El calendario chino se basa en un ciclo de 12 animales, y cada año está regido por uno de ellos. “El de la Serpiente es un año de renovación que sigue al del Dragón, que siempre genera una gran expectativa. A la serpiente se la llama el pequeño dragón. Este es el momento en que debemos poner en práctica lo que preparamos durante el Año del Dragón, pero con una actitud más reflexiva y sabia”, explicó Ángela Chung, presidenta de la Asociación Argentina de Qigong para la Salud y coordinadora del Instituto de Medicina Tradicional China.
“Muchos creen que el año de su animal les traerá suerte, pero en realidad suele ocurrir lo contrario. Según la tradición china, ese es el momento en que se debe estar más atento, ya que pueden surgir desafíos o situaciones difíciles”, añadió.
Al igual que el festejo del Año Nuevo occidental, la celebración del chino se realiza en la víspera. Sin embargo, ya hubo festejos en el Barrio Chino, ubicado en Belgrano, la semana pasada y este fin de semana también estará colmado de actividades para todas las edades. Habrá espectáculos de música y danza, talleres culturales y más de 40 puestos gastronómicos.
No obstante, la comunidad china tuvo que adaptarse a un país donde el 29 de enero es un día laborable y no un feriado. “Este año compramos comida. Nadie tiene tiempo para cocinar. Es un martes, todos trabajamos. En Asia hay feriados; acá, no. Así que cada uno celebra como puede”, explicó Yu Sheng Liao, periodista especializado en gastronomía.
La falta de feriados impide seguir el extenso período de festividades que, en China, puede durar hasta dos semanas: “El año pasado cayó un fin de semana y todos estábamos contentos”, recordó.
A pesar de la falta de tiempo, hay tradiciones que no pueden faltar. Una de ellas es la presencia de un plato de pescado entero en la mesa: “Es necesario que siempre haya un pescado, porque fonéticamente, en chino, pescado significa sobrar. Es un deseo: que nunca falte comida. Pero el pescado debe ser una pieza entera y no se debe dar vuelta. En su lugar, hay que levantar las espinas y retirarlas. Según una antigua creencia, si se lo rota, un barco de pescadores podría volcarse y causar una tragedia”, explicó el periodista.
Además de pescado, es habitual consumir pollo y cerdo. En la China antigua, la carne de res era poco común, ya que los bovinos se destinaban principalmente a la agricultura y a labores de arado para mejorar la tierra.
Nombres
“Los platos tienen nombres de buen augurio, como felicidad y prosperidad. Además, no se debe dejar comida en el plato. En China existe un refrán que dice: ‘Nunca dejes un solo grano de arroz, porque detrás de cada grano hay mucho sacrificio y trabajo’”, concluyó Yu Sheng.
Las reglas del festejo también incluyen ciertos códigos en la disposición de los platos: deben ser en número par, ya que simbolizan la armonía y la perfección. “El número dos o cuatro son ideales. Uno representa soledad, mientras que dos implica compañía. En la cultura oriental, lo redondo simboliza unión y perfección. Incluso en la arquitectura, las columnas de las pagodas son circulares”, detalló.
En el templo budista Fo Guang Shan, ubicado en el barrio de Montserrat, la llegada del Año del Dragón Pequeño—como se conoce a la serpiente en la tradición china—fue recibida con rituales, danzas tradicionales, comidas típicas y la ceremonia del primer incienso.
En el salón principal del templo se presentaron diversas danzas tradicionales, entre ellas la de los Boles, una expresión artística que combina gracia y precisión. Esta presentación estuvo a cargo del Centro de Cultura y Arte Jingya, perteneciente a la Fundación de Cultura y Educación China en la Argentina, bajo la dirección de la maestra Wujing.
A partir de la medianoche, los fieles colocaron su primer incienso del año como símbolo de un nuevo comienzo. Aunque en China y Taiwán miles de personas compiten por ser los primeros en encenderlo, en Fo Guang Shan este acto se vivįo con calma. “Nuestro fundador, el maestro Shingen, dice que cada persona tiene su primer incienso. No hace falta desesperarse el primer día, podés hacerlo cuando estés listo”, explicó Pablo Cheng, supervisor del templo.
Para asegurar un buen año, se realizó una misa del incienso, en la que se tocaron varios instrumentos, como el tambor ceremonial, que marca el ritmo de los cantos y simboliza la vigilia espiritual. También se utilizaron campanas y un gong para señalar momentos clave del ritual. Fabiana Liu, comerciante argentina de ascendencia taiwanesa, pertenece a la comunidad del templo desde 2007. Durante la ceremonia, desempeñó un rol clave, guiando a los demás tocando el tambor ceremonial y la campana.
Más allá de la cena y los rituales, el Año Nuevo chino implica un proceso de preparación que comienza con la limpieza del hogar. Alejandro Cheng, bailarín y descendiente de ciudadanos chinos, explicó: “Antes del Año Nuevo o el mismo día, hay que limpiar la casa en profundidad para recibir el nuevo año. Es importante, como un nuevo comienzo”. En su hogar, la cena de Año Nuevo tiene como protagonista a los ravioles. Dentro de algunos de ellos se esconden pequeños objetos que auguran distintos deseos para el año entrante.
“El plato principal son los ravioles chinos. Tenemos la costumbre de incluir en algunos una moneda, un maní o un poroto rojo, y cada uno representa algo distinto: la moneda simboliza la riqueza; el maní, la salud, y el poroto rojo, la vida. Es divertido encontrar estos elementos en la comida, lo hace más especial”, explicó Cheng.
El bailarín también recordó una costumbre de su infancia: la quema de billetes falsos, un ritual que en China se realiza como una forma de “enviar dinero” a los ancestros en el más allá. “Cuando éramos chicos, mi abuelo nos hacía quemar billetes falsos a una hora específica para mandárselos a nuestros bisabuelos, como si fuera al cielo, para que pudieran tener dinero. Hoy en día ya no lo hacemos tanto, pero es lindo recordarlo.”
Otro de los momentos más esperados es la entrega del hóngbāo, el sobre rojo con dinero. Tradicionalmente, los mayores lo entregan a los niños, aunque en algunas familias el gesto se invierte cuando los hijos crecen y empiezan a trabajar. El origen de esta costumbre se remonta a una creencia ancestral. “Se ponían monedas bajo la almohada de los niños para ahuyentar la maldad. Hoy, el dinero en el sobre representa un deseo de salud y prosperidad para quien lo recibe”, explicó Chung.
La vestimenta también sigue reglas precisas. Estrenar ropa simboliza un nuevo comienzo y los colores juegan un papel importante. “El rojo y el dorado representan prosperidad y buena fortuna. En cambio, el blanco y el negro se evitan, porque en la tradición oriental están asociados a la tristeza y el duelo”, agregó.
Además, la ropa y los objetos también son de color rojo y dorado. Para el Año Nuevo, se coloca en el templo un cartel con una frase en la pared para atraer prosperidad y buenos augurios.
Antiguamente, esta festividad solía estar marcada por la nostalgia, especialmente para los padres de la comunidad, quienes extrañaban las celebraciones en su tierra natal: “Con el tiempo, la celebración fue creciendo, desde el interior de cada grupo hacia el exterior, como un florecimiento que hoy se ha transformado en una fiesta abierta para compartir con todos”, explicó Chung.
“Cada vez son más los porteños que se suman a esta celebración para conocer y conectarse con la cultura china. Es una excelente oportunidad para experimentar algo nuevo. Para nosotros, también representa un momento especial para expresar nuestra gratitud por la cálida acogida que hemos recibido en esta ciudad y, al mismo tiempo, generar espacios de intercambio cultural“, concluyó.