El ataque a Pearl Harbor cambió el curso de la historia. El sorpresivo bombardeo japonés sacudió a los Estados Unidos y lo empujó a intervenir directamente en la Segunda Guerra Mundial. Un giro decisivo en la política exterior del país. Esa es la gran historia que todos conocemos. Sin embargo, detrás de los grandes eventos, siempre aparecen relatos más pequeños, curiosos y muchos tan sorprendentes que parecen nacidos para convertirse en leyenda. Uno de ellos fue el que compartió Michael F. Reilly, el jefe de seguridad de Franklin D. Roosevelt, en sus memorias, Reilly of the White House: el día en que el automóvil del mafioso más famoso de todos los tiempos, Al Capone, se convirtió en el improvisado “escudo” del presidente norteamericano. ¿Leyenda o realidad? Una historia que merece ser contada.
El 7 de diciembre de 1941, más de 350 aviones japoneses se abalanzaron sobre la base naval estadounidense en Hawai y destruyeron una gran parte de la flota estadounidense del Pacífico. El asalto dejó un saldo trágico: casi 2500 muertos e innumerables heridos. El país quedó conmocionado y exigía represalias inmediatas.
Al día siguiente, el presidente Franklin D. Roosevelt debía dirigirse al Congreso para pronunciar su célebre discurso (conocido como el “Día de la Infamia”) en el que declaraba la guerra a Japón. Pero antes, el Servicio Secreto debía enfrentarse a una misión crucial: protegerlo.
Aunque Roosevelt contaba con una limusina oficial, no era a prueba de balas. Un detalle difícil para un país que estaba a punto de entrar en guerra. La necesidad era evidente, pero el tiempo jugaba en contra: faltaban apenas unas horas para que el presidente se presentara en el Congreso. Necesitaban un auto blindado, y lo necesitaban ya. Además, había otro obstáculo: las restricciones presupuestarias de aquel entonces, prohibían la compra de cualquier vehículo que superara los 750 dólares.
“¿Dónde vamos a encontrar un auto blindado en tan poco tiempo y que cueste menos de 750 dólares?” se preguntaban los agentes del Servicio Secreto, según las memorias de Reilly. Para poner las cosas en perspectiva: un Cadillac de lujo básico costaba entre 1200 y 3500 dólares… y sin blindaje. Cada vez que analizaban la situación, la conclusión era la misma: no había solución.
Mientras el reloj avanzaba y la misión parecía destinada al fracaso la historia dio un giro inesperado. Apareció una solución tan insólita como audaz: el automóvil del criminal más famoso de la época, Al Capone.
Al Capone, conocido como “Scarface”, fue el mafioso más conocido de los Estados Unidos. Fue el líder del crimen organizado en Chicago durante los años 20. Hizo millones con el contrabando de alcohol, bares clandestinos y la extorsión y afianzó su poder mediante la corrupción y la violencia. Irónicamente, Al Capone no cayó por sus crímenes más notorios, sino por evasión fiscal.
En 1931, tras años de investigaciones, fue condenado a 11 años de prisión. Fue enviado a Alcatraz donde su salud se deterioró y fue el fin de su carrera criminal. Murió a los 48 años, en su casa de retiro en Palm Island, Miami Beach, Florida, el 25 de enero de 1947.
El cadillac blindado
En sus memorias, el agente Reilly cuenta que la idea de utilizar el Cadillac blindado del jefe de la mafia fue provisional, que surgió como “una solución desesperada en un momento crítico”.
El auto que había sido confiscado en 1931 por el Departamento del Tesoro estaba a punto de cambiar de destino. Lejos de ser un simple vehículo de lujo, ese Town Sedan era una auténtica fortaleza sobre ruedas. Equipado con un potente motor V8 de 5.6 litros y 110 caballos de fuerza, su blindaje lo hacía prácticamente invulnerable. Su gruesa carrocería reforzada y los cristales infranqueables estaban diseñados para resistir cualquier ataque. Además, tenía un detalle extravagante: un orificio especial para disparar una metralleta, un claro recordatorio de los días en que este vehículo era símbolo de poder y violencia en el mundo de la mafia.
Reilly relata con humor y asombro cómo aquel automóvil, diseñado para proteger al criminal más temido de los Estados Unidos, estaba a punto de convertirse en el inesperado guardián del presidente de la nación. Un giro tan irónico, digno de los caprichos de la historia. Incluso, según Really, el propio Roosevelt, no pudo resistirse a bromear sobre el origen del vehículo. “Espero que al señor Capone no le moleste”, habría dicho.
Y así, contra todo pronóstico, el Cadillac cumplió su misión y trasladó al presidente desde la Casa Blanca hasta el Capitolio sin contratiempos para pronunciar su histórico discurso.
Las dudas
Con el tiempo, la historia que Reilly contó sobre el uso del auto de Al Capone para trasladar a Franklin D. Roosevelt fue puesta en duda y despertó varios cuestionamientos. Aunque es fascinante, algunos historiadores y expertos en seguridad señalaron algunas inconsistencias.
Entre ellas, no existen constancias de que el auto que había sido confiscado al líder de la mafia hubiera sido utilizado para trasladar al Presidente de los Estados Unidos como tampoco de que ese vehículo, confiscado una década atrás, estuviera en condiciones de ser utilizado. Por eso, algunos sostienen que tal vez, podría haberse tratado de otro vehículo blindado y que la conexión con Al Capone habría sido exagerada o inventada por Reilly para dramatizar el relato.
Además, Reilly describió el Cadillac como un vehículo “prácticamente invulnerable”, equipado con placas de acero y cristales a prueba de balas. Sin embargo, los estándares de blindaje de la época no eran tan avanzados como los actuales. Además, tampoco surge de los registros que el auto tuviera el “orificio para disparar una metralleta”.
Al Capone tenía al menos dos vehículos blindados conocidos que utilizaba para trasladarse. Uno de ellos, era un Cadillac Town Sedan de 1928 que fue subastado en varias ocasiones. Una de las más destacadas ocurrió en 2012, cuando la casa RM Sotheby’s lo vendió por 341.000 dólares.
Según los registros, Capone compró el vehículo en Chicago a un concesionario vinculado a su esposa y lo mandó blindar en el taller de Ernest Capstran, quien inicialmente rechazó el trabajo, pero fue convencido por los hombres del mafioso. Se dice que el propio Capone apareció en persona para pagar el blindaje, y abonó el doble de la tarifa habitual. A diferencia de otros vehículos suyos que fueron confiscados por las autoridades, este Cadillac sobrevivió intacto, convirtiéndose en un símbolo del crimen organizado de la época. En 2020, Celebrity Cars lo puso nuevamente a la venta en Las Vegas por un millón de dólares, pero hasta 2022 seguía sin comprador.
En conclusión, la anécdota de Reilly proviene de sus memorias y no está respaldada por registros oficiales, por lo que podría tratarse de una mezcla de verdad y ficción. De todos maneras, aunque no sea del todo cierta, sin duda logra su objetivo: una historia que no se olvida.