Cuando en abril del año pasado David escuchó al periodista Juan Pedro Aleart decir que el silencio es el mejor amigo de los abusadores, sintió que le estaba hablando a él. En aquel momento, y frente a cámaras, Aleart le había contado a la audiencia de De 12 a 14, un noticiero de Rosario, que había sido víctima de abuso durante su infancia.
“Vi su mirada y me sentí reflejado. Solo el que estuvo ahí sabe lo que es eso”, recuerda David, en diálogo con LA NACION. Aquella charla funcionó en él como disparador para ponerle fin a 25 años de silencio y empezar a decir en voz alta ese secreto que lo había atormentado tanto: que su primo comisario, cuando tenía 18 años, había abusado de él, que entonces tenía diez. Los abusos se extendieron durante dos años.
Juan Pedro Aleart, el periodista rosarino que reveló en vivo que fue víctima de abuso: “Me saqué una mochila tremendamente pesada, de mucho sufrimiento”
“Primero lo hablé con una amiga, que me contuvo y me aconsejó hacer la denuncia. Después, se lo conté a mi hermana”, dice este hombre de 38 años recién cumplidos, oriundo de Coronda, una ciudad del departamento de San Jerónimo, en Santa Fe, pero que vive en Rosario desde hace más de diez años. “Hoy entiendo que, desde que soy mayor de edad, me la pasé viviendo en diferentes lugares. Era mi manera de huir de él”, reconoce.
De todas las reacciones posibles que se había imaginado previo a hablar con su hermana, la que recibió fue totalmente inesperada. “De mí también abusó”, le dijo ella. Y eso no es todo: cuando el hecho circuló entre familiares, otro primo pudo decir que también había sido víctima. “Saber que le había pasado a mi hermana y a mi primo me generó una angustia tremenda. Pero también un gran alivio, porque no iba a tener que enfrentarlo solo”, dice David.
En septiembre del año último, David denunció ante la Justicia a su primo, que en ese momento era comisario en San Jerónimo. “Es un hombre poderoso. Temo por mi mamá, por mi hermano y por el resto de mi familia que todavía vive ahí. También tengo miedo por mí”, reconoce este hombre, que es técnico en imágenes y trabaja en un centro de salud en Rosario.
“Si no lo hacés, le voy a contar a tu papá”
Fue, justamente, el ingreso del hombre a la escuela de policía lo que puso fin al calvario de David. Una pesadilla que había comenzado dos años antes. “Como mis padres trabajaban, por la mañana quedábamos al cuidado de mi tía, una de las hermanas de mi mamá, que era la mamá de este hombre”, relata.
Aunque, entre él y su primo habían ocho años de diferencia, cada vez que se quedaban a solas, le proponía un juego. “Eran juegos con prendas. Al principio, las prendas eran inocentes. Pero después se fueron volviendo sexuales”, continúa David. Después de la primera vez, su primo le hizo creer que la culpa había sido suya. Ese argumento se convirtió en el arma que esgrimió las veces siguientes, a modo de amenaza. “Si no lo hacés, le voy a contar a tu papá lo que me hiciste”, le decía.
Como si robarle la inocencia hubiera sido poco, cada vez que ese primo iba a la casa de David, le robaba sus objetos más preciados. “A mí me gustaba coleccionar relojes. El venía y me los robaba. La amenaza siempre era la misma: si yo lo delataba, el me iba a delatar a mí. Hablando con mi hermana, me contó que a ella le robaba plata de su alcancía”, revela.
A medida que fue creciendo, David fue elaborando estrategias para evitar quedarse solo con él. Durante la adolescencia, recuerda haberse ido incontables veces de reuniones o de boliches cada vez que creía ver a su primo. “Ahora que se lo pude contar a mis amigos de entonces, todos me dicen que sospechaban algo, por esta cosa mía de irme de los lugares, pero nunca nadie me dijo nada”, dice.
De tanto escaparse, a David se le hizo natural crecer disociado: frente a los demás era alegre, gracioso, responsable. Pero en soledad, sentía que se apagaba. “Hoy entiendo que, por esto mismo, me costó tener una relación afectiva estable. Yo les huía ante la sola posibilidad de tener que contarle a mi pareja lo que me había pasado”, se sincera.
En aquellos tiempos, el abuso sexual en varones era un tema tabú en su vida. “Evitaba cualquier película o serie que remitiera al tema”, recuerda. La mirada social al respecto no lo ayudaba: “La gente cree que porque sos hombre y tenés cierta contextura física, no podés ser víctima de abuso. Les cuesta tener una mirada empática, que no te haga sentir en falta”, reconoce.
Cuando por fin pudo hacer la denuncia ante la Justicia, David cerró el escrito diciendo: “Realizo la denuncia para sacarme 25 años de la espalda, dormir en paz y que este hombre vaya preso”. Pero, en un primer momento, la causa quedó a cargo del fiscal Marcelo Nessier, cuya secretaria era la hermana del denunciado.
Dos meses más tarde, y dado que no tenía novedades, David le escribió al fiscal para saber qué pasaba con la causa. “Ud. radica una denuncia contra una persona que, actualmente, es funcionario policial, y que se desempeña en la órbita del departamento donde soy fiscal -es decir, en pocas palabras, que el imputado trabaja conmigo”, puede leerse en la respuesta, en la que el funcionario le hace saber que va a excusarse de seguir con el caso. Pocas semanas más tarde, su primo fue ascendido a subdirector de la Policía.
Al ver que la causa no avanzaba, David empezó a golpear puertas y escribir cartas a funcionarios provinciales. Gracias a la intervención del diputado Fabián Palo Oliver, que hizo público el caso, se designó un nuevo fiscal y la causa comenzó a moverse. Hace diez días, el primo de David fue separado de su cargo y está a la espera de la audiencia de imputación.
Pero en aquellos días de oscuridad absoluta, cuando sentía que nada tenía sentido y llegó a pensar en dejar caer la denuncia, David se puso a googlear buscando ayuda. “Llamé a un lugar, pero me dijeron que ellos trabajaban con mujeres. Entonces me pasaron el contacto de Fernando, que fue mi ángel de la guarda”, dice.
Fernando es Fernando Langenauer, fundador de la ONG Validando, que trabaja con varones víctimas de abuso. “El abusador siempre busca al más vulnerable, al que sabe que no lo va a contar, y va a desplegar todo tipo de estrategias para que la víctima sienta culpa”, sostiene. Sabe lo que dice. Langenauer era coordinador de la pensión del club Independiente cuando un grupo de juveniles le contó que eran víctimas de trata y abuso.
La nula contención que recibieron las víctimas durante la causa judicial que terminó con la condena de tres adultos lo impulsó a especializarse en esta temática. “Cuando profundizás la mirada sobre este tema, descubrís la nula oferta de espacios que los acompañen”, explica Langenauer. Así fue que el 19 de noviembre último, el Día Mundial del Abuso, comenzó a funcionar Validando, una ONG que hace foco en la prevención, la contención y el acompañamiento de varones víctimas de abuso.
“Le pusimos Validando, porque es una acción continua, que no para”, explica Fernando, en referencia a la necesidad de que las víctimas reciban una escucha empática que los legitime. “Hay algo de la vulnerabilidad que el propio varón no se permite, por la imposición social de mostrarse fuerte, eso termina convirtiéndose en una armadura que no pueden sacarse nunca”, reflexiona Langenauer. “Acá la intención es decir que el varón tiene emociones, que llora, que sufre y es abusado”, agrega.
“Soy un sobreviviente”, decía el mensaje que David le mandó a Fernando aquella noche oscura. “Hablamos durante horas”, recuerda David, quien cuenta que, desde entonces, el equipo de Validando lo acompaña y le va anticipando todo lo que puede pasar en la Justicia. “Sueño con ver salir a mi primo esposado de Tribunales”, dice.
Si bien se trata de hechos sucedidos en forma previa a que entrara en vigencia la Ley 27.206 -que establece que el plazo para la prescripción del delito de abuso sexual contra un menor de edad comienza a correr cuando la víctima hace la denuncia-, un hecho reciente podría hacer realidad el sueño de David. A fines de noviembre del año último, la Corte Suprema de Santa Fe revocó la prescripción de los abusos sufridos por Juan Pedro Aleart.
“Más allá de lo que diga la Justicia, este hombre que hoy es policía no puede cuidar a nadie. Ojalá todo esto sirva para que la sociedad deje de mirar para otro lado”, dice David, quien reconoce lo valioso que fue en su vida el poder ponerle palabras a tantos años de secretos. “Alguna vez leí que, de cada cien varones víctimas de abuso, sólo uno denuncia. Si pudiera decirle algo a los otros 99 les diría que no están solos”, concluye.
Más información:
- La ONG Validando cuenta con programas de educación emocional, protocolos para instituciones y también ofrece asistencia a víctimas y acompañamiento durante los procesos judiciales. Para más información, podés conectarlos a través de su web, por Instagram o vía Whatsapp al 11 6661 1595
- En la guía sobre abuso sexual de LA NACION podés encontrar información y recomendaciones de especialistas sobre el tema. Para acceder, hacé click aquí
- La línea 102 brinda atención gratuita y confidencial a niñas, niños y adolescentes que sean víctimas de la vulneración de alguno de sus derechos