¿El conflicto salarial de La Fraternidad seguirá los mismos traumáticos pasos que atravesó en 2024 el de los sindicatos aeronáuticos y Aerolíneas Argentinas? Hay una similitud: toma a los pasajeros de rehenes y causa graves trastornos a la gente común, no a los funcionarios o directivos de las empresas estatales. Quizá haya otro parecido: el gobierno de Javier Milei no da señales de aflojar ante los reclamos por más que el gremio que lidera Omar Maturano profundice las protestas.
En el Gobierno creen que la actitud del sindicalista más duro del sector ferroviario responde a “cuestiones políticas” y que terminará cediendo porque será difícil que redoble la apuesta con nuevas y más prolongadas medidas de fuerza. En los despachos oficiales intuyen que los 9.000 maquinistas de locomotoras agrupados en La Fraternidad están molestos con el líder del gremio: ya les descontaron días por los paros realizados y no cobraron los aumentos otorgados al sector.
“¿Cuánto tiempo más los afiliados se bancarán huelgas que no traen ningún resultado y que le representan menos dinero en el bolsillo”, se preguntó ante Infobae un funcionario libertario.
El dilema es nítido para Maturano. Se diferenció de los otros 3 sindicatos ferroviarios, que actúan en tándem y se adecuan a la política salarial del Gobierno, y ahora rechazó nuevamente la oferta salarial del 3,53% para noviembre-diciembre y lanzó un paro nacional para el martes 28, entre las 9 y las 15, con un plenario sindical que arrancará a las 11 para debatir la realización de una medida de fuerza más extensa.
Si el Gobierno no cede ante la decisión de paralizar los trenes durante 6 horas, ¿qué hará La Fraternidad? ¿Irá escalando sus protestas hasta llegar a un paro por tiempo indeterminado? Al mismo tiempo, ¿pueden flexibilizar su posición los funcionarios mileístas? Si acceden a las demandas del sindicato rebelde, vulnerando la rígida pauta salarial del Ministerio de Economía, se expondrán a una oleada de reclamos similares que podrían dinamitar el plan antiinflacionario del Gobierno.
El líder de La Fraternidad exige que las autoridades de Ferrocarriles Argentinos le otorgue a los conductores de locomotoras un aumento que compense la inflación de septiembre y octubre y que incluso permita recuperar un 46% de desfase salarial desde que arrancó la gestión de Javier Milei. Dejó por escrito incluso una propuesta para mejorar la situación de los trabajadores: que repartan entre los maquinistas una canasta básica de alimentos equivalente al 10% del salario ($154.155), que incluye unos 30 productos como harina, arroz, fideos, detergente, mermelada de frutilla y latas de atún, entre otros.
A Maturano, además, le juega en contra la estrategia completamente distinta que adoptaron la Unión Ferroviaria, la Asociación de Señaleros Ferroviarios Argentinos (ASFA) y la Asociación del Personal de Dirección de Ferrocarriles Argentinos (APDFA): formaron un frente común que negocia con el Gobierno temas salariales, laborales, convencionales y vinculados con las inversiones del sector.
La actitud negociadora de este bloque tiene el sello de Sergio Sasia, el dialoguista que conduce la Unión Ferroviaria, el sindicato mayoritario de la actividad, de unos 40.000 afiliados, y que encara las tratativas asociado con Enrique Maigua, líder de ASFA, de 1.700 afiliados, y Adrián Silva, titular de APDFA, que tiene unos 2.000 afiliados.
Hoy, los tres líderes sindicales ferroviarios, que ya firmaron el 3,53% de aumento para noviembre-diciembre, reanudaron las conversaciones con la Secretaría de Transporte para definir un incremento para el trimestre enero-marzo, pero la dureza de Maturano condiciona las tratativas.
Estos gremialistas también están unidos en otro objetivo compartido: la presentación en el Congreso de un proyecto de ley que apunta al desarrollo del sistema ferroviario del siglo XXI, elaborado por profesionales, técnicos, académicos y economistas, una idea que el titular de la Unión Ferroviaria tiene desde hace varios años y que buscará que sea debatido este año por los legisladores.
Sasia reivindica la postura negociadora con el Gobierno (de la misma forma que la tenía con otras administraciones), que posibilitó, afirmaron en su entorno, asegurar el empleo para unos 500 trabajadores que pudieron reconvertirse al pasar a cumplir tareas de poda y desmalezamiento en las vías y de control de evasión en los molinetes de las cabeceras ferroviarias, que antes estaban a cargo de empresas tercerizadas (achicando, de paso, los gastos del Estado en ese rubro).
El perfil de Maturano es distinto. Líder de La Fraternidad desde 1994, no pertenece formalmente a ninguna corriente sindical, aunque se caracteriza por su buena relación con el barrionuevismo y su aversión al moyanismo. Esta última condición lo llevó a reflotar en abril de 2022 la Unión General de Asociaciones de Trabajadores del Transporte (UGATT) para oponerse a la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), controlada por Hugo y Pablo Moyano.
Una pieza clave en la estructura de La Fraternidad es la participación de Sebastián Maturano, hijo del líder sindical, como secretario Gremial e Interior de la entidad. Dirigente en ascenso, tiene todas las fichas para ser el futuro sucesor de su padre y encabeza la Juventud Sindical de la CGT.
Maturano fundó en mayo pasado el Frente de Reconstrucción Nacional junto con otros sindicatos con el fin de “defender la democracia y no volver a ser una colonia”. Fue otra evidencia de su postura ultraopositora del gobierno de Milei, aunque en noviembre pasado, en un plenario de su gremio, admitió: “En algunas cosas, nos guste o no este gobierno o estemos enojados, tiene un poco de razón; tuvimos un Estado excesivo: no podíamos tener un Estado con 20 ministerios; era una joda, muchachos; era agarrar la maquinita, hacer plata y tirar la plata, y así le fue” (ahora, ese elogio le juega en contra por una estricta política salarial que no usa la “maquinita de hacer plata”).
En ese mismo plenario, el jefe de La Fraternidad decretó el final de la Mesa Nacional del Transporte, que integró fugazmente con Pablo Moyano, Pablo Biró (pilotos), Juan Pablo Brey (aeronavegantes), Raúl Durdos (SOMU) y su aliado Roberto Fernández (UTA), quienes se asociaron ante la pasividad de la CATT, liderada por Sasia, para embestir contra Milei y realizar un paro de 24 horas el 30 de octubre pasado. (La Mesa del Transporte) se va a desarmar, pero por nosotros sino por otros sindicatos que no tienen historia, que no tienen lucha” y apuntó contra los dirigentes aeronáuticos: “Son pilotos de avión, muchachos, son aeronavegantes, que no conocen el verdadero sindicalismo y que no conocen la verdadera pobreza, y eso nos va a romper”.
Desde entonces, sin la Mesa del Transporte y con una CATT remozada, pero casi desactivada, Maturano profundizó en soledad una postura hostil hacia la Casa Rosada, que, curiosamente, ya no muestran dirigentes de poderosos gremios como Hugo Moyano (Camioneros) y Abel Furlán (UOM), quienes terminaron cediendo sus reclamos salariales originales para alinearse con la pauta de Economía.
“El mejor paro siempre es el que no se hace; eso quiere decir que a través del diálogo uno logró el objetivo”, señaló Sasia en una entrevista con Infobae, en octubre pasado. Esa frase también explica por qué Maturano es un rival de Maturano en la interna ferroviaria. Para el titular de La Fraternidad, el mejor paro es precisamente el que hace, como el del martes próximo, y también los que vendrán.