Lindos goles en un derbi más trabado que bonito, sometido a la presión de lo mucho que está en juego: la clasificación a los cuartos de final de la Champions League. La serie de los octavos que fue presentada como la más atractiva y repleta de condimentos se abrió con un ganador, Real Madrid por 2-1, y dejó la sensación de que queda tela por cortar para el miércoles próximo en el Metropolitano, donde Atlético de Madrid deberá demostrar que además de presentar una seria oposición, como lo hizo en el Santiago Bernabéu, también tiene ese plus de temperamento y personalidad para voltear al rey de Europa. Arrestos de grandeza necesitará, como la que desplegó Julián Álvarez en su golazo, el séptimo en la Champions y el 22° en su primera temporada en el Atlético, donde ya es una primera figura, consolidada e imprescindible para ir por los títulos.

Adoleció de mayor rigor defensivo el equipo de Diego Simeone ante un rival más oportuno que avasallante. Al conjunto de Carlo Ancelotti siempre le queda una carta en Europa. Fue blando el Atlético en los dos goles, con Javi Galán dejándose ganar la espalda en la notable definición de Rodrygo para el 1-0, y con De Paul y Giuliano Simeone de espectadores en el remate cruzado de Brahim Díaz, el reemplazante del suspendido Jude Bellingham, que festejó en el medio de los hinchas en la cabecera detrás del arco. La celebración pintaba lo que valía ese gol, el clima cargado que se respiraba.

Brahim Díaz empieza el festejo de su gol; terminará metido en la tribuna entre los hinchas

No influyó Kylian Mbappé, alejado de las zonas calientes, apenas hubo destellos de Vinicius, e igual Real Madrid se llevó la victoria. Atlético de Madrid flaqueó en momentos puntuales, aflojó contra un rival que no suele perdonar. De ahí el lamento de Álvarez: “Nos vamos con un poco de bronca, los goles de ellos los podríamos haber evitado defendiéndonos mejor”. Una visión similar tuvo Simeone: “Recibimos dos goles en los que no resolvimos bien”. De todas maneras, el Cholo valoró que llegan al desquite “con vida” por el gol que consiguieron evitar en tiempo de descuento, tras una jugada entre Mbappé, Vinicius y Modric.

Atlético de Madrid ya había asimilado el golazo de Rodrygo, salía del estupor de verse en desventaja desde los tres minutos, jugaba más en campo rival, llegaba con la pelota hasta el área. Le faltaba la estocada, la contundencia, cruzar la frontera que separa la insinuación de la concreción. Para ese objetivo, uno de los más difíciles del fútbol, hacen falta los jugadores elegidos. De los que no sobran, como Julián Álvarez.

La Araña enmudeció al Bernabéu, se contagia de la grandiosidad del estadio. No es la primera vez, el entorno majestuoso lo inspira. Se llenó de sensaciones positivas desde que con 18 años entró unos minutos en la final de la Copa Libertadores que River le ganó a Boca.

Lo más destacado de Real Madrid 2 – Atlético de Madrid 1

En las dos oportunidades que visitó el Bernabéu con Manchester City, Pep Guardiola lo dejó una vez en el banco y en la otra solo le dio tres minutos. Esa poca consideración para las grandes citas fue lo que lo decidió a aceptar la propuesta del Atlético de Madrid. Ansiaba el protagonismo que tiene ahora.

Julián se agranda cuando más alto es el desafío. Dentro de España no hay ninguno mayor que Real Madrid, potenciado si el cruce de caminos se produce por la Champions League. Convocado por las circunstancias, la Araña respondió con su esplendor. Delantero inquieto e indetectable para la mayoría de los defensores, el cordobés dejó el sector derecho por el que había empezado para escarbar por la banda opuesta. Cerca de la línea de fondo se sacó de encima a Camavinga tras trabar la pelota y, ya dentro del área grande, se perfiló para un derechazo cruzado que tuvo tanto de misil como de poema.

Simeone lo celebró golpeteando su dedo índice derecho y resoplando, en el típico gesto de “esto es mucho, demasiado”. Era Julián Álvarez encendidísimo. Y porfiado, como explicó tras el encuentro: “Había tenido antes dos jugadas en las que quise patear, pero no me pude acomodar bien. Tenía la sensación de que en la próxima le pegaba; la pude enganchar, fue un golazo. Contento en lo personal, pero con algo de fastidio porque tuvimos el control y las situaciones, pero ellos marcaron en los momentos justos, les sirvió estar arriba en el marcador”.

El lamento de Llorente y De Paul, mientras al fondo festejan los jugadores de Real Madrid

Un gran gol, el segundo que marca en el Bernabéu en menos de un mes, tras el penal que ejecutó picado en el 1-1 por la Liga de España. Quinto gol en sus últimos cuatro cotejos, por distintas competencias, incluido uno a Barcelona en tierra catalana por la semifinal de la Copa del Rey.

Como en el primer tiempo, Real Madrid volvió a golpear al comienzo, con el gol de Brahim Díaz, un recambio ofensivo que aporta muchas soluciones por su creatividad y pegada. Los dos tuvieron inconvenientes para darle fluidez al juego, por momentos fue una partida táctica. Fue reemplazado Antoine Griezmann, intermitente. También salió De Paul, menos claro y preciso que en partido anteriores.

En ataque, Atlético seguía dependiendo de la movilidad de Julián, una amenaza constante para todos los defensores. Asencio lo frenó en un arranque, ya sin defensores locales por detrás. “Pudo ser foul, pero el árbitro me jugó en contra”, dijo la Araña, que para el último cuarto de hora tuvo más compañía con los ingresos de Ángel Correa y Alexander Sorloth. No fue suficiente. La Araña marcó el camino, le queda a todo el Atlético estar a esa altura para derrocar al monarca de la Champions.