Verónica del Olmo es arquitecta, artista y titular de Abstracto Interiorismo; Manuel Estruga es licenciado en Administración de Empresas, coleccionista de arte y presidente de Fidez Group, el holding que contiene ese estudio entre otras firmas orientadas al real estate, la tecnología y las finanzas. “Abstracto nació del requerimiento de nuestros clientes, que compraban de pozo o recién terminado y nos pedían asesoramiento sobre decoración. Al principio funcionaba como un departamento o sección dentro del grupo, pero rápidamente empezó a crecer”, repasa Verónica, quien participará de la próxima edición de EXPERIENCIA LIVING BLISS BS. AS. 2025.

La original fachada de Tarquini con su puerta de madera desgastada.

Verónica encontró en Manuel un socio criterioso para el estilismo y con mucho conocimiento de arte: su propio hogar es el proyecto más personal de esta dupla que tiene la habilidad de ponerse de acuerdo casi instantáneamente. “Tenemos un gusto muy parecido, y eso se plasma en nuestra manera de hacer las cosas. Nos mudamos un viernes y el domingo la casa ya estaba como la ves hoy”, afirman como prueba de que todo avanza más rápido y mejor cuando hay equipo.

El patio central recibe con la sombra de un bananero.

Vimos muchas propiedades hasta que llegamos acá. Nos miramos y dijimos: ‘Es esta’. Nos encantó su estilo mediterráneo, con el patio central que refresca y conecta todos los espacios.

Verónica del Olmo y Manuel Estruga, dueños de casa y socios en Abstracto Interiorismo

Aquí, allá y en todas partes

Puertas de demolición dan paso al living, una caja color arena con cielo raso de cañas donde se despliega la colección de la pareja: seis obras de Eduardo Stupía (Galería Otto), un Vicente Grondona en tonos de rosa y, sobre la chimenea, Federico Lanzi (Galería María Casado).

Puertas de demolición dan paso al living, una caja color arena con cielo raso de cañas ambientada con un dúo de sillones en pana y mesas ratonas de mármol.

Ambientes inundados de luz natural recrean los colores de la fachada en el arte, en los géneros y en un espíritu de vacaciones que alcanza cada rincón.

Seis obras de Eduardo Stupía (Galería Otto), un Vicente Grondona
en tonos de rosa. Sillones en pana y mesas ratonas (Salazar Casa).

“Me enloqueció”, dice Verónica sobre la sensación que le causó el díptico de Guillermina Lynch. Lo que no sabía era que, en la profundidad del terciopelo, la obra le guardaba una sorpresa: sus medidas en exacta proporción con el ventanal del living.

Arquitecta y artista, la dueña de casa posa junto a la consola en madera quemada y velador engamado.

Muebles y objetos negros se vinculan visualmente con la obra central.

Luz y color

¿Y si pintamos todo de blanco? La pregunta se hizo, pero esta dupla amante del arte y la arquitectura asumió el desafío de ambientar a partir de la paleta original, con transiciones suaves que van conectando los ambientes.

Junto al ventanal con cortinas de gasa pañalera (Tapicenter), mesa hecha a medida, con objetos de centro comprados en anticuarios, al igual que la lámpara de seda plisada.

Queríamos una mesa redonda en el office, y la mandamos a hacer en función de los colores de la obra, al igual que las sillas. Al contrario de lo que suele pasar, en casa, el interiorismo se ajusta al arte.

Verónica del Olmo y Manuel Estruga, dueños de casa y socios en Abstracto Interiorismo

Con salida al patio central, el comedor diario tiene mesa de microcemento y sillas tapizadas en pana. El cuadro es obra de la dueña de casa, Verónica del Olmo (Il Vero Art).La cocina mantiene su aspecto original con azulejos esmaltados y mesada en Silestone.

Modo vacaciones

La primera vez que la familia visitó a Verónica y Manuel, se sorprendió por el esmero en los espacios de estar. ¿El summum? El playroom, que se convirtió en el ambiente favorito de todos.

Los colores de Andrea Santarelli dan la bienvenida “al corazón de la casa”. En la pared lateral, obra de Verónica (Il Vero Art). Sobre la mesa de madera (Las Marías), un libro escrito por el dueño sobre su recorrido y pasión por el arte.

Los generosos espacios interiores habilitaron una galería relajada (“más chill”, en palabras de los dueños), provista de camastros y almohadones para ofrecer un remanso al aire libre.

Con acceso desde el comedor, el living y la suite principal, la galería se ambientó con camastros de hierro gastado (La Casita Albarellos) y una mesa ratona en hierro y madera (Alma Muebles).

Lo que hace único a nuestro jardín es el jacarandá al borde de la pileta. En la época de floración hay que andar atentos con el barrehojas, pero la imagen es una de esas maravillas espontáneas que te regala la naturaleza.

Verónica del Olmo y Manuel Estruga, dueños de casa y socios en Abstracto Interiorismo

Una vez al año, un manto lila cubre la superficie de la piscina.

Distribución flexible

El dormitorio principal en planta baja resulta funcional y permite prescindir del nivel superior cuando los hijos no están, para achicar virtualmente la casa y evitar la sensación de cuartos sin uso.

El cuadro de María Santi (Praxis) se acompañó con un respaldo de cuero trenzado y una luminaria de yute (Rancho Deco).

Junto a la cama, dos obras de Verónica con fondo texturado blanco aportan un toque personal y artesanal.

Bajo la claraboya de la escalera, un cuadro de Julieta Indart. Enfrente, uno de los dos cuartos en suite destinados a los hijos de la pareja, con camas de madera, una alfombra comprada en San Miguel del Monte y cuadro de Claudia Paternostro.

Solo accesible por una escalera externa, la dependencia se transformó en el atelier de Verónica. “¡Me la apropié muy rápidamente!”, dice divertida sobre su oasis creativo.

“No concibo la vida sin arte”, sostiene hoy esta arquitecta que empezó a pintar como un hobbie.