En su primer motorhome, Camila y Ezequiel colgaron un cuadrito que decía: Lo único que nos pertenece es el tiempo. En otras épocas, cuando ni el motorhome ni el cartel existían en sus vidas, todavía no habían descubierto hasta qué punto el tiempo es la divisa más cara, aquella que no se puede ahorrar y que cuando se gasta no tiene manera de ser recuperada.

En esos días pasados, ellos se habían conocido trabajando. Primero fueron compañeros y, como suele decir Camila, luego aprendieron a ser amigos, después pareja, más tarde padres y finalmente familia.

...aprendieron a ser amigos, después pareja, más tarde padres y finalmente familia...

El trabajo los había llevado a recorrer varias provincias argentinas, la aventura y la exploración de lo nuevo siempre habían estado en su esencia, pero había aún cuestiones que los arraigaban. Todo cambió el día en que Donato, su primer hijo, llegó al mundo y comprendieron que, al ser él aún pequeño, estaban a tiempo de vivir una aventura más grande: probar suerte en Estados Unidos.

“Tomamos la decisión de irnos a Estados Unidos por una variedad de situaciones que facilitaban nuestra partida, a pesar de no ser ese el modelo de futuro que buscábamos”, revela Ezequiel. “La familia cuestionó bastante nuestra decisión, sobre todo porque Donato, nuestro primer hijo tenía un poco más de un año, y era el primer nieto, el primer sobrino y último integrante para ambos lados de nuestra familia. Se lamentaban del hecho de que no iban a presenciar su crecimiento y nos lo hacían saber. De todas maneras nosotros estábamos convencidos de que queríamos afrontar este nuevo desafío”.

Camila y Donato.

Una vida apacible y un giro inesperado: ¿Y si volvemos a la Argentina manejando?

Camila y Ezequiel soñaban con vivir cerca de la playa, conocer nuevos lugares y explorar otras metas profesionales, y así, un buen día llegaron a Miami. A los dos meses ya estaban adaptados y con trabajo, la vida fluía sobre ruedas, entre su nueva comunidad ya consolidada y el desafío de progresar en un país competitivo.

Sin embargo, cierto día oscuro para toda la humanidad, la pandemia los dejó paralizados y con la duda de cómo seguir. ¿Y si volvemos a la Argentina manejando?, lanzó Ezequiel a modo de broma, y enseguida se dieron cuenta de que, en realidad, la idea no era tan mala. Los gastos fijos en el gran país del norte eran elevados y debían reconsiderar su situación. Trabajaban de forma remota (Camila, licenciada en Publicidad, y Ezequiel, diseñador gráfico), por lo que contemplaron transformarse en nómades digitales y vivir en un motorhome para volver a su pasión de viajar y bajar los números en forma considerable.

Camila es licenciada en Publicidad y Ezequiel, diseñador gráfico.

Sin saber mucho, la pareja se metió en el mundo de las casas rodantes, hicieron averiguaciones, recorrieron muchas plantas y visitaron cientos de vehículos, hasta elegir uno y lanzarse a la odisea.

“El simple hecho de viajar, recorrer y conocer distintos lugares era un motor bastante potente que nos impulsaba a esta hermosa aventura”, cuenta Ezequiel. “Evaluando opciones y soñando un poco encontramos la forma de comenzar nuestro viaje. La idea original era mudarnos a un motorhome y comenzar a bajar desde Estados Unidos hasta Argentina a medida que se fueran abriendo las fronteras. Cuando fue evolucionando esta idea nos dimos cuenta de que no iba a ser tan simple de llevar a cabo pero de todas maneras ya estábamos andando y nuestras ganas de recorrer ya se habían despertado”.

Sin saber mucho, la pareja se metió en el mundo de las casas rodantes, hicieron averiguaciones, recorrieron muchas plantas y visitaron cientos de vehículos, hasta elegir uno y lanzarse a la odisea.

Conocer Estados Unidos en profundidad: “Descubrimos que fuera de las grandes ciudades es donde la gente es más cálida y más auténtica”

El lado V, como llamaron a su aventura, resultó ser una experiencia mágica, en especial por el placer de la parada incierta en paisajes inesperados. Un día abrían la puerta en un bosque húmedo, otro en una playa austral, el medio del campo o una gran ciudad.

Un día abrían la puerta en un bosque húmedo, otro en una playa austral, el medio del campo o una gran ciudad...

Primero, ateniéndose a las restricciones, salieron a recorrer Estados Unidos y absorbieron con gusto las costumbres en el camino, como cenar e irse a dormir temprano y celebrar con el corazón cualquier fiesta en el camino.

“Tuvimos la suerte de cruzarnos con gente hermosa, locales de cada estado e hicimos amigos que conservamos al día de hoy. Nos enamoramos de Texas, íbamos por una semana y nos terminamos quedando ocho meses. Nos dio tantas satisfacciones, tantas experiencias únicas y momentos inolvidables. Nos permitió estar en lugares que jamás imaginamos y conocer íntimamente sus paisajes y su gente”, relata Camila.

Aparte, recorrieron la interminable Florida, las playas del Golfo de México, Alabama, Mississippi, Nueva Orleans, Oklahoma y su paso por la histórica ruta 40. Se perdieron en el vasto desierto de Nueva México, Arizona y Nevada, y llegaron a California.

“También tuvimos la posibilidad de recorrer Georgia, la Smoky Mountains con sus impresionantes paisajes, atravesando las Carolinas y quedándonos maravillados con Carolina del Norte, sus montañas, bosques y colores. Las Virginias, Pennsylvania, New Jersey y New York. Mucho recorrimos en bicicleta. Paseamos por las emblemáticas calles de Boston, nos atrapó el invierno en las míticas cataratas del Niágara y los emblemáticos monumentos de Washington DC”, continúa Camila.

Un despertar diferente...

“Dentro de nuestro viaje nunca dejamos de conocer gente que nos abría sus puertas. Si bien el contexto de la pandemia podría generar cierta distancia en la gente, no sentimos que haya afectado en nuestra experiencia. En el tiempo transcurrido experimentamos distintas costumbres clásicas como Halloween y Thanksgiving, que al principio no conocíamos más de lo que se ve en las películas pero al vivirlo nos sentimos parte y logramos disfrutar. Descubrimos que fuera de las grandes ciudades es donde la gente es más cálida y más auténtica en general y notamos las diferencias culturales de cada región y su gente”, agrega Ezequiel.

Otro giro inesperado: “Llegar a Argentina nuevamente fue un golpe de realidad”

Estuvieron tres años en el camino hasta que cierto día, como suele suceder en la vida, algo cambió y pintó una nueva puerta en el horizonte que abrió otra realidad. Camila había quedado embarazada y con su segundo hijo cerca, querían prepararse para recibirlo y sintieron que lo mejor sería hacerlo rodeados de su familia.

Camila, Ezequiel y Donato recorrieron Estados Unidos en profundidad.

El plan de manejar hasta la Argentina se transformó en un vuelo que los llevó a su tierra, su gente, sus costumbres; a pesar de la enorme alegría, el impacto sacudió sus mundos.

“Llegar a Argentina nuevamente fue un golpe de realidad. Siempre decimos que Estados Unidos es una burbuja gigante. Aterrizar en Ezeiza de noche, luego de haber recorrido tantos lugares, nos hizo sentir que habíamos regresado a donde estábamos antes de partir. Quizás la sensación de retroceso fue por las circunstancias que nos llevaron a regresar a Argentina: no era un deseo cien por ciento nuestro”.

“Llegar a Argentina nuevamente fue un golpe de realidad

“En nuestra cabeza sigue activo el deseo de vivir en algún lugar cerca del mar y con clima tropical. Pero hoy estamos enfocados en darle a nuestros hijos unos años para disfrutar y conectar con la familia y a futuro volveremos a planificar un nuevo destino”, reflexiona Ezequiel.

“Siempre se me hizo difícil decir adiós, volver no fue una decisión fácil, teníamos muchos planes y expectativas de seguir recorriendo pero nos embarazamos y decidimos volver a Argentina para poder reconectar con la familia y poder tener un parto respetado y en casa como tanto deseaba”, continúa Camila.

“Siempre se me hizo difícil decir adiós...

El tiempo, las decisiones y los aprendizajes en el camino: “Educar, aprender, nutrirse, es mucho más que ir al mejor colegio o universidad”

Lo único que nos pertenece es el tiempo. Hoy, Camila y Ezequiel comprenden la frase colgada en su motorhome como nunca antes. Y saben que en la línea del tiempo, las mejores horas vividas son las que vienen acompañadas de decisiones propias sentidas, más allá de lo incontrolable de la vida.

Y la elección de vivir su gran aventura los impregnó de enseñanzas que finalmente en Argentina decidieron capitalizar: en la actualidad tienen una empresa de motorhomes (@buenosairesmotorhomes), donde alquilan, venden y camperizan de manera personalizada los vehículos.

“Nos dimos cuenta que en Argentina no está muy explorada la cultura de vivir y viajar en motorhomes y que nosotros contábamos con las herramientas y el conocimiento para ofrecer experiencias únicas y memorables, combinando la libertad con la comodidad del hogar”, dicen.

“Con nuestra experiencia aprendí a que viajar liviano es la que va. No necesitamos tanto para vivir, exploramos, buscamos y poco a poco creamos las mejores experiencias que consideramos para nosotros y nuestros hijos”, dice Camila, pensativa. “Lo único que nos vamos a llevar es lo que vivimos y esa es nuestra búsqueda diaria, vivir lo que nos queremos llevar: lo único que nos pertenece es el tiempo”.

“Cuando viajamos nuestras compulsivas mentes charlatanas inevitablemente hacen una pausa para sumergirse en el momento presente. Educar, aprender, nutrirse, es mucho más que ir al mejor colegio o universidad, es, para nosotros, enseñarles a nuestros hijos a ser buenas personas, a vivir de manera consciente, presente, empática, en contacto con la naturaleza, con lo simple, con lo salvaje, fomentar la aceptación, la confianza, la abundancia, la solidaridad, conectar con la flexibilidad, la adaptación, el agradecimiento y sobre todo con sus sentimientos”.

“Creemos que esos años fueron enriquecedores para el alma debido a todos los lugares que recorrimos y las personas que se nos cruzaron”, continúa Ezequiel. “Algo tan simple como tener agua, agua caliente, electricidad es un lujo. Al vivir varios años arriba de un motorhome aprendimos a valorar los recursos”.

“Estar en movimiento nos apasiona, quedarse quietos, siempre en el mismo lugar, resulta como abrir un libro y quedarse en la primera página. Aunque a veces parece que nos perdemos en el camino, nos guía la intuición y la voluntad. Nada nos importa más que hacer el recorrido, más aún que saber a dónde vamos”, concluye Camila.

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