Colgada de una de las botavaras, rodeada de un cielo azul y con el océano Atlántico 40 metros abajo, la princesa Leonor (19) ata cabos y enrolla con gran destreza una de las inmensas velas del Juan Sebastián de Elcano. El Elcano –tal como se lo conoce– es uno de los barcos más emblemáticos de la Armada española: se trata de un buque escuela y allí, desde el 11 de enero pasado, cuando partió del puerto de Cádiz, al sur de Andalucía, la heredera del trono español navega hacia otro hito de su formación.
Acompañada por otros 75 compañeros guardiamarinas (así se llama en España a los alumnos de la Escuela Naval Militar), la primogénita de los reyes Felipe VI y Letizia de España está embarcada en una travesía desafiante y emblemática por el océano Atlántico: llevar a cabo maniobras de navegación a vela (la idea es aprovechar al máximo los vientos y sortear tormentas), realizar actividades vinculadas a la formación logística y táctica militar y, por supuesto, estudiar meteorología. Si bien está previsto que el recorrido total del buque dure seis meses –el itinerario completo supone hacer puerto en ocho países, como Brasil, Uruguay, Chile, Perú, Panamá, Colombia, República Dominicana y los Estados Unidos–, la princesa de Asturias no lo realizará completo: estará sólo un mes en altamar y no volverá a España en barco, sino en avión debido a que su plan de estudio supone sumarse a una fragata de la Armada, donde pasará también un mes.
UNA EXPERIENCIA ÚNICA
No bien zarpó del puerto de Cádiz, la princesa Leonor y sus compañeros (no sólo hay varones dentro del grupo, sino que también hay mujeres) cambiaron rápidamente sus uniformes blancos de gala y sus gorras por monos –a veces negros; a veces, naranja– para lanzarse a una de las experiencias más emocionantes de su vida. En el Elcano –un buque que, en 2027, cumplirá 100 años– las actividades comienzan temprano, mucho antes de que amanezca.
Además de tomar apuntes y participar de clases y conferencias, deben turnarse para realizar guardias y llevar a cabo ejercicios para mejorar sus destrezas navales. Dentro de las actividades diarias está, por supuesto, limpiar y mantener el barco en excelentes condiciones.
Y la princesa no esquiva estas tareas: en varias de las imágenes que la Casa Real ha difundido, se la puede ver pasando el escurridor de piso o sacando lustre a este velero histórico, entre otras de las tareas de mantenimiento, siempre impecable, con el mismo peinado que llevaba cuando estaba en la Academia General Militar de Zaragoza –trenzas sujetadas con hebillas–, concentradísima y con una gran sonrisa.