El Gobierno, a través del decreto 133/2025 derogó el decreto 322/73 que prohibía la exportación de ganado en pie para faena de consumo que estaba en contradicción con el reciente decreto 70/2023 que quitaba atribuciones al Poder Ejecutivo a prohibir o restringir exportaciones por motivos económicos.
A partir de allí, se libera la exportación de ganado en pie, no solo el referido a faena sino también para otros destinos como: reproducción, recría, engorde o faena. La exportación de ganado en pie a terceros países es una práctica mundial que es utilizada por la gran mayoría de los países lideres en producción y exportación de carne vacuno, como son Australia, EE.UU., Canadá, México, Unión Europea (UE) y entre nuestros vecinos, además de Brasil, Chile, Uruguay y Paraguay, entre otros.
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Para su concreción, los países exportadores deben cumplimentar los requisitos de controles (sanitario y bienestar animal, entre otros) demandado por los compradores. Cuando han aparecido estas oportunidades, se generan debates intensos entre aquellos sectores que temen que se afecte su actividad, como empresas y personal de plantas procesadoras, cadenas de abastecimiento y otras y para ello lo mejor es contar experiencias de casos que en pocos años demostraron los resultados de estas decisiones.
Para no irnos muy lejos, el caso de Uruguay es muy interesante porque en los 15 años que la actividad tiene relevancia, ha probado que, lejos de generar problemas ha sido un extraordinario incentivo para los diferencies eslabones de la cadena productiva (cría, recría y terminación) que, en apenas una década de puesta en marcha, ha logrado crecer en la producción, la eficiencia, el valor recibido por la producción, el total de ganado a faena, el total de exportaciones y el valor neto de ingreso de divisas generado por el sector de la ganadería vacuna.
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Los números son elocuentes y permiten visualizar, en resultados concretos y en un país vecino con modelos de genética, producción, procesamiento y mercados muy similares a los nuestros, el éxito del crecimiento de la exportación de ganado en pie para todos los integrantes de la cadena de ganados y carnes y del país.
Lo realmente llamativo es como el incentivo de tener un nuevo demandante de ganado para los criadores y los recriadores estimuló mejoras significativas en la tasa de destete (+ terneros por vaca), en el peso medio de faena (+ kilos por cabeza faenada) que generaron más cabezas en stock y más destinadas a faena, lo que permitió incrementar las exportaciones en pie y de carne vacuna. Consolidó la competitividad de las empresas frigoríficas y agregó valor a toda la cadena con un crecimiento del 70% del valor total exportado en apenas una década.
Un verdadero círculo virtuoso, del tipo ganar-ganar, con más oferta, más trabajo, incremento de ingreso de divisas, mejoras significativas de los parámetros productivos y agregado real de valor en la cadena de ganados y carnes.
El autor es consultor ganadero