A puro fútbol, con goles, buen juego, figuras descollantes y una superioridad notoria, Independiente se sacudió rápido el tropiezo en el Monumental, y derrotó por 3-0 a un Vélez irreconocible para recuperar la punta en la zona B del torneo Apertura.

“Ya cuando vino al club desde la CAI de Comodoro Rivadavia para jugar en la novena se le veían cosas de crack, en la manera de llevar la pelota, de pasarla”. La gente del área de captación de River observa hoy el “renacimiento” de Luciano Cabral y se lamentan por la pérdida de ese pibe “que un día no vino más y del que no supimos nada hasta que apareció en Argentinos Juniors”.

Del mismo modo que en su momento dejó de andar por Núñez, la vida difuminó el recuerdo de Cabral en el fútbol argentino. Al episodio policial en el que se vio envuelto junto a su familia y le costó cinco años de cárcel (un homicidio), le siguió el destierro en el Coquimbo Unido chileno y un paso corto y desafortunado por el León mexicano. Hasta que recaló en Independiente, pidió la camiseta número 10, y en un puñado de partidos se metió a la gente en el bolsillo.

Festejó Independiente ante Vélez, por el grupo B, donde volvió a la cima

Otra vez entre los 11 ante Vélez (había sido suplente frente a River), el enganche mendocino nacionalizado chileno sacó a relucir todo su repertorio de pisadas, enganches, sombreros y cortadas de esas que en el Rojo más que en ningún otro lado son calificadas de “bochinescas”. No lo hizo de manera continua, pero cada aparición suya le dio al conjunto de Julio Vaccari fluidez en la circulación y facilidades para encontrar compañeros libres a partir del simple recurso de asociarse y jugar.

El mejor ejemplo estuvo en la acción del 1 a 0. Cabral arrancó sobre la derecha, fue desplazándose en paralelo al área, tocando y yendo a buscar, filtró el pase hacia Adrián Spörle a espaldas de la defensa, Tomás Marchiori rechazó el remate como pudo y Gabriel Ávalos (5 goles en otros tantos encuentros) infló la red en el rebote.

Vélez no pudo con Independiente, que lo desbordó en todos los aspectos

Por entonces, el local ya había hecho méritos suficientes para ir en ventaja. Y mantuvo la misma línea hasta el descanso, justificando con creces el segundo impacto de su número 9, un cabezazo abajo tras una salida impecable de Kevin Lomónaco desde el fondo y un centro exacto de Spörle.

Enfrente, el Vélez 2025 expresó de manera cabal uno de los tantos males de nuestro fútbol. Entre ventas y lesiones, cualquier semejanza con el equipo que hace dos meses ganó un título y perdió una final es pura casualidad. En Avellaneda, solo cuatro jugadores de aquel equipo titular pisaron el césped desde el primer minuto. Es cierto que Sebastián Domínguez, el nuevo técnico, eligió dejar en el banco a otros tres (Elías Gómez, Damián Fernández y Braian Romero), pero lo concreto es que los intérpretes actuales provocan en sus hinchas ataques de nostalgia prematura.

Mantiene el Fortín algunas señales del viejo funcionamiento, pero sirven de poco si la defensa muestra más voluntad que categoría, el manejo de la pelota no es el adecuado y encontrar el arco rival cuesta un Perú (aún no hizo goles en el torneo). En la primera mitad hubo que esperar hasta el tiempo adicionado para que su ataque encontrase una mínima dosis de consistencia, y aun así no le alcanzó para generar peligro real.

“En cuanto a mi continuidad no me han planteado nada desde el club. Desde mi lugar vine a Vélez sabiendo el lugar al que venía y la situación en la que llegaba. Con el recambio del equipo que todos conocen. De mi parte no planteo la renuncia bajo ningún punto de vista”, dijo después Domínguez, en la conferencia de prensa.

El descanso devolvió un Vélez menos timorato aunque con idéntica falta de profundidad; al mismo tiempo que un Independiente menos dominante, pero con el mismo afán ofensivo.

El moño a una noche ideal, por supuesto, lo puso Cabral. Gran corrida de Santiago Montiel por derecha, cambio de frente para Matías Giménez, toque atrás y el 10, pausa mediante, acomodó con delicadeza el balón en el ángulo izquierdo para enloquecer a una hinchada que se va habituando a disfrutar.

El resumen de Independiente – Vélez

El Rojo recuperó la punta y la confianza con una actuación cuya única mancha fue la lesión con mala pinta de Lautaro Millán. Es un equipo que crece y promete, con un goleador en racha y un enganche como los de antes. El tiempo dirá cuál es su techo.