Los humedales son ecosistemas donde el agua está presente de manera temporal o permanente lo que genera ambientes únicos que albergan una gran biodiversidad. Cumplen funciones clave, como la regulación del ciclo del agua, la mitigación de inundaciones y la absorción de carbono, además de ser refugios para muchas especies. Su conservación es fundamental para el equilibrio ambiental y el bienestar humano.

La Argentina cuenta con 23 áreas designadas como sitios Ramsar, pero el país posee una superficie aún más extensa de humedales que no entran bajo esta designación internacional. En total, los humedales cubren 600.000 kilómetros cuadrados del territorio nacional, es decir el 21,5% de la superficie terrestre.

Estos son los cinco humedales designados sitios Ramsar más extensos en la Argentina:

Lagunas altoandinas y puneñas de Catamarca

Es el humedal más grande del territorio argentino con 1.228.175 hectáreas totales. Está dividido en Subsidio Norte y Sur y se encuentra principalmente en la provincia de Catamarca, en los departamentos de Antofagasta de la Sierra, Belén y Tinogasta. Se compone de lagunas altoandinas de distinta profundidad y salinidad y es parte de la ecorregión de la Puna.

Uno de sus lugares más conocidos es el Salar de Antofalla, el más largo del mundo con 163 kilómetros de longitud

Según la última Ficha Informativa de los Humedales de Ramsar (FIR), es el hábitat de al menos 27 aves acuáticas, más de una docena de mamíferos y de reptiles y anfibios. La vegetación predominante es la estepa graminosa, compuesta por pastos y hierbas. En los bofedales, zonas húmedas de alta montaña que retienen agua como esponjas, crecen plantas adaptadas a la humedad.

Además de su aporte a la biodiversidad, regula el agua en un entorno árido y sostiene la ganadería tradicional en los bofedales. Sus lagunas, sensibles a los cambios en la salinidad y el nivel del agua, son un indicador clave del cambio climático.

Bañados del Río Dulce y Laguna Mar Chiquita

Con 996.000 hectáreas, es el segundo humedal más grande de la Argentina. Se encuentra en la provincia de Córdoba y parte de Santiago del Estero, en una región donde el agua de los ríos se acumula en lagunas sin salir al mar. Su ecosistema combina bañados, zonas bajas y húmedas que retienen agua; ríos y la laguna Mar Chiquita, un lago salino de gran importancia ecológica.

Hospeda más de 30 especies de peces y una de las mayores concentraciones de aves acuáticas del país. La vegetación varía entre pastizales, arbustales y bosques de quebrachos y algarrobos.

En la laguna Mar Chiquita nidifican al menos treinta especies de aves acuáticas

Este humedal se encarga de la regulación del agua, la recarga de acuíferos y la contención de sedimentos. Además, es un área con actividades de ganadería, pesca comercial y turismo. Es uno de los humedales más importantes dentro de la ecorregión del Chaco Seco, aunque el área de Mar Chiquita pertenece al Espinal.

Lagunas de Guanache, Desaguadero y del Bebedero

Ubicado en las provincias de Mendoza, San Juan y San Luis, este humedal abarca 962.370 hectáreas. Forma un sistema de lagunas y bañados interconectados que son alimentados por los ríos Mendoza, San Juan y Desaguadero. Su paisaje combina cuerpos de agua, que cambian según los ciclos hidrológicos, con bosques xerófilos, adaptados a la escasez de agua.

Cuenta con más de 50 especies de aves acuáticas y una población estable de más de 20.000 individuos. La vegetación incluye algarrobales, pastizales y juncales, adaptados a la aridez de la región.

El águila coronada es una de las especies en peligro que habita la zona

En esta área se conserva la cultura huarpe, cuyos descendientes todavía habitan la zona, y pobladores criollos dispersos que se autodenominan: “laguneros”. Además, funciona como un corredor biológico entre la ecorregión del Monte y el Chaco Seco, permitiendo la conectividad de especies en un entorno semiárido.

Humedales Chaco

Este humedal forma parte de la planicie de inundación de los ríos Paraná y Paraguay. Comprende unas 508.000 hectáreas en la franja este de la provincia de Chaco. Su paisaje está compuesto por bosques ribereños, que crecen junto a los cursos de agua y sirven de refugio para muchas especies, además de extensas áreas de vegetación flotante, como los “embalsados” y “camalotales”.

El río Bermejo es parte de la red de afluentes locales donde el agua actúa como eje central de los ciclos de vida

Es un refugio clave para la biodiversidad, con más de 400 especies de fauna adaptadas a los ciclos de inundación y sequía. Este entorno resguarda especies en grave peligro de extinción, como el ciervo de los pantanos y el lobito de río, además de una gran variedad de aves acuáticas, reptiles y peces migratorios. Es parte de la ecorregión del Chaco Húmedo, por eso su vegetación está compuesta por bosques fluviales, pastizales y palmares.

También trabaja como regulador de inundaciones, absorbiendo el exceso de agua en épocas de crecida y liberándola lentamente en períodos que baja el agua. Además, es una zona de alto valor cultural e histórico. Su riqueza natural ha permitido el desarrollo de comunidades costeras e isleñas, que dependen del agua para la pesca, la caza de subsistencia y el uso de plantas medicinales.

Jaaukanigás

Su nombre significa “gente del agua” ya que a mediados del siglo XVIII era un área habitada por los abipones, un pueblo índigena de la rama de los guaycurúes, y así se le llamaba a una de las tres parcialidades en las que estaba dividida. Se extiende sobre 492.000 hectáreas dentro del valle de inundación del río Paraná, en el noreste de la provincia de Santa Fe. Ubicado en la ecorregión del Delta e Islas del Paraná, su paisaje se moldea por las variaciones del río, dando lugar a bosques, pastizales elevados, pantanos y zonas inundadas como esteros y lagunas temporarias.

En los últimos años el ecoturismo y la pesca deportiva crecieron como actividad comercial

En él habitan más de 660 especies de vertebrados. Sus aguas albergan más de 300 especies de peces migratorios donde se reproducen y alimentan. Entre los reptiles, se encuentran algunos considerados vulnerables, como el yacaré overo y la anaconda amarilla o curiyú.

Sus recursos naturales han sido fundamentales para la subsistencia de las comunidades locales, que dependen de la pesca artesanal, la ganadería extensiva y la recolección de materias primas.