Sesenta personas caminaron alrededor del cuerpo de Aberto Nisman la noche del domingo 18 de enero de 2015. Todos estaban en ese departamento en Puerto Madero para confirmar lo obvio: había muerto el fiscal a cargo de investigar el atentado a la AMIA y denunciante de un pacto entre el Gobierno e Irán en procura de impunidad. Uno de los hombres políticamente más relevantes de ese momento yacía en el suelo del baño, con un disparo en la cabeza. Una muchedumbre rodeaba el cadáver. Pero en vida, a Nisman lo dejaron solo. Una historia de traiciones que se encadenó hasta el tiro que nadie escuchó. Detrás de esa escena hay una trama de espías, de operadores todoterreno, de oportunistas, de ineficientes y de cobardes, todos dentro de un tablero de poder internacional cuyas reglas ni siquiera conocen. Con el afán de dejar al descubierto lo que vive en las sombras, el periodista Daniel Santoro aporta con su libro Nisman. Anatomía de un crimen” (Emporio Ediciones) el necesario hilo para no perderse en el laberinto de múltiples actores y situaciones que la pesquisa judicial y el autor definen como un asesinato.

El libro narra una guerra secreta que posiblemente se libra desde antes que el fiscal Nisman asumiese la conducción de la causa AMIA, en 2006. Ya desde la bajada del título se posiciona a dos de los antagonistas, la por entonces presidenta Cristina Kirchner y Jaime Stiuso, al que ministros mencionaban en conversaciones reservadas en sus despachos solo después de subir el volumen de fondo de alguna ópera.

Investigador periodístico con cuatro décadas de experiencia, Santoro mantiene el foco de tensión en ese enfrentamiento mientras consigna muertes en situaciones poco claras, seguimientos informáticos, amenazas que no tienen punto de partida ni final en ese 18 de enero, carpetas de inteligencia que se amontonan, fallos que pueden parecer decisivos un día y cambiar algunos años después, sin perder de vista los peritajes, porque después de todo, el libro se centra en una muerte. En un crimen sin resolver.

Aparece por supuesto la compleja figura de Diego Lagomarsino, el hombre del arma, el perito informático que colaboraba con Nisman desde 2006. Un acierto del texto es la publicación de una breve entrevista con ese personaje cuyo trabajo era dar seguridad digital a la labor del fiscal. También da en el blanco al plantear una duda básica: ¿cómo es posible que Nisman, que sospechaba con razón de estar bajo vigilancia, tuviese como clave de la red inalámbrica de su departamento la débil contraseña 1212121212?

El libro trata de traiciones. De guardaespaldas que no tiran abajo puertas. De un pasado cercano plagado de trampas. De un futuro inmediato que también tiene interrogantes.

Nisman. Anatomía de un crimen

Daniel Santoro

Emporio

292 páginas

$ 23.400