Después de la postergación por la internación del confeso asesino, ayer comenzó el juicio por el crimen de la influencer cordobesa Catalina Gutiérrez. El imputado Néstor Soto -que reconoció el crimen en la primer indagatoria, durante la etapa de instrucción de la causa- optó por no declarar, en cambio hubo una situación muy tensa cuando la familia de la víctima, su novio y algunas amigas ya estaban en la sala y el imputado se rió mientras conversaba con su abogada defensora a la espera del ingreso de los jurados populares y los camaristas.

Soto estaba escuchando a la abogada, después empezó a hablar él y a gesticular y terminó riéndose fuerte. En esta segunda audiencia declararon tres amigas de Gutiérrez y la abuela del acusado quien afirmó que “jamás hubiera imaginado” que su nieto se convertiría en asesino y esbozó que “se le fue la cabeza”.

La abuela de Soto, Herta Jeannette Vargas se quebró en varios tramos de su testimonio: “Hay personas que en dos segundos se le va la mente. Yo estoy segurísima que estaba con ese problema psicológico y de estrés. Teníamos que pagar el alquiler, los materiales de la UNC, comer, vestirse, viajar. Mi nieto no lo quiso hacer”.

En el proceso en la Cámara 11a. del Crimen de Córdoba, con jurados populares, la única pena posible para Soto es la perpetua por la acusación de homicidio con agravantes de alevosía y violencia de género.

En la primera audiencia el fiscal de Cámara, Marcelo Sicardi, dio detalles de la acusación, con eje en la forma en que Soto demandaba atención permanente de la joven, quien era su amiga y compañera de estudios, a quien celaba. La autopsia demostró que murió por asfixia; su cuerpo presentaba, además, evidencia de un fuerte golpe. La defensora del acusado, Ángela Burgos, se focalizará en que no se le incluyan los agravantes de alevosía y violencia de género para, de esa manera, evitar la pena máxima.

Eleonora María Wollenweider, madre de Gutiérrez, declaró ayer y dio detalles de cómo mintió el acusado tras cometer el crimen el 17 de julio de 2024. Precisó que el asesino iba seguido a su casa a estudiar y compartía comidas familiares. “Yo te abrí las puertas de mi casa Néstor” le dijo. Mientras la mujer declaraba el imputado mantuvo la vista baja y, por momentos, lloró.

Comenzó el juicio por el asesinato de Catalina Gutiérrez

Como ambos estaban a poca distancia, Wollernwinder en un pasaje afirmó “ya sé que no te puedo mirar”. Entonces, en voz muy baja, él pidió “perdoname”. Ella le respondió “hay una sola persona acá que te puede perdonar y es Catalina. Es Catalina y no está acá”.

La madre de Gutiérrez supo de la desaparición por el novio. Lucía, la hermana de Gutiérrez, verificó la ubicación del teléfono móvil y le marcó el departamento de Soto en barrio Jardín. Él negó estar con ella y aseguró que lo había dejado “plantado” para ir juntos a una reunión de amigos en el Patio Olmos, en el centro de la ciudad.

Soto, incluso, fue con la familia a la comisaría a hacer la denuncia. “¿Quién pudo haber hecho esto?”, llegó gritando según contó la madre de la víctima, quien enfatizó que estaba muy nervioso y le señaló que era así “porque la policía me está haciendo muchas preguntas’”. Esa situación provocó sospechas en la madre de la víctima y le comentó su sensación a Lucía, quien la reprendió por esas dudas.

El novio de la víctima, Ezequiel García, relató que comenzaron su relación a comienzos del 2024 y calificó de “tóxicos” algunos aspectos de la amistad entre Gutiérrez y Soto. Graficó con unos mensajes de WhatsApp que le envió después de que ella no fuera a una reunión a la que él la había invitado. Él le decía que esa actitud lo hacía “alejarse” y que no pensaba en que lo podía lastimar. También, otra vez, le reclamó que desde que estaba de novia no compartían tanto tiempo a solas.

Aunque García y Soto no eran amigos, señaló que el acusado era “simpático, amable y le iba bien en la facultad”. Estaban juntos cuando Lucía llamó al novio de su hermana para decirle que había desaparecido. Por eso fueron juntos a la comisaría a encontrarse con la familia.