NUEVA YORK.– Este invierno en la Gran Manzana está tremendamente escocés. Primero, para la época de las fiestas vino la moda del “tartan”. Ocurre cada año, de pronto toda la ciudad parece un monumento a las Highlands, con hombres y mujeres que no dejan pasar la oportunidad de poner en su vestimenta al menos un toque del emblemático género a cuadros con líneas horizontales y verticales que se cruzan. Pero jamás ocurrió con la fuerza de este fin de 2024. Nada de discreta bufandita, nada de boina con estampado de algún clan. La sensación era que no había encuentro celebratorio en la que no estuvieran las mujeres con vestidos de tafeta gigantes con imprimé tartan (que se conseguía desde Zara hasta en Christian Dior). Los hombres llevaban blazers o pantalones de géneros similares, aunque el kilt masculino quedaba, prudentemente, para quienes tenían alguna conexión familiar con las tierras altas de William Wallace. Si uno iba a una fiesta y no aparecía en la puerta un gaitero, claramente no se estaba –horror– en el convite indicado.

Aquí, el origen de la tendencia: escoceses con kilt

Pasado Reyes, la ropa escocesa siempre desaparece, y este año, a pesar del furor, no fue la excepción. Hasta si uno la jugaba de alternativo y portaba el género escocés en su iteración de los punks de los 80, para mediados de enero ya lo había trasladado al fondo del armario.

Si uno iba a una fiesta y no aparecía en la puerta un gaitero, claramente no se estaba –horror– en el convite indicado

Sin embargo, la racha escocesa continúa con otra tradición histórica, que también pegó particularmente fuerte: el hurkle-durkle. Del Washington Post a la revista del hogar Good Housekeeping, todos hablan de “la tendencia de 200 años que se volvió viral en TikTok”.

Según lo define el Diccionario de la Lengua Escocesa, hacer el “hurkle-durkle” significa “quedarse en la cama cuando uno debería estar levantado haciendo lo que tiene que hacer”, y proviene de un antiguo dialecto de la península de Fife.

Cuántas horas (¿días?) implica hacer el hurkle -durkle y qué hacer con las necesidades fisiológicas fueron tema de un extenso debate mediático que continúa. Algunos analistas culturales vieron al hurkle-durkle como parte de la tendencia antiproductividad de los jóvenes. Otros, más optimistas, lo inscriben dentro de las movidas del wellness –sólo que esta vez con un nombre de trabalenguas simpático–.

Dice la tradición que los escoceses celebraban el solsticio de invierno para pedir a sus dioses paganos que el sol volviera pronto. Esto es exactamente lo que los neoyorquinos en 2025 están fervientemente deseando, y quizá por eso sienten todo lo ligado a Escocia como particularmente cercano

Hay una explicación bastante plausible respecto a lo fuerte que pegó este revival escocés en la Gran Manzana: es el primer invierno realmente frío en mucho tiempo. Dice la tradición que los escoceses celebraban el solsticio de invierno para pedir a sus dioses paganos que el sol volviera pronto. Esto es exactamente lo que los neoyorquinos en 2025 están fervientemente deseando, y quizá por eso sienten todo lo ligado a Escocia como particularmente cercano. O quizá sea, simplemente, porque la moda escocesa estuvo por todos lados en TikTok.

Un libro puede ser buen aliado del hurkle-durkle

La cuestión es que esta cronista probó ambas tendencias y les dio una amplia aprobación. Cuando se vive en una casa centenaria con caldera poco entusiasta, pasar el tiempo bajo el edredón es casi una cuestión de supervivencia, se llame hurkle durkle o de cualquier otra manera. Y cuando el club de tenis –¡hasta el club de tenis!– hizo su propio baile “Caledonian” de invierno, esta cronista no sólo se vistió acorde: en un paso por Buenos Aires, retomó las clases de bailes escoceses que había abandonado a los 12 años, y luego brilló en el encuentro. Pero hay un límite al entusiasmo.

Anoche fue Burns Night, la conmemoración del natalicio del poeta nacional, Robert Burns, que se celebra en todo el mundo siguiendo un mismo ritual. Se recita su obra, y se come (o se intenta comer) haggis, un embutido de corazón, pulmones e hígado de oveja que típicamente se cocina en el estómago del animal. Dicen que la forma de tragarlo es –obviamente– con abundante whisky. Suena un buen plan para probar en 2026. Para el 2024/25, usar el género tartan y quedarse horizontal, despierto, y cubierto de frazadas está resultando una forma ya suficientemente escocesa de celebrar el invierno.