Ubicada al sur de Italia, Malta es un archipiélago que está entre los 10 países más pequeños del mundo. Considerado como uno de los seis microestados del continente europeo, el destino, conocido por sus playas paradisíacas y sus increíbles paisajes, es visitado año a año por millones de turistas quienes aprovechan su cálido clima.

Allí, a 11.500 kilómetros de la Argentina, en un país en el que el fútbol no es prioridad, el exfutbolista y ahora entrenador Emilio Cornago (41) es considerado como “un ídolo” para muchos.

Nacido en Nogoyá, Entre Ríos, Cornago encontró en la isla “su lugar en el mundo”. Es el extranjero con más partidos jugados en la historia de FC Melita, club donde jugó durante siete temporadas y, una vez retirado, fue entrenador del equipo reserva. Tras eso, hizo su primera experiencia como entrenador principal en Zabbar FC, en donde ascendió desde la Tercera División hasta la Primera en solo dos años.

“No sabía que ni siquiera existía el país”, confiesa el entrerriano en diálogo con LA NACION. Luego de varios años por el fútbol de ascenso europeo, tanto en España como en Chipre, llegó a la isla en diciembre de 2010 y, desde entonces, estuvo hasta mediados del año pasado, con una pequeña interrupción de un año en el ascenso de Estados Unidos. Hoy, el argentino es el director técnico del Club Deportivo Manchego Ciudad Real de la 4° categoría del fútbol español, su primera experiencia como técnico fuera del microestado europeo.

¿Cómo surge la posibilidad de jugar en Malta?

—Yo me encontraba jugando en España, en un club de Castilla La Mancha, y teníamos un par de problemas. El club nos debía, no me acuerdo si eran dos meses o qué, y justo llegaba diciembre, entonces yo estaba buscando un club para salir. Justo a través del representante de un ex compañero mío que estaba en Malta surgió la posibilidad y terminé yendo al país en ese diciembre de 2010 al club Melita. Hice una temporada ahí, me fui un año al ascenso de Estados Unidos, y después de eso terminé volviendo al club, donde no me fui hasta mi retiro en 2019.

¿Cómo te recibió el país cuando llegaste?

—Yo la verdad que no conocía, yo no sabía ni siquiera que existía el país. En Melita yo sentí algo que nunca había sentido en ningún otro club, que es la sensación de llegar y sentirse querido. En otros clubes del ascenso no pasa esto, porque en todo momento te hacen sentir que te están pagando, pero acá fue todo lo contrario. Cuando llegué yo dije: “Me quiero quedar acá, yo me quiero retirar acá”. Sentís que sos una persona primero y después un deportista, entonces para mí es muy especial ese club.

En Melita FC jugó siete temporadas consecutivas; es el futbolista extranjero con más partidos en la historia del club

¿Cómo te manejaste con el idioma? ¿Hablabas en inglés?

—Ellos hablan maltés, que es una mezcla entre árabe, siciliano, italiano e inglés, un imposible. Después como segundo idioma ellos hablan inglés, y como tercera lengua italiana. Yo de todos modos no hablaba inglés, o sea, sabía más o menos lo del colegio que no era nada. Primero me costó un montón, pero después fui aprendiendo. Hoy no sé si hablo bien, pero hablo fluido.

¿Por qué creés que los argentinos eligen Malta? ¿Qué es lo que les da el país?

—Creo que es un lindo lugar para vivir. Tiene una gran calidad de vida, buen clima casi todo el año, playa, agua, paisajes hermosos. Y en cuanto a lo deportivo, yo creo que sobre todo te da la posibilidad de jugar competiciones europeas si jugás en los equipos que pelean entre las primeras posiciones. Son las previas, no la competición directa, pero vos podés jugar previa de Champions, podés jugar previa de Europa League. Entonces, creo que para un jugador, quizás de ascenso, que no es un jugador de élite, tener la posibilidad de competir a nivel europeo es importantísimo.

Pero vos no competías en competiciones internacionales y fuiste igual… ¿Por qué?

—A mí personalmente porque me elegían. A un jugador de mi nivel en ese momento no era tan fácil decir: “Termino temporada y me llaman de todos lados”. No, no era tan así. Yo cuando llegué ya tenía 29 años, sabía que no tenía tantas opciones que me encajen bien en lo personal y en lo económico, entonces por eso termino quedándome y porque me sentía muy cómodo, la verdad.

Tras su etapa como jugador, Cornago dirigió las divisiones juveniles y la reserva del FC Melita

¿Los jugadores del ascenso de Malta viven de eso?

—Tenés de todo. Por ejemplo, los extranjeros que vienen a jugar, sí, son todos profesionales 100%. Después, para los locales, allá el fútbol es un trabajo que les da dinero, pero la prioridad es siempre la universidad y el futuro. Hay algunos que se retiran temprano porque terminan la universidad y tienen que elegir y dicen: “No, el trabajo más importante”, y se dedican a trabajar y el fútbol pasa en segundo plano.

¿En tercera división es igual?

—No, bueno, en tercera, salvo el extranjero, después los malteses trabajan y juegan.

Después de ser entrenador de reserva en Melita te terminan llamando al Zabbar FC para ser su entrenador principal. ¿Cómo fue ese cambio con los jugadores? Pasaste de 3° división a 1° en solo dos años…

—Sí, yo al Zabbar lo agarró en la tercera división, que ahí los extranjeros se dedicaban solamente al fútbol, pero después los malteses eran semiprofesionales, por decirlo de alguna manera. Pasamos a segunda, que ya la mayoría del plantel pasa a ser profesional, pero todavía había algunos semiprofesionales malteses. Después, cuando ascendemos a Primera, no renuevo con el club por diferencias con el presidente.

En su primera experiencia como DT, ascendió al Zabbar FC desde tercera división hasta primera en solo dos temporadas

¿Por qué no renovaste?

—Habíamos tenido una discusión fuerte con el presidente un mes antes del ascenso. Él tenía una forma de ver las cosas diferente a la mía, entonces por ahí chocamos varias veces. Esa última vez que chocamos muy fuerte, yo mismo, interiormente, sabía que si ascendíamos yo no quería seguir, y estaba seguro que tampoco él me iba a ofrecer renovar. Una vez que ascendimos, él me dijo creía que todavía me faltaba experiencia para dirigir en Primera y que prefería elegir otro entrenador. Obviamente se lo respeté, porque cada presidente elige lo que él cree que es lo mejor para el club, pero yo le dije: “Estoy seguro que, al igual que para vos yo no soy el entrenador que necesitás, yo estoy seguro que vos no sos el presidente que necesito en estos momentos”.

¿Cómo te venís adaptando a esta oportunidad en España? Ya conocías el ascenso español…

—Sí, había jugado en esta categoría. La chance surgió a través del director deportivo que es argentino, Matías de Gregorio. Él me contactó, justo estaban sin entrenador y necesitaban uno. Le acerqué mi perfil. La verdad que coincidimos en un montón de cosas, la forma de ver el fútbol y de trabajar. Fue todo muy rápido, en una semana cerramos y estoy muy contento con el club, con la gente y con los jugadores. La verdad que me gusta mucho.