Lanús es un equipo en construcción. Uno de tantos, que trata de enderezar el rumbo durante las competencias. No empezó nada bien: dos derrotas, 2-0 frente a Riestra y 2-1 contra Rosario Central. Mauricio Pellegrino, un conductor serio y aplicado, le imprimió orden y disciplina, pero no tuvo en cuenta el valor de la picardía. El equipo cambió, se desató un poco y empezó a volar. Bajito, es cierto. Pero es un comienzo.

Primero, el torneo Apertura, que lo veía perdedor, lo descubrió en otra sintonía. Un 2-0 sobre Sarmiento, en un desarrollo que pudo tener un resultado más abultado, y este miércoles, un 4-0 a Lamadrid, un conjunto del ascenso profundo, que le permitió alcanzar los 16avos de final de la Copa Argentina. Arrancó Lanús.

Un contraataque perfecto, más allá de cierta liviandad de su entusiasta rival a la hora de marcar, acabó con una maravilla de Marcelino Moreno. El 10 levantó la cabeza, pinchó el balón y lo arrojó sobre el cuerpo del arquero. Una delicia de un jugador de otra clase. Cuando quiere, cuando se esmera, Lino juega en una sintonía superior.

Al rato, estampó un disparo en un poste (una magnífica asistencia de Alexis Canelo) a la salida de una serie de confusiones, Dylan Aquino, una de las joyas granates, estableció el 2-0 en el final del primer capítulo. Y sentenció al suspenso.

“Desde el primer minuto se busca el arco. Intentamos que el rival este incómodo, saltamos bien la presión, y debemos tener cierta precisión. Lo que nos falta es una cuota de calma para concretar las situaciones que generamos, y mejorar en el tema físico y en lo defensivo. Necesitamos seguir ganando para darle confianza a todo el grupo”, sostiene el DT Pellegrino, más allá del partido de esta noche, en una declaración de su modo de entender el juego.

Pellegrino sabe que falta una eternidad. Y en el mientras tanto, avanza. “Estamos en el inicio del ciclo, vamos cinco semanas de trabajo, y todos los partidos son importantes. Y así tomamos este partido ante Lamadrid por la Copa Argentina. Vamos dando pequeños pasos de crecimiento y hay que seguir sumando futbolistas para consolidar el plantel”, cuenta. Se trata, por ejemplo, de Juan Ramírez (jugó 35 minutos), el volante de vuelo bajo en Boca y de Armando Méndez, un tractor por el sector derecho, de anterior paso por Newell’s.

“Los jugadores que trajimos lo hicimos pensando en que puedan encajar en nuestra idea futbolística, son jugadores de características diferentes y creo que le pueden dar mucho al equipo. Van pocas semanas de trabajo y en este tiempo es difícil crear un estilo de juego, una idea, y por eso creo que hay muchos aspectos en los que debemos seguir mejorando. A mí me gusta la actitud, cómo se trabaja, es un grupo humilde, que tiene mucho para dar. Hay juventud, hay experiencia, y ahora el desafío es transformarnos en un equipo competitivo”, cuenta, siempre con tono calmo y palabras reflexivas, un entrenador que va entrando de a poco en el Mundo Lanús.

En el arranque de la segunda mitad, Orozco convirtió el 3-0, en virtud de otra clase de Marcelino, crack de los suburbios. Al rato, con espacios y un rival con medias bajas, también Moreno convirtió el cuarto. Rápidamente, fue reemplazado por Ramírez. Cerca del final, el elenco de la primera C pudo descontar una y otra vez. No tuvo puntería. Y Lanús, que también pudo extender la diferencia, redondeó una goleada necesaria para el presente, imprescindible a futuro.

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