Fue construido en la época en la que Mar del Plata crecía hacia las nubes. Desde su inauguración en 1969, el edificio Demetrio Elíades, coloquialmente conocido como el “Edificio Havanna” por el imponente cartel que se exhibe desde su terraza, se erige como un gigante inconfundible en el skyline de la ciudad.
Con sus 125 metros de altura y 39 pisos, este coloso arquitectónico no solo rompe el récord de la torre más alta de la ciudad desde aquel entonces, sino que también se convirtió en un ícono de la época dorada del turismo argentino. Para quienes caminan por el Boulevard Marítimo, “el Havanna” es una postal imborrable, un testigo silencioso de las últimas décadas.
Pero su historia no se puede contar sin mencionar a Demetrio Elíades, su creador. Se trata de un inmigrante griego que llegó al país con una mano atrás y otra adelante, y que con la misma audacia con la que cofundó la marca más icónica de alfajores marplatenses, se lanzó al vertiginoso negocio de la construcción en Mar del Plata.
Levantó más de cinco torres en la ciudad. Pero su muerte, en medio de la edificación del “Havanna”, más los conflictos legales y las irregularidades que la rodearon, marcaron una trama tan monumental como el propio edificio.
“CRECER HACIA LAS NUBES”
El Demetrio Elíades, que originalmente iba a llamarse Palacio Belvedere, se inauguró en diciembre de 1969. Aun hoy, 55 añis después, sigue siendo la torre más alta de la ciudad.
Víctor Pegoraro, marplatense, doctor en Historia por la Universidad de San Andrés y autor del libro ‘Mar del Plata vertical. Piqueta, construcción y progreso’, reconstruye una época de fervor inmobiliario en la costa atlántica. Porque el Havanna no solo encarna un cambio en el paisaje urbano, sino también en la mentalidad de una Argentina que en ese momento abandonó los chalets pintoresquistas para poder “crecer hacia las nubes”.
-Víctor, ¿en qué contexto surge la idea de construir este edificio?
-El edificio Havanna se construyó en un periodo histórico donde Mar del Plata iba hacia las nubes. Esto quiere decir que las empresas constructoras y las inmobiliarias de ese momento buscaban proyectos cada vez más ambiciosos porque la construcción también mostraba el potencial productivo de la industria y el consumo, muy importante para esa época. Estamos hablando de plena década del 60, cuando Mar del Plata era la gran capital del turismo a nivel nacional. El mercado inmobiliario en ese momento estaba con mucha fuerza y dinamismo: se construían muchos departamentos para uso en la temporada. Las empresas constructoras trataban de realizar edificios cada vez más altos, con gran cantidad de departamentos, porque había un verdadero furor. Estos departamentos ya se vendían incluso desde el pozo, con apenas algunas imágenes del proyecto y un croquis de cómo iba a ser la estructura. Había una gran demanda de la clase media argentina, sobre todo de gente de Buenos Aires, pero también de provincias como Santa Fe, que compraban sus departamentos o su segunda vivienda frente al mar. Este crecimiento en altura transformó el paisaje urbano de Mar del Plata, que ya venía cambiando desde la década anterior, pero fue en los años 60 cuando se construyeron la mayoría de los edificios en torre. Estos son los edificios más altos de la ciudad, incluido el edificio Havanna, que aún hoy, en 2025, sigue siendo el más alto con 39 pisos de departamentos y 40 plantas en total.
-Casi 20 años antes se había construido el Terraza Palace, conocido como “la máquina de escribir”, obra de Antonio Bonnet, con forma escalonada para no proyectar sombra sobre Playa Grande durante el atardecer. En el caso del Demetrio Elías, ¿dónde quedó esa prioridad?
-No se tuvo en cuenta. En esa época se buscaba la altura para lograr la mayor rentabilidad económica posible. Además, el edificio está coronado por el cartel de la marca Havanna que refleja el sentido comercial y el reconocimiento que había alcanzado la empresa del propio fundador en Mar del Plata.
-¿El cartel de Havanna llega después? Es increíble que esté conectado con el edificio desde sus cimientos.
-Si bien surge después, hay una conexión directa. Elíades, fundador de la empresa constructora Delco, la que desarrolló este proyecto, también fue uno de los tres creadores de la marca de alfajores Havanna. Él reunió el capital necesario para dedicarse a la construcción de edificios, invirtiendo desde el sector comercial hacia el negocio inmobiliario, que en esa época era muy rentable.
-¿Quién fue Demetrio Elíades?
-Demetrio Elíades fue un inmigrante griego que llegó al país de joven, con muy pocos recursos. Empezó desde abajo, incluso como vendedor ambulante. Llegó a Mar del Plata como vendedor de corbatas y, gracias a su capacidad de ahorro, abrió primero un pequeño bar, luego un restaurante y más tarde una farmacia. Por aquellos años se decía que era amigo de Aristóteles Onassis. Se especulaba con que el capital que utilizaba para construir edificios y fundar la marca Havanna provenía de ese magnate. Aunque nunca hubo pruebas concretas de que esto fuera cierto, la relación entre ambos parece haber existido. Elíades es una figura enigmática, no solo de Mar del Plata, sino de Argentina. Víctor Sueiro lo menciona en su libro sobre figuras misteriosas del país, donde remarcaba que a Elíades se le atribuía una amistad con Aristóteles Onassis. El diario La Nación decía que “nadie conoce su verdadera edad ni el tamaño de su fortuna”. En 1947, junto con Luis Sbaraglini y Benjamín Sisterna, creó la marca Havanna. Comenzaron con un local de bombonería y dulces frente al casino, un lugar estratégico para atraer tanto a turistas como a residentes. La fábrica de alfajores fue un éxito y se convirtió en un símbolo de Mar del Plata. Elíades no venía de una familia de constructores, era un comerciante diversificado. Su capacidad de ahorro e inversión en sectores como la gastronomía y el comercio lo llevaron a emprender en el rubro de la construcción.
-¿Cómo comienza su incursión en la construcción?
-En 1956, funda su primera empresa constructora, llamada Tekton, cuyo nombre en griego significa “maestro constructor” o “artesano de obra”. Aunque no tenía experiencia previa, contrató a personas idóneas para realizar sus proyectos. En sus primeros cinco años, Tekton desarrolló edificios característicos sobre el boulevard marítimo que emulaban la estética del Casino Central con fachadas rojas y techos de pizarra negra. Más tarde, Elíades crea Delco, con la que desarrolla torres modernas y rompe récords de altura en Mar del Plata. Bajo esta firma construyó el Palacio Edén, la Galería Florida, el Palacio Cosmos (conocido por el cartel de Pepsi en su cúspide), el edificio Portofino, entre otros. Todos estos proyectos marcaron una nueva etapa en el crecimiento vertical de la ciudad.
-¿Había algo construido en el terreno donde se erigió el edificio “Havanna”?
-Sí, allí estaba el chalet de Jacinto Peralta Ramos, hijo del fundador de la ciudad. Era un chalet pintoresquista, construido hacia 1888, que se destacaba por su arquitectura y grandes jardines. De hecho, es uno de los primeros chalets de Mar del Plata.
-¿Lo demolieron para construir el edificio?
-Sí, lo tiraron abajo en los años 60 para construir la torre. Toda esa zona del Bulevar Marítimo, que alguna vez estuvo rodeada de chalets hermosos y pomposos, fue transformándose con la llegada de estas grandes edificaciones. El chalet de Peralta Ramos era una de las joyas arquitectónicas que se perdió en ese proceso, para dar lugar a lo que, desde un punto de vista arquitectónico, podría considerarse uno de los edificios más feos de la ciudad. Es un edificio gigante que priorizó la rentabilidad por sobre la estética, aunque tiene algunas curiosidades y elementos destacables. Su principal atractivo es su altura y la vista al mar que ofrecen todos sus departamentos.
-¿Generó algún tipo de resistencia o controversia el proyecto antes de que empezara a construirse?
-Sí, hubo varias polémicas, especialmente porque el plan regulador vigente en ese momento no permitía esa altura en la zona costera. Esto pasó tanto con el edificio Demetrio Elíades como con su predecesor, el Palacio Cosmos En el caso del “edificio Pepsi”, inicialmente no querían aprobar el proyecto en la municipalidad. Demetrio Elíades tuvo que intervenir personalmente, llegando incluso a amenazar con retirar sus inversiones de la ciudad, incluyendo la marca Havanna. Para conseguir la aprobación del proyecto, Elíades donó una escuela a la ciudad, la Escuela Provincial N° 45, inaugurada en 1963, y se comprometió a construir una plaza. Esto era una suerte de “compensación”, que hoy es algo más regulado, pero en aquella época tenía tintes de coima. Además, Mar del Plata carecía de una política de planificación urbana sólida. Los intendentes duraban muy poco tiempo en sus cargos, y las decisiones dependían mucho de los intereses de los grandes empresarios de la construcción.
-¿Es cierto que el edificio iba a llamarse Palacio Belvedere?
-Sí, originalmente el edificio iba a llamarse Palacio Belvedere, siguiendo la tradición de Elíades de nombrar a sus proyectos como “Palacios”, como hizo con el Palacio Cosmos. Ese nombre hacía referencia al Torreón del Monje, que antiguamente se llamaba Torre Belvedere. Sin embargo, durante la construcción, Demetrio Elíades falleció, aparentemente en 1967, un año después de que comenzara la obra. Tras su muerte, el directorio de la empresa, a través del contador Alejandro Mugetti, decidió honrar su memoria renombrando el edificio con su apellido. Sin embargo, esto generó conflictos con la viuda de Elíades, quien se opuso públicamente a que el edificio llevara su nombre. Según se dice, había disputas por herencias y temas financieros que nunca se aclararon del todo. En paralelo, en 1969, mientras se terminaba la obra, hubo una denuncia de corrupción en la Oficina de Obras Privadas de la municipalidad, acusando al comisionado Pedro E. Martí Garro (1966-1971) de otorgar excepciones irregulares. Por ejemplo, la municipalidad había aprobado un edificio de 36 pisos, pero el Havanna terminó teniendo 40. En los diarios de la época se llegó a publicar una caricatura del intendente con un serrucho, como si fuera a recortar los pisos extra. La construcción comenzó en agosto de 1966 en el terreno donde estaba el chalet de Peralta Ramos, y desde el principio generó controversias. Construir un edificio de 40 pisos en esa ubicación era algo que requería excepciones gigantescas a las normativas vigentes. Cuando la obra estaba en marcha, se denunciaron irregularidades en la municipalidad, incluyendo acusaciones de corrupción y coimas.
-¿Qué especificaciones técnicas tiene el edificio?
-Mide 125 metros de altura y tiene 39 pisos de departamentos, más la planta baja, que serían 40 pisos en total. Cuenta con tres plantas de estacionamiento y una superficie cubierta total de 24000 m², en un terreno de 1000 m². La superficie de cada planta es de 510 m². Desde el punto de vista estructural, tiene forma de “T”, diseñada para contrarrestar los fuertes vientos costeros, algo crucial en un edificio de esta altura. Fue un proyecto de ingeniería de avanzada para su tiempo, liderado por el arquitecto Juan Antonio Dompé y el ingeniero polaco Juan José Ruszkowski. Este último, aunque no revalidó su título en Argentina, fue reconocido por sus conocimientos y se encargó de calcular las estructuras más importantes y paradigmáticas de Mar del Plata. Por otro lado, la distribución de los departamentos está muy relacionada con el diseño estructural y el sistema de construcción del edificio. Se utilizó un método de racionalización de obra de avanzada para la época, llamado sistema Outinord, de origen francés. Este sistema, que llegó a la Argentina en los años 50, se aplicaba especialmente en viviendas económicas o sociales. Delco adquirió la patente para usarlo en la construcción del edificio Havanna, lo que permitió economizar hasta un 50% de la mano de obra. El sistema consistía en encofrados metálicos reutilizables para moldear estructuras de hormigón armado, lo que aceleraba enormemente la construcción. En ese entonces, se podía construir un piso cada diez días. Las plantas del edificio son idénticas, lo que también ayudó a optimizar los tiempos y costos. Cada planta tiene siete departamentos (de la A a la G), distribuidos de la siguiente manera: las unidades A y B, que dan a la calle Olavarría, son de dos ambientes (A) y monoambientes (B). El resto son una combinación de dos ambientes, y dos ambientes con habitación de servicio- Todos los departamentos tienen vista al mar. Además, el edificio cuenta con siete ascensores: dos que van del piso 1 al 14 ,dos que cubren del piso 15 al 28, dos para los pisos 29 al 39 y un séptimo ascensor, usado principalmente para mudanzas, que conecta todas las plantas. También consta de dos subsuelos con máquinas, gran hall y dos locales para negocios en planta baja.
-¿Para qué se pensó este edificio? ¿Venta, alquiler o ambos?
-El edificio se diseñó principalmente para la venta de todas sus unidades. De hecho, hubo una gran demanda porque todos los departamentos tenían vista al mar, lo que los hacía muy atractivos. En la publicidad de ventas, había una frase que decía: “Se busca el cielo, es decir, se buscan las alturas para darle a Mar del Plata proyecciones de gran ciudad moderna y rescatarla de su romántica estatura de ciudad matizada con chalets y residencias antiguas. Orgullo arquitectónico de una etapa de su existencia, pero situación superada por el paso arrollador del progreso”. Esto refleja cómo, en esa época, se priorizaba el progreso, la tecnología y la construcción rápida y económica.