NUEVA YORK.– Cada día, miles de millones de células de nuestro cuerpo se dividen o mueren. Todo forma parte de los intrincados procesos que mantienen la sangre fluyendo desde nuestro corazón, los alimentos moviéndose a través de nuestro intestino y nuestra piel regenerándose. Sin embargo, de vez en cuando algo sale mal y las células que deberían morir o dejar de crecer simplemente no lo hacen. Si no se controlan, esas células pueden convertirse en cáncer.
La cuestión de exactamente cuándo y por qué ocurre eso –y qué puede hacerse para impedirlo– dejó perplejos durante mucho tiempo a los científicos y médicos especializados en cáncer. A pesar de las preguntas sin respuesta que quedan, realizaron enormes avances en la comprensión y el tratamiento de esta enfermedad.
“Tenemos mucho menos miedo de decir a los pacientes lo que sabemos y lo que no sabemos, porque sabemos mucho más”, dijo George Demetri, vicepresidente senior de terapias experimentales del Dana-Farber Cancer Institute de Boston.
En vísperas del Día Mundial contra el Cáncer, que se conmemora el 5 de febrero, estas son algunas de las grandes preguntas sobre el cáncer que los científicos empezaron a responder.
¿Por qué algunas mutaciones genéticas provocan cáncer y otras no?
Los científicos solían pensar que las mutaciones genéticas –cambios en la secuencia de letras del ADN– eran la base de todos los cánceres.
Solo tenían razón en parte. “Las mutaciones son muy importantes, pero no son toda la explicación de un tumor”, sostuvo Douglas Hanahan, distinguido académico del Instituto Ludwig para la Investigación del Cáncer en Lausana, Suiza. Algunas mutaciones permanecen inactivas toda la vida, sin llegar nunca a provocar un cáncer.
Ahora está claro que, aparte de las mutaciones del ADN, hay otros factores que alteran cómo se expresan los genes. Se denominan cambios epigenéticos y los científicos descubrieron que desempeñan un papel muy importante en el desarrollo del cáncer.
Los científicos no comprenden del todo qué provoca los cambios epigenéticos, pero se cree que entre los posibles culpables están el envejecimiento, las exposiciones dietéticas y ambientales, y la inflamación crónica.
¿La contaminación puede provocar cáncer? ¿Y los microplásticos?
Los científicos saben desde hace tiempo que algunas sustancias químicas, como el asbesto y el radón, o como las del humo de los cigarros y el alcohol, pueden provocar cáncer. Pero en los últimos años, algunas investigaciones emergentes hicieron saltar las alarmas sobre los riesgos de la contaminación atmosférica y los microplásticos, así como de las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas, o PFAS.
La ciencia al respecto está todavía muy lejos de llegar a un acuerdo.
“Hay indicios de que estas cosas pueden ser cancerígenas, pero qué cánceres, cuándo y cómo es de lo que tenemos que obtener mucha más información”, aclaró W. Kimryn Rathmell, exdirector del Instituto Nacional del Cáncer.
Las pruebas son más sólidas en el caso de la contaminación atmosférica. Se demostró que las partículas finas, conocidas como PM 2,5, aumentan el riesgo de cáncer de pulmón y de mama, afirmó Loretta Erhunmwunsee, profesora asociada de cirugía torácica en City of Hope, una organización de investigación y tratamiento del cáncer.
Es probable que importe a cuánta contaminación estuviste expuesto y durante cuánto tiempo. Las investigaciones demuestran que la población afrodescendiente en Estados Unidos está expuesta a niveles desproporcionadamente altos de contaminación atmosférica; también presenta tasas más elevadas de cáncer de pulmón y de muerte por esta enfermedad que otros grupos raciales.
Ahora sabemos que “el contexto social realmente influye en muchos de los resultados del cáncer que observamos, e incluso en el propio desarrollo y riesgo de cáncer”, sentenció Erhunmwunsee.
¿Qué relación tiene la inflamación con todo esto?
Durante años, los científicos buscaron sustancias químicas en nuestra dieta y nuestro entorno que causaran mutaciones genéticas. Pero cada vez está más claro que si tales exposiciones afectan nuestro riesgo de cáncer, probablemente lo hacen provocando inflamación, no dañando directamente el ADN, explicó Robert Weinberg, profesor de biología del Instituto Tecnológico de Massachusetts.
Por ejemplo, el intestino: llevar una dieta poco saludable puede alterar el equilibrio de nuestro microbioma, permitiendo que ciertas bacterias crezcan sin control. Los científicos creen que esto puede causar inflamación crónica, que puede provocar cáncer de colon o de páncreas, apuntó Davendra Sohal, oncólogo del Cancer Center de la Universidad de Cincinnati, quien se especializa en cánceres gastrointestinales.
La inflamación también puede promover el cáncer en células que ya mutaron. Se demostró, por ejemplo, que las partículas PM 2,5 provocan inflamación en los pulmones, despertando células mutantes inactivas para estimular la formación de tumores.
¿Qué da a los tumores el poder para crecer sin control?
El cáncer no es solo un grupo de células anormales que crecen de una forma que no deberían. Los científicos reconocen ahora que los tumores son tejidos complejos formados por células cancerosas y células normales que fueron reclutadas para apoyar su crecimiento.
Muchas de estas células normales son el mismo tipo de células inmunitarias que inundarán el lugar de una lesión o infección para ayudar a curar esa herida, contribuyendo a que se multipliquen nuevas células, generando vasos sanguíneos, estimulando nuevo tejido conjuntivo y evitando los ataques de otras partes del sistema inmunitario. Se trata de capacidades que las células cancerosas pueden cooptar indefinidamente para apoyar su propio crecimiento.
“Los tumores son heridas que no cicatrizan”, destacó Hanahan, citando una observación que cambió el paradigma, realizada por primera vez en la década de 1980 por el patólogo de Harvard Harold Dvorak.
Gran parte del modo en que los tumores hacen metástasis –se extienden y se establecen en lugares lejanos– sigue siendo un misterio, dijo Kevin Cheung, profesor asociado de hematología y oncología del Fred Hutch Cancer Center de Seattle (Washington). Sus investigaciones demostraron recientemente que las células muertas y moribundas de un tumor pueden crear un entorno que facilita que las células tumorales vivas salgan y se propaguen. Otras investigaciones sugieren que las células inmunitarias podrían transferir su contenido a las células tumorales para hacerlas más invasivas.
¿Qué factores de riesgo están realmente bajo nuestro control?
Muchos cánceres se forman por razones que están completamente fuera de nuestro control. “Siempre habrá algunos cánceres, incluso aunque tuviéramos la mejor prevención”, admitió Rathmell. Pero la prevención puede marcar una gran diferencia.
Los epidemiólogos calculan ahora que el 40% de los cánceres, y un porcentaje similar de las muertes por cáncer, pueden atribuirse a factores de riesgo que la gente puede abordar. El mayor de ellos es fumar cigarrillos, pero la lista también incluye la exposición al sol, el consumo de alcohol y el exceso de peso corporal.
Algunas infecciones, como las causadas por los virus de la hepatitis B y C, el virus del papiloma humano y la bacteria H. pylori, también pueden provocar determinados cánceres. Vacunarse contra el VPH y someterse a pruebas de detección de hepatitis y H. pylori puede reducir el riesgo.
¿Cuál es la forma correcta de tratarlo?
Hace solo unas décadas, el tratamiento del cáncer implicaba bastantes conjeturas. “Nos limitábamos a administrar venenos y esperar lo mejor”, declaró Demetri.
Ahora, sin embargo, los oncólogos tienen una idea más clara de quién puede beneficiarse de la quimioterapia –que administra toxinas que matan las células sanas además de las cancerosas– y quién puede beneficiarse de un tratamiento con objetivos más específicos, como un fármaco que ataca una proteína defectuosa concreta en un cáncer.
Los médicos también disponen de mejores tratamientos gracias, en parte, a una comprensión más avanzada del papel del sistema inmunitario en el cáncer.
“Cómo funciona el sistema inmunitario, qué hace que esas células sean diferentes, qué hace que se activen, qué hace que estén inactivas, cuándo se activan y cuándo se desactivan… Había que saber todo eso antes de poder intentar jugar con los controles”, detalló Rathmell.
Poder jugar con esos controles abrió todo un nuevo campo de tratamiento del cáncer, conocido como inmunoterapia. Los médicos pueden ahora quitar los frenos de las células T –las luchadoras del sistema inmunitario que eliminan las células cancerosas– con terapias inhibidoras de los puntos de control utilizadas para tratar los cánceres de pulmón y de piel, entre muchos otros. También pueden diseñar células T para que encuentren y combatan el cáncer. Este es el enfoque detrás de la terapia con células CAR-T, que fue más eficaz en el tratamiento de los cánceres de la sangre.
¿El cáncer es curable?
Aunque la gente puede pensar que un cáncer está “curado” una vez que alguien está en remisión, los médicos fueron históricamente reacios a prometer que podrían deshacerse por completo del cáncer de una persona. “Nunca nos atrevimos a utilizar la palabra ‘cura’”, reconoció Marcel van den Brink, presidente del Centro Médico Nacional City of Hope. Pero los tratamientos más recientes, como los trasplantes de células madre y células CAR-T, le dieron a él y a otros médicos más esperanzas.
“Hubo un cambio radical, de ‘morirás de este cáncer’ a ‘tenemos terapias disponibles y emocionantes con las que vamos a trabajar’”, dijo Rathmell.
Aunque no haya indicios de enfermedad, algunos cánceres pueden reaparecer y en esos casos los médicos son más cautos sobre los posibles resultados.
Aun así, hay motivos para el optimismo. Las tasas de mortalidad por cáncer fueron en picada durante los últimos 30 años. Ahora disponemos de medicamentos dirigidos contra los genes causantes del cáncer que durante mucho tiempo se consideraron imposibles de tratar.
Algunos cánceres solían ser “sentencias de muerte”, recordó Sohal. Ahora son más parecidos a la diabetes, una enfermedad complicada que puede tratarse con efectos secundarios manejables: “La gente vive con la enfermedad durante mucho tiempo”, concluyó.
Por Nina Agrawal