“Renovación y cambio”. El viejo eslogan político utilizado por Don Raúl Alfonsín para llegar a la presidencia de la nación en 1983 no pierde su vigencia. Se convirtió en una necesidad esencial también tras distintos sucesos rimbombantes del boxeo internacional que determinaron variantes decisivas en su liderazgo actual. El retiro del ring del inglés Tyson Fury, ex campeón pesado, en rol de perdedor y la falta de jerarquía en los últimos combates del cuádruple campeón mexicano Saúl “Canelo” Álvarez, causaron el relegamiento definitivo de ambos de la popularidad y el prestigio que los distinguió desde hace tiempo en modo incuestionable. Y hoy, quizá, se aclare mucho más este panorama.

¿Hay candidatos firmes y valederos para sucederlos en el podio pugilístico tras la pasión que desataron ante millones de fanáticos por todo el mundo?

Naoya Inoue,

Por méritos deportivos, sí, pero por imagen angelada, cercana a la idolatría, no. Hay una gran diferencia en estas instancias –categóricas– para la conversión de un atleta excelente en una “estrella” del cuadrilátero. Un tema paradójico y de interpretación.

Inoue y Crawford, distinguidos

¿Quiénes son los pretendientes inmediatos para subir a este podio de notables?

Dos que ameritan tal distinción son: el japonés Naoya Inoue, un boxeador sensacional de 31 años, ganador de sus 29 peleas (26 KO) y poseedor de cuatro coronas mundiales en pesos diferentes entre los 48,900 kg y los 55,300 kg. Actual titular supergallo –unificado– se convirtió en el deportista más popular de Japón y fue definido por gran parte de los historiadores como el mejor pugilista nipón de la historia. Introdujo al boxeo japonés en el mercado televisivo americano, un hecho inusual para este ámbito. Es, para LA NACION, el mejor de todos. El N° 1 gramo por gramo y libra por libra. Su disciplina es intachable.

Terrence Crawford es otro de los grandes pugilistas del momento, invicto en 41 peleas y con 31 KO

¿Quién es el otro? El estadounidense Terrence Crawford, un espigado moreno de Nebraska de 37 años. Ganador de sus 41 combates (31 KO). Se adjudicó cuatro coronas en pesos diferentes entre 61,200 kg y 68,900 kg y es el actual campeón mundial mediano jr. interino (OMB). Su último match con el uzbeco Israil Madrimov fue opaco y parejo. Todo esto lo alejó de un sitial preponderante. Pese a todo, para LA NACION ocupa el puesto N° 2 en este “escalafón de supremacías”

Davis pide pista y tiene su gran chance

El estadounidense Gervonta Davis, la última maravilla del boxeo universal, cumplió con dos cometidos imprescindibles para justificar su inclusión en este listado de privilegiados: mantener su libertad evidenciando una superación en su conducta personal que le permitirá esta noche defender la corona de los livianos (AMB) ante su compatriota Lamont Roach, en Nueva York, con televisación de ESPN a partir de las 22.

Gervonta Davis y Lamont Roach se sacan chispas en el pesaje

A los 30 años y con 30 victorias consecutivas (28 KO), el zurdo bicampeón se convirtió en el mejor noqueador del momento. Sus definiciones sobre Leo Santa Cruz, Ryan García, Mario Barrios y Frank Martin, lo convirtieron no sólo en un pugilista de alto consumo, sino también de una excelsa calidad a la hora del remate. Sabe boxear y sabe noquear. Su desobediencia apasiona y divide a los expertos.

Los mejores KO de Gervonta

Los mejores KO de Davis

¿Por qué Oleksandr Usyk no es considerado el mejor de todos? El ucraniano, de 38 años, invicto bicampeón mundial e indiscutido titular de los pesados después de acabar con la carrera los ingleses Anthony Joshua y Tyson Fury, pugna por atrapar una supremacía absoluta y no puede lograrla. Hay méritos deportivos de sobra, pero su estilo, lento, robotizado y sin combates clásicos a la vista, lo relegan del gusto de la mayoría. Contradictorio.

Si alguno tenía dudas sobre el peso de Lamont Roach, su respuesta fue elocuente

Este es el medidor de las “acciones y valores” del boxeo. Se miden desde un sinfín de aristas. Algunas justas y otras de conveniencias. Reglas de este deporte-espectáculo regidas por principios la ley del consumo. Y allí, el público es infalible, modificando, día a día, el calibre de sus favoritos.