Es imprescindible arrancar por el final, por el tiempo de descuento, en esos seis minutos en los que pasó de todo. Hacía apenas un ratito que, con una volea al ángulo, Valentín Depietri había puesto el 2 a 2 que Talleres buscaba con el resto físico y mental que le quedaba, cuando Ignacio Maestro Puch ubicó la diagonal de Luciano Cabral hacia el área. El número 10 de Independiente, que tan buena impresión había causado en su presentación cinco días atrás, enganchó ante Juan Gabriel Rodríguez, enfrentó a Guido Herrera e hizo lo que mejor sabe: una pausa. Dejó correr la pelota un metro mientras el arquero quedaba desparramado en el suelo, y acomodó el balón junto al palo derecho. El golazo le dio al Rojo un triunfo abrazado desde la eficacia ofensiva más que en el juego, y condenó al conjunto cordobés a una derrota que no merecía.

Esos minutos de prolongación que dio Facundo Tello incluso ofrecieron un cabezazo al palo de Maestro Puch, una salvada en la línea ante el remate de Álvaro Angulo en el rebote, y del otro lado, un disparo de Cristian Tarragona dentro del área chica y sin arquero que se fue por encima del travesaño. Fue el cierre de un partido gobernado por un factor imposible de obviar: el calor que azotó el estadio Kempes en la tarde cordobesa.

El festejo de independiente tras el 1-1 parcial, un error no forzado de Rodríguez

Nada altera más el comportamiento de un atleta que la temperatura excesiva y un sol demoledor taladrándole la nuca. En esas condiciones pesan las piernas, se aturden las neuronas, se enlentece la capacidad de reacción, y el temor a que el esfuerzo pase factura antes de tiempo asalta el subconsciente desde el minuto uno. Los 32 grados de sensación térmica, que seguro serían unos cuantos más bajo los rayos del sol a la hora del inicio del encuentro, fueron un rival más, y cada protagonista lo combatió o lo soportó de un modo diferente.

Independiente quiso enfrentarlo con calma, como para reservar oxígeno hasta los 90; Talleres apretó algo más el acelerador, y el primer tiempo fue suyo en el juego e inexplicable en la chapa.

Lo mejor del triunfo del Rojo

En ese lapso, solo el resultado sostenía todas las buenas sensaciones futbolísticas que había dejado el conjunto de Julio Vaccari en el debut ante Sarmiento. Sorprendió el técnico en el armado del equipo, con el ingreso de Pablo Galdames por el lesionado Santiago Montiel. En teoría, el chileno podía aportarle una mayor dosis de marca y recuperación en el medio, aunque el precio a pagar fuera perder la fluidez de circulación que había tenido durante muchos minutos del encuentro inaugural. Y en el balance del juego en sí mismo salió perdiendo.

Acumuló Independiente en ese largo segmento del partido todas las deficiencias posibles. Desde errores groseros en la salida hasta distracciones inaceptables, pasando por la escasa agresividad y los desajustes en los retrocesos. Puesto a equivocarse, a los 3 minutos Federico Vera quiso cruzar ante un centro de Nahuel Bustos desde la derecha, se apuró e incrustó la pelota en el arco de Rodrigo Rey.

El festejo de Federico Vera y el chileno Felipe Loyola, en el triunfo de Independiente vs. Talleres

Talleres se vio así con la posibilidad de adueñarse del campo. La línea de fútbol que trazaban Juan Carlos Portillo, Matías Galarza y Raúl Botta tomó el mando, y aunque con altibajos, fue inclinando las acciones hacia el área visitante. Hasta que llegó el descanso, la T creó media docena de ocasiones claras para convertir, y las desperdició sin solución, por mérito del arquero o deméritos propios.

En el medio, el Rojo gozó de sendos golpes de fortuna. A los 17 se asomó por fin al campo rival, Vera despachó un centro, Juan Gabriel Rodríguez quiso anticipar a Gabriel Ávalos, puso la cabeza y devolvió el favor del gol en contra. A los 37, el centro fue de Galdames, chocaron Portillo y Ávalos, la pelota le cayó a Adrián Spörle y el zurdazo sacudió la red.

Talleres sufrió su segunda derrota en el campeonato

El segundo tiempo ya ofreció otro discurso. Se retrasó el Rojo para descansar defendiendo; debió ir Talleres, cada vez con menos aire en los pulmones y el cerebro. El encuentro parecía deslizarse hacia una conclusión sin mayores sobresaltos. Hasta que Depietri sacudió el arco de Rey para empatar.

A continuación apareció Cabral, un jugador que no necesita alardes de velocidad ni potencia para sobresalir. Enganchó en el área, hizo una pausa, desparramó a Herrera y se fue gritando el segundo triunfo al hilo de Independiente. Esta vez con poco brillo, pero con un 10 que promete fútbol y sonrisas.