MADRID.- El chiste no es nuevo, y va perdiendo gracia: cada año, una obra busca desatar la polémica en ARCO y capturar los titulares de los medios de varios países que vienen a cubrir la feria. Lo que no había ocurrido hasta ahora, con esas piezas que suelen tener alta carga política, era que se involucrara a un presidente argentino.
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El retrato de Javier Milei y los de otros líderes como Donald Trump, Elon Musk, Giorgia Meloni y Benjamín Netanyahu decoran una serie de 17 platos exhibidos dentro de un lavavajillas real en el stand de la galería ADN, de Barcelona.
Valuada en 22.000 euros, White Washing (Lavado Blanco) alude al “blanqueamiento de la extrema derecha que se ha ido desarrollando en las últimas décadas” según su autor, el español Eugenio Merino, que hace dos años presentó en la misma feria una recreación hiperrealista del cadáver de Pablo Picasso. En ese caso criticaba el uso turístico de la imagen del artista malagueño, a medio siglo de su muerte.
También fue Merino uno de los coautores, junto a Santiago Sierra, de un muñeco gigante que representaba al rey Felipe y que se ofrecía por 200.000 euros en 2019. El comprador debía prenderle fuego en el plazo de un año, pero nadie lo adquirió y fue quemado por los artistas el 12 de octubre de 2020.
Mucho antes de que Maurizio Cattelan soprendiera al mundo con su banana pegada en un stand de Art Basel, subastada el año pasado por 6,24 millones de dólares, otras obras de Merino que buscaron encender la polémica en ARCO fueron Always Franco, una figura de Francisco Franco metido dentro de una heladera de Coca Cola –que le valió una demanda de la Fundación Nacional Francisco Franco, en 2012-; Stairway to heaven (Escalera al cielo), en la que representaba a un árabe rezando agachado, debajo de un sacerdote católico y de un rabino, en 2010; y Fidel zombi, que mostró en 2008 al líder cubano como un “muerto vivo”.
Una década después, la galería Helga de Alvear tuvo que retirar de la feria la obra Presos políticos en la España contemporánea, de Santiago Sierra, debido a la polémica que provocó. Era una instalación con 24 fotografías pixeladas de “reconocidos encarcelados”, entre ellos el expresidente catalán Oriol Junqueras. “Supongo que alguien no quiere tener jaleo con Cataluña”, opinó entonces la reconocida galerista, fallecida este año.
Dos años después, Riiko Sakkinen escandalizó con Franco no fue tan malo como dicen, un retrato de del dictador acompañado por frases como “Construyó 280 pantanos” o “Creó la Seguridad Social”. Habituado a aludir en sus obras a personajes cuestionados, el artista finlandés residente en España dijo entonces a LA NACION que le gusta apelar a la ironía para “provocar enfado, porque quizás hace reflexionar más que la risa”.
Otro tipo de provocación que llamó la atención de los medios en 2022 fue el de la peruana Wynnie Mynerva, con un video que mostraba en primer plano cómo un médico cosía tres cuartas partes de su vagina. “No la uso para tener sexo ni tampoco quiero ser madre; el cuerpo es una materia prima con la cual podemos hacer lo que queremos –explicó-. La libertad existe cuando se hace uso de ella”.