Llegó en silencio en medio del supermercado de pases de Boca y en su tercer partido en el club recibió su primera ovación con la camiseta azul y oro. Y no es para menos: en un partido cerrado, de esos en los que solo una genialidad podía quebrar el trámite, Carlos Palacios apareció en todo su esplendor para encaminar una noche que pintaba complicada y darle al impredecible Boca de Gago su primer triunfo en el Torneo Apertura. Fue 2-1, con tantos de Edinson Cavani y del exdelantero de Colo Colo, que convirtió uno de los goles más lindos de la fecha y festejó, como tanto soñó de chico, trepado al alambrado de la Bombonera.
Fue un desahogo, un estallido, un bálsamo de optimismo para un Boca que otra vez estuvo lejos de las expectativas generadas y salvó la ropa en el segundo tiempo gracias al golazo del atacante de 24 años, al que Boca buscó durante tres mercados seguidos y por el que invirtió casi cinco millones de dólares en el 100 por ciento de su ficha.
Es que el primer tiempo de Boca había sido de preocupante para abajo. Un rejunte de voluntades sin brújula impulsada por inercia contra el arco de Huracán. Un equipo espasmódico que dependió exageradamente de la inspiración de sus hombres de ataque para generar algo de juego y alguna que otra acción de peligro. En esos 45 minutos para el olvido, Boca mostró las mismas falencias que en los dos partidos anteriores: fue un equipo permeable, largo e inconexo, que casi no se pasó la pelota y sufrió cada embate del rival.
Los de Frank Kudelka entendieron que no era negocio cederle campo y terreno a este Boca repleto de buenas individualidades y, como Argentinos en el debut, salió a imponer condiciones y a plantarse en campo adversario. Con un interesante doble 5 conformado por Leonel Pérez y Leonardo Gil, dos que juegan y corren por igual, y dos flechas como Mazzantti y Alanís, que iban y venían por las bandas, el Globo ocupó mejor el ancho del terreno y, sin ser un equipo vistoso, pero sí aplicado y prolijo con el balón, manejó el ritmo del partido y casi no pasó sobresaltos ante un Boca repleto de figuras.
Lo mejor del triunfo de Boca
El Xeneize, en cambio, con Belmonte y Alarcón solos contra el mundo, sin ayuda de los extremos (Zeballos por un lado, Velasco por el otro) y con Palacios abocado por completo a tareas ofensivas, no hizo pie en los primeros minutos y apenas si levantó aplausos con la desfachatez del chileno para encarar o alguna pincelada del intermitente Velasco, de lo mejorcito de la primera mitad.
El 1-0, de hecho, nació casi de manera accidental, tras una guapeada del exIndependiente, que fabricó una falta en la puerta del área y que luego Cavani cambió por gol. El remate bajo del uruguayo se desvió en los pies de Gil y dejó sin reacción al arquero Galíndez, que solo atinó a rezar. Fue el 24° gol para el charrúa en 57 partidos y el primero en 2025.
Pero Boca aún no aprendió a administrar la ventaja. Como hace algunos días en Santa Fe, cuando tuvo para rematar a Unión y terminó sumando un punto con gusto a derrota, volvió a fallar situaciones claras y Huracán aprovechó su momento. El gol del Globo volvió a llegar por arriba, otro gran talón de Aquiles del Boca de Fernando Gago. Y fue con polémica, porque si bien Marco Pellegrino ganó lícitamente en el área de Marchesin (de más que aceptable debut, con un par de salvadas importancias), la posición de Fabio Pereyra debió ser observada por el VAR y también por Silvio Trucco, ya que había partido adelantado. Finalmente, el árbitro revisó la jugada, entendió que el zaguero no interfería en la visión del arquero y sancionó un empate que tenía mucho más que ver con el desarrollo del partido.
Con Zeballos, Palacios y Velasco, más Cavani anclado en el área, Boca daba demasiadas referencias en ataque, por lo que eran fácilmente tomados y obligados a jugar hacia atrás. Para colmo, Advíncula perdió una chance increíble en el cierre del primer tiempo y Boca se fue al descanso con muchísimas más dudas que certezas.
La entrada de Merentiel resolvió casi todos los problemas. Porque la Bestia es un 9 goleador pero, a diferencia de Cavani, también aporta en el juego. Y en una de sus primeras intervenciones serias armó el jugadón con Palacios que derivó en el 2-1. El chileno dejó correr la pelota entre sus piernas y pico al área en busca de la descarga, Merentiel lo habilitó con un toque sutil y el chileno definió de primera y con enorme categoría. Golazo.
Boca se acomodó mejor con la ventaja y Huracán, golpeado y ya sin piernas, no tuvo reacción, banco ni energías para forzar el empate. Battaglia creció en el final y Marchesin brindó la seguridad que a Boca tanto le venía faltando.
En conclusión, Boca ganó el partido que tenía que ganar. Y aunque aun tiene muchísimo por corregir -en especial, de cara a lo que serán los repechajes para ingresar a los grupos de la Copa Libertadores-, logró un triunfo revitalizador que lo ubica cuarto en la tabla de posiciones y le permite trabajar con otra tranquilidad de cara al clásico con Racing del próximo domingo en Avellaneda. El aplauso del final fue más un premio al esfuerzo que un reconocimiento al juego del equipo, que a pesar de esta victoria celebrada aún sigue brillando por su ausencia.