Stephanie López habla con efusividad de las buenas cualidades de su marido. Es un hombre de carácter, bondadoso e íntegro, afirma. Es un padre cariñoso y la trata con respeto.

¿Pero es él su mejor amigo?

“¡No!”, dice López, de 43 años y residente en la Gran Isla de Hawái.

“No tengo sexo con mis amigos”, explica. “No pago facturas con mis amigos. Y te garantizo que, si lo hiciera, cambiaría toda la dinámica de la relación”.

La creencia de que una pareja debe ser un mejor amigo aparece en todas partes, ya sea en las redes sociales o en la sección de tarjetas de felicitación. “No es inusual buscar una pareja romántica que cumpla más funciones que las de cónyuge, copadre o amante”, dice Alexandra Solomon, psicóloga clínica y presentadora del podcast Reimagining Love.

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“Queremos a alguien que nos vea y nos entienda”, añade. “Bueno, eso es lo mismo que queremos en nuestras amistades. Realmente anhelamos ese mismo sentido de afinidad y admiración”.

Pero ¿es irrazonable esperar que un compañero de cama sea un mejor amigo, o es la forma más alta de intimidad?

La creencia de que una pareja debe ser un mejor amigo aparece en todas partes

El rol del cónyuge en constante cambio

Jennifer Santiago, de 42 años, y su esposo son mejores amigos.

La pareja, que comenzó a salir en la escuela secundaria, se ha separado brevemente a lo largo de los años, tomándose tiempo para conocerse mejor y saber qué quieren de la vida. Pero su amistad subyacente los volvió a unir en cada ocasión, reconoce Santiago, que vive en Orlando.

“Siempre había un vacío cuando nos tomábamos un descanso”, cuenta. Se dieron cuenta: “¡Wow, realmente hacemos todo juntos!”

Históricamente, ese es un enfoque relativamente nuevo para las relaciones románticas, explica Eli J. Finkel, psicólogo social y autor de The All-Or-Nothing Marriage: How the Best Marriages Work.

Hasta mediados del siglo XIX, el matrimonio en los Estados Unidos giraba principalmente en torno de garantizar que los cónyuges tuvieran cubiertas sus necesidades básicas (como comida y alojamiento), lo que Finkel llama la “era pragmática”. Entre 1850 y 1965, el matrimonio entró en la “era basada en el amor”, en la que las funciones principales de la relación giraban en torno del amor y el compañerismo, comenta. Desde entonces, hemos estado en la era de la “autoexpresión”, en la que el matrimonio no solo gira en torno del amor, sino también del crecimiento personal.

“La relación matrimonial ha asumido cada vez más responsabilidad por nuestras necesidades sociales y psicológicas”, afirma Finkel.

Cómo establecer expectativas realistas

¿Es bueno o malo que muchas personas esperen ahora que sus relaciones románticas cumplan tantas funciones en sus vidas? En última instancia, eso depende de “si su relación puede cumplirlas”, señala Finkel, quien también es copresentador del podcast Love Factually.

Se siente “encantado” por las personas que dicen que quieren que sus parejas románticas también sean sus mejores amigos. Pero sugiere que consideren: ¿hay otras expectativas de las que pueden desprenderse? Por ejemplo, dice, es mucho esperar que la pareja sea el codirector ejecutivo de la casa, que comparta el cuidado de los niños, que sea un compañero sexual exclusivo y que sea un mejor amigo.

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“No quiero que suene como un castigo”, agrega Finkel. “Solo quiero que la gente sepa que cada expectativa adicional que se le agrega a la relación conlleva la oportunidad de una mayor cercanía, pero también conlleva el riesgo adicional de que la relación se derrumbe bajo el peso de esas expectativas”.

Sugiere liberar parte de esa presión. ¿Se puede contar con otros amigos para recibir apoyo emocional? ¿Se siente uno cómodo con estar emocionalmente cerca de la pareja, pero no necesariamente tener la vida íntima más picante juntos?

Solomon cree que la amistad no es un requisito para la intimidad a largo plazo. Pero tampoco hace daño, afirma.

Querer a la pareja —lo que ella describe como admirarla, encontrarla divertida, preocuparse por su visión del mundo y divertirse simplemente estando juntos— puede “amortiguar” los otros desafíos de relación que una pareja podría enfrentar, asegura.

Solomon cree que la amistad no es un requisito para la intimidad a largo plazo

Pero Solomon admite que, si bien adora a su esposo, con quien lleva casado 26 años, él no es su mejor amigo. “El nombre de mi mejor amiga es Ali y vive en Seattle. Ha estado en esa situación desde que teníamos 10 años”, dice.

“En última instancia, mantener un vínculo romántico estrecho puede reducirse a gestionar las expectativas y discutirlas claramente”, agrega Adam Fisher, presidente de la división de psicología de pareja y familia de la Asociación Estadounidense de Psicología.

Fisher tuvo un mentor que describió el matrimonio y las relaciones como la mejor amistad más sexo. Si bien cree que es un enfoque “muy viable” para una relación, dice, de ninguna manera es el único.

“Las parejas necesitan algún tipo de ‘pegamento’: compromiso, valores compartidos, sexo, finanzas, algo”, indica, pero no necesita ser amistad.

La Sra. López está abandonando el paradigma del compañero de cama como mejor amigo.

“Creo que ponemos demasiadas expectativas y responsabilidades en nuestras parejas”, reconoce. “No estoy aquí para ser todo para la otra persona”.

Por Catherine Pearson.