“El año pasado tuvimos una temperatura de -15 grados hasta marzo. Ahora, con -3, los invito a desafiar al frío desde cubierta”, dice Gunnar, el guía de un recorrido en barco por Fjäderholmarna, el archipiélago más cercano a Estocolmo, ante un grupo de turistas poco atraídos con la invitación. En un último intento por convencerlos, mientras arman una fila para subir a la embarcación, aclara: “tenemos frazadas”.
Estocolmo está cubierta de nieve, pero eso no impide recorrerla, al contrario, resulta atractivo para quienes eligen unas vacaciones lejos del calor. Un conjunto de ropa térmica, una buena organización para gestionar días cortos y listos a conocer el destino que se autoproclama Capital de Escandinavia, aunque sus vecinas Oslo y Copenhague tengas condiciones de sobra para disputarle el título.
La capital de Suecia se reparte entre 14 islas, unidas por más de 50 puentes. El país fue el último en ingresar a la OTAN, y desde 1995, pertenece a la Unión Europea, aunque conserva su propia moneda, la corona sueca. Para calcular gastos, 10 euros equivalen a 115 sek.
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Los turistas suben a la embarcación, frotan las manos por un poco de calor y se acomodan adentro. Ninguno tuvo el coraje de subir a cubierta. El punto de salida es Strömkajen, a orillas del Grand Hotel.
El recorrido dura una hora y cuarto y es un buen primer pantallazo para tomar nota de los lugares que menciona el guía. Así pasan por la ventanilla, como si uno hojeara un catálogo de viajes: el museo del buque hundido, Vasa; Skansen, el museo al aire libre más antiguo del mundo; una torre de ladrillos que resulta ser el estudio donde ABBA, el grupo de música sueco, grabó sus canciones más conocidas; y Gamla Stan, el famoso casco antiguo, entre otras atracciones turísticas.
El tiempo ideal para visitar Estocolmo es entre tres y cuatro días, recomienda Gunnar, y agrega: “Las distancias son cortas y la ciudad se puede recorrer a pie, a pesar del frío. Porque como decimos los suecos, el problema no es el clima, sino vestirse con la ropa adecuada”.
Estocolmo en invierno es su versión más auténtica. La sensación térmica apenas supera los cero grados y la nieve forma una cobertura de frío helado sobre las calles. Por los caminos de Gamla Stan, el casco antiguo, los turistas pasean como en cualquier otra temporada del año. Por las ventanas de los cafés se ven ambientes cálidos, iluminados con velas. La gente sacude la nieve de sus botas antes de entrar y se entrega a lo que los suecos llaman fika, una pausa para disfrutar una bebida caliente con algo dulce.
En Gamla Stan se empezó a contar la historia de Estocolmo, una isla que conserva aires medievales y rincones llenos de pasado. Perderse por sus callecitas no sería un buen plan, lo ideal es anotar esos nombres de lugares que se remontan al siglo XIII, y no saltearse ninguno durante el recorrido.
Mårten Trotzigs Alley, con 90 centímetros de ancho, figura entre los callejones más angostos del mundo. De frente a esa apertura estrecha, un grupo de personas se amontonan para bajar sus escalones. Svartmangatan es una calle bastante más amplia y una de las más antiguas de la ciudad. No importa cuál sea el camino, todos llevarán hacia Stortorget, la plaza principal con los famosos edificios de colores, junto al Museo de los Premios Nobel, y a metros de Riddarholmskyrkan, la iglesia que conserva las tumbas de la familia real desde 1270, una de las construcciones más antiguas.
La casa de la monarquía
Una guía española señala con su paraguas el edificio rojo de la plaza Stortorget y relata: “El número 20 tiene ladrillos blancos, cada uno representa las 82 cabezas que cortó el rey danés Christian II en 1520, conocido como el baño de sangre, que desencadenó el final de la Unión de Kalmar”. En 1397, Suecia, Noruega y Dinamarca se unieron bajo un mismo reino, gobernado por la reina danesa Margarita I, y ese hecho, en esa plaza, determinó años más tarde su disolución.
Hoy, Suecia es una monarquía constitucional y una democracia parlamentaria. El primer ministro, Ulf Kristersson, es el jefe del Gobierno, y el rey (desde 1973) es Carlos XVI Gustavo, de 78 años, quien cumple la función de jefe del Estado.
La residencia oficial de la monarquía sueca es el Palacio Real de Estocolmo, que también es sede de la jefatura de Estado.
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La calle parece una pista de hielo sobre el empedrado y al estar todo cubierto de nieve resulta difícil reconocer los accesos a la Cámara del Tesoro para ver las joyas de la corona; al Museo de las Tres Coronas, dedicado a la historia medieval del palacio destruido por un incendio en 1697; y a los Departamentos de Huéspedes que desde 1890 hospedan a las visitas oficiales de Estado. Todos sectores de la residencia abiertos al público.
La división de Estocolmo por islas organiza el recorrido. Qué ver en cada una es la mejor manera de aprovechar el tiempo, teniendo en cuenta que los cruces de una a la otra no toman más de 15 minutos a pie. Si bien los días comienzan tarde y terminan temprano, rinden. Durante el invierno amanece pasadas las 8; la mayoría de los museos abre a las 10, el cielo oscurece alrededor de las 16, y los paseos pueden continuar bajo las luces de la ciudad.
Después de andar Gamla Stan, la ruta sigue por la isla de Djurgården cuando abre el Museo Vasa, que junto al de Edvard Munch en Oslo, son los más visitados de la región escandinava. El edificio por fuera es un adelanto de lo que se verá por dentro, la estructura de un barco tan grande como una construcción de cuatro pisos. Ese fue y es el Vasa, un buque que mandó a construir el rey Gustavo II Adolfo, en 1626, para dominar el Báltico, pero se hundió a los 1000 metros de su viaje inaugural y fue rescatado en 1961. La nave mejor conservada del mundo mantiene el 98 por ciento de sus piezas originales, y como afirma un documental a la entrada: “Si hubiese navegado bien, quizás no sería posible verlo hoy”.
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♬ Stockholm – Jagvillhakörv
Bebidas espirituosas
A pocos metros, una fila de mesas en la vereda con mantas sobre los asientos, hace pensar en un bar más que en una exhibición. Desde la barra del Spritmuseum, Marcus da la bienvenida: “El museo de bebidas espirituosas no trata sobre el alcohol, sino sobre la cultura sueca y la relación de los suecos con la bebida”, dice.
Adentro, las salas conectan botellas de Absolut Vodka intervenidas por Andy Warhol, en una muestra sobre arte pop y negocios; relatos de 1920, cuando el 4,2 por ciento de la población participaba en la venta ilegal de alcohol y al Báltico lo llamaban Mar del Vodka porque era la ruta del tráfico hacia Polonia y Alemania; y notas que documentan cómo finalmente el control de todo quedó en manos del Estado.
Hoy, la prueba de este monopolio son los supermercados que solo pueden vender bebidas con menos de 3,5 grados de alcohol, el resto se consigue en Systembolaget, tiendas administradas por el gobierno sueco.
El alcohol, la historia nórdica, los vikingos y la música de ABBA quedan separados por metros, en un museo tras otro, pero es un mediodía de sol ideal para conocer Skansen y visitar el parque con casas de una ciudad antigua, mientras personajes atrapados en 1930 comparten su día a día. El farmacéutico en su farmacia, el mecánico en su taller, o la hija del herrero en su hogar con baño cerrado, cuenta el privilegio que significa tener calefacción, mientras los visitantes de 2025 toman fotos con sus teléfonos móviles.
Hay tanto para ver en Estocolmo, que por momentos uno se olvida del frío, la lluvia o el viento. El Museo Historiska, en Östermalm, tiene hasta el 11 de mayo una exhibición imperdible sobre El Gran Ruido, una persecución de brujas entre 1668 y 1676. El Museo Nacional, en Norrmalm, está a pasos del puente que une con la isla Skeppsholmen, donde se puede visitar un museo de arte contemporáneo, Moderna, y Arkdes en el mismo edificio.
La capital sueca cautiva, y en la plaza Norrmalmstorg, la tienda Acne Studios esconde la historia del robo frustrado al Banco de Crédito, en 1973. El asalto terminó con la detención de los ladrones, y el vínculo afectivo entre los rehenes y sus captores dio nombre al síndrome de Estocolmo.
Spotify, IKEA, Absolut Vodka, H&M y la dinamita, otra creación sueca del químico Alfred Nobel, que al morir dejó su fortuna para premiar a quienes hicieran una contribución al mundo. Excepto el de la paz, que se entrega en Oslo, los otros se otorgan en la Sala de Conciertos de Estocolmo. El edificio solo se puede visitar con un paseo guiado.
Si queda tiempo, 75 minutos es lo que dura el boleto simple de metro a 42 sek (3,6 euros), y no habría que despedirse de Estocolmo sin antes pasear por sus estaciones. Quién hubiese imaginado que el sistema de transporte subterráneo sería, con 110 kilómetros, la galería de arte más larga del mundo. Desde 1957, 150 artistas intervinieron más de 90 estaciones. Ir de Kungsträdgården, a Solna, Stadium, o T Centralen es pasear entre murales, estatuas e instalaciones. Dos consejos: tomar como referencia T Centralen, hacer combinación con la línea roja y volver hacia la azul, y no perder de vista el reloj, si vence el boleto y aparece el guarda, la multa es de 1500 sek, unos 130 euros.
Datos útiles
Transporte
- Desde el Aeropuerto Internacional Arlanda a la Estación Central de Estocolmo, Arlanda Express es la forma más rápida, pero también la más cara. Un viaje en tren de 18 minutos cuesta 340 sek (30 euros).
- Flygbussarna es un servicio de ómnibus que llega a la Estación Central en 40 minutos, por 149 sek (13 euros). La compra del boleto anticipado desde la app, ahorra 2 euros.
Alojamiento
- Las zonas más céntricas para buscar alojamiento son: Norrmalm, cercana a la Estación Central de Trenes, y los barrios que la limitan: Östermalm, Vasastan y Kungsholmen.
Paseos de temporada
- Stromma ofrece recorridos en barco de una hora y cuarto, con tres salidas diarias. La primera es a las 10.30.
- Durante el invierno, el hop on hop off recorre la ciudad solo los fines de semana.
Para más adelante
- El palacio Riddarhuset está cerrado por renovación hasta diciembre de 2025, al igual que la iglesia donde se pueden visitar las tumbas de la monarquía sueca.
- La torre del Ayuntamiento cierra en esta época del año y vuelve a abrir en mayo. El castillo Gripsholm, Rosendal, Ulriksdal, Skokloster y el Museo de Gustav III también están cerrados durante la temporada invernal. El Museo Nobel reabre el 14 de febrero.