo inconsciente para luego pasar hacia el izquierdo donde decodifica y racionaliza aquellos elementos enigmáticos. De acuerdo con el experto: “Vamos al pasado para ir al futuro”.
Mitrani explica que durante la fase de decodificación del ensueño lo ideal es no darle al paciente el significado de los símbolos ‘servidos en bandeja’. “En los casos que se vuelve difícil apelamos a la técnica de amplificación donde le inducimos a la persona –mediante pistas o repreguntas– lo que significa”, aclara.
En ocasiones ocurre que los pacientes presentan una cantidad de obstáculos para no adentrarse en lo que esconde su mente. Respecto de esto, Mitrani ilustra resistencias como aquellas en las que se le indica al paciente que baje por una escalera y vaya repitiendo lo que ve y estos dicen que vuelven a subir, que no desean bajar, que los escalones flotan o se mueven. “Ahí es tarea del facilitador volver a orientarlo para que enfrente esa oposición que tiene”, dice.
Para Comotti, el Ensueño Dirigido se vincula con corrientes cognitivo-conductuales y la psicología humanista que creen que el paciente tiene la capacidad de resolver sus conflictos. “Les damos espacio para que resuelvan los obstáculos/simbolismos que solo ellos saben lo que representan. Nosotros solamente somos un canal que los ayuda a llegar a esa respuesta”, dice.
Las sesiones suelen tener una frecuencia de una vez por semana. “No es una terapia exprés aunque sí hay casos de pacientes que resuelven rápidamente o en pocas sesiones sus conflictos internos”, reconoce Mitrani. No obstante, aclara que “la norma” indica que decodificar ensueños puede llevar años.
A medida que paciente y terapeuta avanzan en cantidad de sesiones mayor predisposición hay para adentrarse en terrenos pantanosos. La especialista informa que existen tres tipos de ensueño que se abordan en el método:
- Ensueños de superficie en los que se usan elementos como flores, caminos y casas.
- Ensueños intermedios donde intervienen escaleras, copas y espadas.
- Ensueños de profundidad vinculados a arquetipos mentales y linaje.
“Todavía sigue siendo bastante desconocido”, reconoce Mitrani sobre la difusión que tiene actualmente el método. Sin embargo –agrega– quienes se interiorizan en el tema y lo experimentan notan resultados desde el principio: cambia la rigidez que tenían, se animan más a expandirse, poner límites, enriquecen su vida y viven en base a su ser y no deber ser.