Esto hay que tenerlo presente siempre, pero usemos la excusa del calor para recordar la importancia de la hidratación. ¿Sentís fatiga, dolor de cabeza y dificultad para concentrarte? Son signos de deshidratación. Hidratarse es darle al cuerpo el agua necesaria para funciones vitales. Nuestras células están compuestas mayoritariamente por agua y la deshidratación ocurre cuando perdemos más líquidos de los que consumimos.

Durante el verano, las altas temperaturas hacen que sudemos más y este proceso, aunque necesario, implica pérdida de agua y electrolitos como sodio, potasio y magnesio. Para quienes realizan actividad física, aproximadamente 25% del agua que utilizamos se destina a la contracción muscular, mientras que el resto se libera como calor. Este calor pasa a la sangre, elevando la temperatura corporal y activando las glándulas sudoríparas para producir sudor y enfriar el cuerpo.

¿Pensabas que el sudor era grasa? No, es solo agua y minerales que el cuerpo expulsa para evitar el sobrecalentamiento. Tampoco significa que tu entrenamiento es más o menos efectivo ni que perdiste más o menos peso.

El agua es el principal benefactor para el ejercicio.

¿Qué son los electrolitos que mencioné más arriba y por qué son importantes? Son minerales esenciales en nuestra sangre y otros líquidos corporales. Entre los principales: sodio, potasio, calcio y magnesio. Estos son responsables de mantener el equilibrio de los líquidos, regular la función muscular y nerviosa, y asegurar que nuestras células trabajen adecuadamente. Si no reponemos los electrolitos que perdemos al sudar, podemos experimentar calambres musculares, debilidad, fatiga y otros problemas de salud.

No es únicamente tomar agua

Mitos como “el mate y las infusiones deshidratan” son muy comunes. Estas bebidas contribuyen a la hidratación diaria, aunque no deben ser la única fuente de líquidos. Lo ideal es combinar agua, infusiones y otras opciones naturales para alcanzar los dos a tres litros recomendados al día, según tus necesidades individuales.

Eso no significa tomarse dos termos de mate y listo. A los más comprometidos, esos que compran bebidas deportivas para los días de entrenamientos largos, les explico las diferencias entre estas:

  • Isotónicas: Tienen una concentración similar a la de los líquidos corporales y ayudan a reponer rápidamente el agua y los electrolitos perdidos. Las comerciales suelen tener elevados niveles de azúcar, pero podés preparar una versión casera más saludable. Acá te dejo una receta:
  • Hipertónicas: Contienen mayor concentración de solutos que los líquidos corporales. Son ideales para recuperar energía después de ejercicios intensos.
  • Hipotónicas: Su concentración es menor que la de los líquidos corporales. Son útiles para hidratar rápidamente sin aportar demasiados electrolitos.

Si te cuesta tomar agua

  • Aromatizá el agua: agregale rodajas de frutas, hierbas como menta o rodajas de pepino para darle sabor.
  • Usá una botella reutilizable: llevá agua siempre contigo para recordarte hidratarte durante el día, que esté a mano y sea práctica.
  • Establecé horarios: poné alarmas para tomar agua cada cierto tiempo (hay apps para eso: Aqualert, Waterdrop, Waterminder, entre otras).
  • Probá infusiones frías: el té helado casero sin azúcar es una buena opción (no sustituye el agua).
  • Comé alimentos ricos en agua: frutas como sandía, melón y naranjas son refrescantes y aportan hidratación.

No esperes a tener sed para tomar agua. Eso es una señal de que ya estás deshidratado. Mantenerte hidratado durante todo el día mejora tu rendimiento, regula tu temperatura corporal y protege tu salud. No olvides: el agua es vida.

Por Agustina Ramírez