Todos los escenarios que rodean a los clásicos aparecieron en el Nuevo Gasómetro: goles, polémicas, cambios de rumbos en el desarrollo y en el resultado, múltiples situaciones frente a los arcos… Y un desahogo gigante para San Lorenzo, una victoria que premió el esfuerzo y la búsqueda inquebrantable del Ciclón. Una caricia para la fe de su capitán Braida, autor de goles, como también para el juvenil Peralta, que descubrió la luz para empujar al Ciclón a lo más alto de la Zona B del torneo Apertura. Un triunfo 3-2 agónico para romper con el maleficio de diez años sin vencer en su propia casa a Racing, un equipo que venía envuelto en celebraciones por la obtención de la Recopa Sudamericana.
El partido se descubrió con la misma jugada, pero con dos resultados: córner de Reali, la cabeza del colombiano Romaña, el rebote de Cambeses y la definición para la apertura del marcador de Braida; el mismo ejecutor en la pelota detenida, el anticipo de Cuello –idéntico movimiento al que realizó ante el defensor azulgrana– y el guardavalla que ahogó el segundo festejo. Una tromba fue el Ciclón en la primera media hora del primer tiempo, una alineación que propuso y no esperó, que arrolló con intensidad a un rival que presentó una formación alternativa. Con seis acciones de riesgo, el Ciclón mostró concentración para ocupar los espacios, inteligencia para estar adelantado a la jugada y ambición por ese triunfo que lo hacía saltar a la cima, junto a Rosario Central, a la espera de que Independiente complete el juego que empata con Banfield.
Racing es un equipo con un aura singular en estos tiempos, que estaba para ser arrollado, pero que encontró en la primera situación que gestó de peligro la llave del gol para trastocar el escenario: un quedo de Ezequiel Herrera, el hueco explotado diseñar una maniobra colectiva que tuvo precisión para hacer correr la pelota y una definición con espectacularidad de Mura. Y esa acción alteró el resto del juego: quedó aturdido San Lorenzo, que era dueño y pasó a ser dominado. Se llenó de dudas y el público escondió la sonrisa para exhibir murmullos y quejas ante un equipo de colmillo afilado que huele sangre, ataca y es impiadoso sin importar los intérpretes.
Lo mejor de San Lorenzo vs. Racing
Porque a excepción de Nardoni, el resto fueron piezas alternativas a las que recurrió Costas, dándole descanso –no estuvieron ni en el banco– a los nombres que se empaparon de gloria en Brasil.
Las siete fechas anteriores resultaron un banco de pruebas para Racing. La Recopa Sudamericana se impuso en la agenda, como si extender esa presencia en el plano internacional –tras la conquista de la Copa Sudamericana 2024– fuera una obligación. La gloria deportiva y el premio económico se volvieron un combo apetecible al que Racing apuntó y del que se adueñó con justicia y holgura: un marcador global de 4-0 sobre Botafogo, el campeón de la Copa Libertadores posibilitó apoderarse de 1.800.000 dólares. “Los partidos que perdimos en el torneo argentino fueron por mi culpa, porque les decía que teníamos que ganar la Recopa. Era una enfermedad, los volvía loco y me hago cargo de que queríamos algo internacional”, se sinceró Costas en el estadio Nilton Santos.
Los tropiezos contra Tigre y Argentinos le redujeron el margen de error a Racing y un nuevo traspié significaba seguir fuera del corte de los ocho primeros de la zona. La apuesta con un equipo alternativo casi paga un pleno. Cambeses se llenó del aura de Arias y respondió, Balboa resolvió con la eficacia de Maravilla Martínez y la Academia revirtió el marcador para alimentar sus ilusiones. Pero al clásico le faltaban emociones, por ejemplo, un posible penal –de Romaña sobre Zaracho–, que ni el juez ni el VAR consideraron.
ATENCIÓN AL CONTACTO DE ROMAÑA CONTRA ZARACHO: ¿ERA PENAL PARA RACING?
📺 ESPN Premium | Suscribite al Pack Fútbol en https://t.co/7jYILYACXi pic.twitter.com/fMQxnSBKxs
— SportsCenter (@SC_ESPN) March 3, 2025
Para el Ciclón, el regreso al Nuevo Gasómetro y el reencuentro con el público después de caer en el clásico con Huracán era una muestra de confianza. El equipo conserva el crédito a pesar de ese tropiezo que siempre duele, a pesar de la diferencia en el historial. La obligación de sostener el invicto en el Bajo Flores era una herramienta que suele robustecer a los equipos de Russo: fue el argumento con el que ensayó un valioso sprint con Central, lograr una agónica clasificación y más tarde coronarse en la Copa de la Liga 2023. El reloj avanzaba y la consigna se evaporaba, además de cargar con una cruz: una derrota con Racing lo dejaba con saldo negativo en los clásicos del torneo –empató con River–, aunque relució el espíritu de un plantel que transita complejidades fuera del campo de juego, entre deudas y agitaciones políticas.
Otra vez Braida mostró las razones que lo imponen como una pieza determinante y por qué es el capitán: con el empate devolvió la energía positiva para que Peralta, de cabeza, hiciera volar la pelota al fondo del arco.
En el nuevo ciclo cumple la consigna: en el torneo Apertura igualó sin goles con River, pero sumó festejos con Talleres –en el estreno– y Platense. Racing se convirtió en un rival complejo para el Ciclón, que acumulaba una década sin festejos en su casa: Cetto y Más, los defensores goleadores en aquella victoria 2-1. San Lorenzo no se rindió y tuvo un premio para escribir otra página épica.