La economía cerró en diciembre el séptimo mes con su cuenta corriente cambiaria “en rojo”. Así permitió comprobarlo el balance cambiario publicado hoy por el Banco Central (BCRA) con información actualizada a fin de diciembre pasado, al cerrar con un déficit de US$1141 millones ese mes por “egresos netos en todas sus cuentas”. De esta manera, se redujo el superávit de US$9161 millones acumulado hasta fin de mayo hasta los apenas US$1695 millones en el año.
Sin embargo, lo más inquietante, es que el saldo negativo de los últimos siete meses alcanzó ya los US$7466 millones. Y que durante el último mes de 2024 hasta arrojó un déficit de US$39 millones el balance de bienes, es decir, la cuenta que resulta de restarle a los cobros por exportaciones las importaciones, lo que ocurrió por primera vez desde junio de 2023.
Los propios datos oficiales muestran que el cambio de tendencia se comenzó a verificar un mes después de que el tipo de cambio real comenzó a hundirse otra vez por debajo de los 100 puntos (tras haber tocado un “pico” de 162 puntos tras la última fuerte devaluación), según el índice real multilateral que elabora el BCRA considerando proporcionalmente los mercados con los que más comercia la Argentina.
El informe oficial recuerda que estos saldos están afectados por el “Programa de Incremento Exportador” que rige desde el 13 de diciembre de 2023, y le permite a todo el sector exportador ingresar hasta un 20% de las divisas recibidas por cobros a través del mercado de valores. “A partir de esta normativa, aquella porción de los ingresos de divisas por exportaciones de bienes y servicios liquidada a través del mercado de valores no tiene registro en los cobros de exportaciones de bienes y servicios en las estadísticas del mercado y del balance cambiario”, aclara. Aún así no pasa por alto que la tendencia es preocupante.
Primer déficit de bienes en la cuenta corriente cambiaria en la era Milei. Desde ene-18 ocurrió solo en 5 oportunidades. pic.twitter.com/gRQEpw0DOS
— Fran Mattig (@MattigFran) January 31, 2025
“Desde junio se viene con números en rojo. La justificación en los primeros meses fue que ese número estaba afectado por una alta carga de intereses. Pero lo cierto es que ahora ya hay rojo también por intercambio de bienes, y que aparece cuando el saldo de la cuenta de servicios, que ya era bastante negativo, se va a hacer más negativo todavía”, señaló el economista Amílcar Collante, del Centro de Estudios del Sur (CeSur).
El dato de diciembre que aporta el informe oficial es que hubo ese mes egresos netos por US$526 millones en concepto de “Viajes, pasajes y otros pagos con tarjeta”(US$567 millones), de “Otros servicios” (US$161 millones), “Fletes y seguros”, (US$127 millones), parcialmente compensados por los ingresos netos en concepto de “Servicios empresariales profesionales y técnicos” por US$328 millones.
El número del rubro turístico destaca porque se aclara que “un 60% de los egresos por ‘Viajes, pasajes y otros pagos con tarjeta’ son directamente cancelados por los clientes con fondos propios en moneda extranjera, lo que reduce el impacto deficitario de estos consumos en el mercado de cambios y en las reservas internacionales”
Para Collante, el resultado de diciembre sólo en parte se explica por la conocida apreciación cambiaria. “Mucho más lo hace por el sostenimiento de lo que llamamos dólar blend, que le hace resignar a las reservas del BCRA muchos millones”, dice.
Para Fabio Rodríguez, de la consultora M&R Asociados, lo que diciembre anticipa es la “película que se va a ver en todo este año, que es un deterioro fuerte de la cuenta corriente y de sus componentes, porque ya muestra un saldo negativo en la cuenta de bienes”. El economista aclara que los números actuales son “manejables”, pero implican una “luz de alerta”.
“Estos números marcan que nuestra economía empieza a depender de la cuenta de capitales y los flujos financieros en un mundo que se advierte será más complejo”, traduce.
“O, en todo caso, se va a poner más presión para acotar o eliminar el dólar blend (principalmente del FMI), y el Gobierno deberá ir pensando qué daño colateral es mayor: tener más presión en los dólares financieros y brecha, o profundizar un esquema de financiamiento precario y efímero, en base al pedal de los dólares vía préstamos que aún se están pescando en la pecera del blanqueo”, concluye.
Anticipo del año
Las proyecciones del mercado para el presente año, con una política que seguirá apelando al dólar como ancla antiinflacionaria, coinciden en que el año cerrará directamente con un marcado déficit de la cuenta corriente externa.
La consultora Empiria, por caso, lo calculó en un reciente informe en 0,55% del PBI, siguiendo la tendencia que comenzó en la segunda parte de 2024, basándose en la estimación de un superávit de la balanza comercial que, pese a mantenerse alto (en unos US$17.200 millones), se transformaría en déficit a nivel general porque a la carga de pagos por intereses netos a pagar por US$11.057 millones que hay que enfrentar, se agregaría precisamente un creciente rojo en la cuenta de servicios, en especial en el renglón turismo, ante un tipo de cambio que se mantendría “en niveles similares a los previos a la devaluación de diciembre de 2023″.
La consultora proyecta que las cuentas externas mostrarán claramente este año “un panorama menos holgado que en 2024″, pero a la vez aclara que no alcanzarán niveles “explosivos”. “Recuérdese que en la previa de la crisis cambiaria de 2018 el déficit de cuenta corriente había orillado el 5% del PBI, aunque con reservas internacionales mucho más robustas (unos US$40.000 millones antes del inicio de la corrida)”, indican como referencia.
Para la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE), por su parte, la cuenta corriente cambiaria podría llegar a tener como base un déficit de US$12.700 millones en este 2025, porque la reactivación “impulsará las importaciones en cerca del 16%, mientras que el dólar atrasado y ya sin el impuesto PAIS fomentará el turismo emisivo”, acelerando los egresos, mientras que por el lado de los ingresos afectaría “la caída en los precios internacionales del agro, aunque sería compensada por crecientes exportaciones energéticas”.