En 1875, la ciudad de Rosario tuvo un barco cañonero británico apuntando a sus costas por un enfrentamiento que combinó tensiones políticas, económicas y diplomáticas. Se desencadenó por una lucha entre el gobierno provincial y la dirección del Banco de Londres y Río de la Plata. El episodio puso en jaque la soberanía financiera y relaciones diplomáticas con el Reino Unido. También expuso al senador nacional Manuel Quintana, quien años más tarde se convertiría en Presidente de la Nación y optó por defender los intereses británicos, generando reacciones controversiales.

Tiempo después de la batalla de Caseros, en la que Justo José de Urquiza derrotó a Juan Manuel de Rosas, Rosario entró en un período de expansión acelerada gracias a su flamante asignación como puerto de la confederación. Con Buenos Aires separada, autoproclamada Estado independiente y Urquiza a la cabeza del gobierno federal, la ciudad santafesina se convirtió en un punto clave para el comercio e inversiones tanto nacionales como internacionales.

Batalla de Caseros

El Banco Nacional de la Confederación se instaló en Rosario, lo que provocó que otras entidades también comenzaran a interesarse en la zona. En 1865, el Banco de Londres y Río de la Plata abrió una sucursal en la ciudad, un movimiento que parecía natural en el contexto de la creciente influencia británica en la economía argentina. Con el tiempo, el banco inglés no solo se consolidó, sino que comenzó a expandirse de modo acelerado, absorbiendo otros más pequeños y aumentando su influencia en la economía local. Mas tarde, este crecimiento causó una feroz batalla con la conducción provincial que se agravó hasta un punto alarmante.

En este contexto, la ciudad de Rosario fue víctima y testigo de una de las crisis diplomáticas más tensas de la historia argentina. Para conocer lo ocurrido, LA NACION dialogó con Ulises Lanza, docente de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y fundador de la cuenta de divulgación histórica “@dehistoriasomos”.

¿Cómo se inició el conflicto?

-El disparador fue iniciado por el gobernador de Santa Fe, Servando Bayo, que estaba muy interesado en fortalecer la posición financiera de la provincia. Con este objetivo en mente, fundó en 1874 el Banco Provincial de Santa Fe. La institución buscaba competir directamente con entidades privadas, ofreciendo crédito a tasas muy bajas y emitiendo billetes en gran cantidad. Esto planteaba una clara amenaza a los intereses del Banco de Londres y generó una incomodidad que, a lo largo de los próximos días sólo continuó escalando.

El edificio de la sucursal Rosario del Banco de Londres & Río de la Plata, en la calle San Martín entre Córdoba y Rioja, durante su construcción en 1870.

¿Que provocó esa escalada?

-Meses más tarde, la provincia profundizó su estrategia, sancionando una ley que establecía que los únicos billetes válidos en su territorio serían los emitidos por el Banco Provincial y Nacional. Esto dejaba al Banco de Londres en una posición complicada, sin la posibilidad de acuñar billetes propios ni operar con la misma libertad, amenazando fuertemente sus intereses.

¿Cómo reaccionó el Banco de Londres?

-El banco británico reaccionó a la altura con una táctica agresiva: adquirió una gran cantidad de billetes del Banco Provincial y los presentó a cobro en una sola operación. Este movimiento era letal: el banco santafesino no se encontraba en condiciones de responder al pago en metal de semejante cantidad de billetes y parecía que Londres se lo llevaría puesto como ya había hecho con otros competidores, en una práctica que algunos tildaban de monopólica.

Durante esos años, al no existir una moneda nacional, los bancos tenían la facultad de emitir, siempre y cuando contaran con el equivalente en oro almacenado en sus reservas.

¿Que decidió Bayo frente a esto?

-Teniendo claras la magnitud e intencionalidad del ataque financiero, el gobierno santafesino tomó medidas drásticas: declaró al Banco de Londres “una institución ruinosa a los intereses públicos, hostil y peligrosa para la provincia”, le revocó la autorización para operar y ordenó su liquidación. Más tarde también envió a oficiales de la policía provincial a tomar control de la sucursal rosarina del banco inglés, incautar su tesoro y arrestar a su gerente.

Mapa de Rosario en 1875, realizado por José Antonio Pillado.

Manuel Quintana y un conflicto de intereses

El enfrentamiento no tardó en escapar del territorio rosarino y convertirse en un conflicto diplomático internacional. El Reino Unido tenía importantes intereses económicos en Argentina y no estaba dispuesto a permitir lo que consideraba una confiscación arbitraria de sus bienes, según explica Lanza. En un controversial episodio, Manuel Quintana, abogado del Banco de Londres y Senador nacional, asumió el rol de negociador y presionó fuertemente al gobierno nacional. En este contexto, una vez iniciado el conflicto, debió renunciar a su banca del Congreso alegando motivos de salud.

Pero su posicionamiento no fue ambiguo ni se mostró de ambos lados del mostrador, la postura estaba clara. “Los ingleses contaron con la representación y asesoramiento jurídico del destacado abogado Manuel Quintana, quien tiempo después sería Presidente de la Nación entre 1904 y 1906. En una de esas tantas reuniones, Quintana advirtió a Irigoyen que los ingleses podían tomar medidas extremas contra Rosario haciendo recalar en su puerto a un barco bombardero; Irigoyen se mostró molesto ante un argentino que apoyaba el avasallamiento del capital extranjero y se negó a seguir negociando hasta que Quintana se retirara de la reunión”, narra.

En un documento histórico de la época, figura un testimonio al respecto de Estanislao Zeballos, quien presenció el incidente. “Apenas el abogado Manuel Quintana anunció en forma intimidatoria la presencia de una cañonera inglesa en el puerto de Rosario, el canciller, con digna reacción, se puso de pie y se negó a continuar hasta que Quintana se retirase del despacho, no aceptando que un argentino fuese portavoz de una intimidatoria extranjera”, relata Zeballos.

El puerto de Rosario alrededor del año 1863.

El gobierno nacional se mantenía firme en su postura, pero los británicos tampoco dieron marcha atrás. Enviaron la cañonera HMS Beacon, que se encontraba en las costas de Montevideo, al puerto de Rosario. Según el discurso oficial, su misión era “proteger los intereses británicos”, alegando que solo se encontraba allí para preservar el tesoro del Banco confiscado por la policía local, pero su sola presencia era un gesto de intimidación que tensaba aún más la situación.

Si bien desde Londres aconsejaban agotar todas las vías diplomáticas antes de recurrir a la fuerza, la situación en Rosario era delicada. En este panorama los asesores letrados del banco de Londres, Quintana incluido, recomendaron “fuertes y enérgicas medidas”, como el envío de la cañonera inglesa Beacon de Montevideo al puerto de Rosario. Parecía que lo que la diplomacía no podía resolver, lo haría la pólvora. Mientras tanto, desde Inglaterra aconsejaban que no había que “recurrir a medidas extremas hasta que todas las pacíficas no hayan fracasado”. En el puerto de Rosario la situación se iba a complicar si el tesoro no aparecía.

-¿Cómo se resolvió?

El conflicto llegó a su punto máximo cuando el presidente del Banco de Londres, una figura de considerable importancia incluso en el Reino Unido, viajó personalmente a Argentina para negociar con el gobernador de Santa Fe, Servando Bayo. Tras intensas conversaciones, en las que intervino también el entonces Ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto Bernardo de Irigoyen, se llegó a un acuerdo: el Banco de Londres concedería un préstamo en libras esterlinas al Banco Provincial de Santa Fe, y a cambio, el gobierno devolvería los bienes incautados y liberaría al gerente detenido.

Sin embargo, Bayo impuso condiciones adicionales: el nuevo gerente de la sucursal rosarina del Banco de Londres debía ser aprobado por la provincia y la cañonera británica debía abandonar Rosario de inmediato. Aunque con cierta inconformidad, los británicos aceptaron estos términos, poniendo fin a la crisis y retomando una actividad cercana a la habitual, aunque con estas significativas modificaciones.

Moneda de la Confederación Argentina del año 1854.

¿Hubo peligro real de un bombardeo sobre Rosario?

-Si. En ese momento, la situación era extremadamente tensa. La presencia de un barco de guerra británico en el puerto de Rosario era un gesto marcado de amenaza latente y demostración de fuerza. Si la diplomacia fallaba, podía haber desembocado en un enfrentamiento armado.

La resolución presentó una evidente victoria de Servando Bayo, quien fortaleció su imagen pública y sentó el precedente para otras instituciones extranjeras que quisiesen disputar el poder o torcer su estrategia económica.

“Este episodio evidencia la coyuntura argentina de ese entonces. En primer lugar, demuestra la fragilidad de la Argentina del siglo XIX frente a las potencias extranjeras. También destaca la existencia de figuras con una postura firme en la defensa de la soberanía nacional, como la que tuvo Bernardo de Irigoyen, en contraposición a un ala más aperturista o que defendía una postura de mayor dependencia material. Denota la influencia directa que ejercía el capital extranjero en los círculos políticos y la economía nacional, y como competía con las autoridades que contaban con los cargos institucionales”, reflexiona Ulises Lanza.