A pesar de lo que predicaban con buena intención historiadores como Norberto Bobbio, movimientos como el fascismo tuvieron una cultura, con sus construcciones brutalistas y sus pintores al servicio del Duce. Algo parecido puede decirse del nazismo, aunque a la Alemania nacionalsocialista se la recuerde por su brutal propaganda y por la persecución sistemática de toda modernidad artística, a la que motejó sin distinciones como “arte degenerado”.
En La cultura en la Alemania nazi, el prestigioso Michael H. Kater (Zittau, 1937) presenta un estudio sobre cómo, al ritmo de la llegada al poder de Hitler, con su coartada de legalidad electoral, casi de inmediato se comenzó a modelar esa ideología desde el poder, con su estética totalitaria. Y, al mismo tiempo, cómo las diversas e inquietas expresiones que venían bullendo desde entreguerras fueron estigmatizadas y prohibidas: desde el activo teatro expresionista (y por propiedad transitiva los espectáculos de cabaret) hasta las piezas dodecafónicas de Schoenberg o los cuadros vanguardistas de Kandinsky. A eso se suma la censura y el exilio de escritores (como fue el caso de Thomas Mann, la gloria nacional).
El autor muestra cómo el nazismo se dedicó a silenciar medios, radios y editoriales, mientras daba paso a films que exaltaban los länder natales o a supuestos soldados benevolentes, el monumentalismo del arte o el kitsch novelístico. El libro –el más completo hasta hoy sobre el tema– cierra con una interpretación sobre si 1945, tras la guerra, de verdad significó una “hora cero”, como acríticamente se sostiene.
La cultura en la Alemania nazi
Michael H. Kater
Siglo XXI
Trad.: Elena Marengo
448 páginas
$ 31.999