Entre las estrategias para fortalecer la salud cognitiva, el ejercicio físico se posiciona como un pilar fundamental, o al menos así lo advierten especialistas en el tema. Y es que, mantenerse activo, no solo beneficia al cuerpo, sino que además juega un rol clave en la función cerebral, ayudando a mejorar la memoria, la concentración y la agilidad mental. Ahora bien, recientes investigaciones profundizaron en este vínculo y revelaron cuáles son las técnicas más efectivas para optimizar estos beneficios y qué factores deben tenerse en cuenta para obtener los mejores resultados.

El estudio, publicado en el International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity, reforzó la idea de que la actividad física puede potenciar el rendimiento mental a corto plazo. Según esta investigación, realizar ejercicio por un tiempo determinado puede mejorar significativamente la memoria y la función cognitiva al día siguiente. “Si queremos mejorar nuestra memoria para mañana, debemos tomar acción hoy”, señalaron en la investigación.

En particular, los resultados mostraron que los adultos mayores que realizaban actividad física de intensidad moderada a vigorosa obtenían mejores desempeños en pruebas de memoria al día siguiente, lo que sugiere que el movimiento puede ser un aliado clave para mantener la agudeza mental con el paso del tiempo.

Cómo se realizó el estudio

El estudio destacó la importancia del ejercicio diario para la salud cognitiva

Este estudio en particular se basó en investigaciones previas que proponían que el ejercicio puede generar un impulso cognitivo inmediato, pero los científicos querían determinar si estos efectos podían extenderse más allá de unas pocas horas y fuera de un entorno controlado.

“Sabemos por estudios de laboratorio que obtenemos un impulso cognitivo en los minutos u horas posteriores a una sesión de ejercicio”, explicó al sitio Health la Dra. Mikaela Bloomberg, autora principal del estudio e investigadora en epidemiología social en el University College de Londres. Sin embargo, esta investigación buscó evaluar si esos beneficios se mantenían a lo largo del día o incluso hasta la jornada siguiente.

Para analizar esta cuestión, los investigadores reclutaron a 76 adultos cognitivamente sanos, con edades comprendidas entre los 50 y los 83 años. Durante ocho días, los participantes llevaron rastreadores en sus muñecas para monitorear su actividad física y sus patrones de sueño, lo que permitió obtener datos precisos sobre la relación entre el movimiento diario y el rendimiento cognitivo. Además, cada uno de ellos completó pruebas diseñadas para evaluar diferentes aspectos de la memoria, lo que brindó información clave sobre los efectos del ejercicio en sus capacidades mentales.

Hábitos como ejercicio y buena alimentación son claves para un evenjecimiento saludable

El enfoque del estudio permitió observar en tiempo real cómo la actividad física influía en la memoria fuera de un entorno de laboratorio. Al analizar los datos recopilados, los investigadores pudieron identificar patrones que mostraban una conexión clara entre la intensidad del ejercicio y el rendimiento en las pruebas cognitivas al día siguiente.

Sin dudas, estos hallazgos refuerzan la idea de que el movimiento diario puede desempeñar un papel crucial en la preservación de la memoria y la función cerebral a medida que envejecemos.

Las conclusiones de la investigación

Los investigadores encontraron que realizar 30 minutos adicionales de actividad física moderada a vigorosa se asociaba con una mejor memoria de trabajo a corto plazo y una mayor capacidad para recordar eventos específicos al día siguiente, conocida como memoria episódica. En contraste, el ejercicio ligero, como subir escaleras o caminar, no mostró un impacto significativo en la memoria posterior.

Media hora de un ejercicio como caminar puede ayudar a mejorar la memoria a corto plazo

A partir de estos resultados, los expertos concluyeron que incorporar actividad física moderada o intensa en la rutina diaria podría ser una estrategia efectiva para potenciar la memoria de un día para otro. Entre las actividades más recomendadas se destacan caminar a paso ligero, andar en bicicleta, nadar o bailar, opciones accesibles que pueden integrarse fácilmente en la vida cotidiana y contribuir al mantenimiento de la función cognitiva a lo largo del tiempo.