Con 64 años, Carlos Tocco es el participante de más edad de esta edición de Gran Hermano, y resulta apenas superado por Isabel De Negri el año pasado. La eliminación lo dejó un poco descolocado, a pesar de que no era su intención entrar a la casa más famosa de la televisión, sino que lo empujaron sus hijos. Exjugador de fútbol y exdirector técnico, contó que estuvo al borde de la muerte después de 14 operaciones de columna y mala praxis en dos oportunidades, y que quedó en silla de ruedas con un pronóstico que no se cumplió gracias a su fuerza de voluntad. En una charla con LA NACIÓN, también habló de la doble vida que llevó durante muchos años y del modo en que todo cambió para él.
-Pensabas que te ibas a quedar en el programa, ¿por qué creés que te eliminaron?
-Venía bien y no pensé que me iba a ir, la verdad. No era consumidor del programa y me presenté porque mis hijos me mandaron al casting y aprendí mientras jugaba. Creo que quedé afuera porque soy un tipo de perfil tranquilo, salvo cuando me buscan y me encuentran. Y la gente eligió lo picante, las peleas constantes. Y yo no soy de pelear.
-Decís que no sos peleador pero tuviste algunos enfrentamientos, sobre todo con Luz…
-La pasé muy bien en la casa. Fue una experiencia hermosa la que viví. Inigualable. Pero extrañé mucho a mis hijos porque nunca estuve tanto tiempo separado de ellos, no de mi mujer. Se me complicó un poquito por ahí, aunque lo disfruté. Insisto, no me gustan las peleas, la agresividad, descalificar al otro sin motivo y solamente para mostrarse. Hubo mucha pelea innecesaria en la casa. Intenté mantenerme al margen, pero cuando me buscan me encuentran. Luz se metió conmigo. Quizá yo me equivoqué en levantar un poquito la voz y pedí disculpas, pero sostengo que ella me ninguneó y los chicos se rieron de mí. Me expuso y por eso la expuse yo delante de todos y pasó lo que pasó. Estas cosas son muy sensibles hoy, y quizá si hubiera levantado ella la voz no se hubiera armado tanto lío. A veces decían cosas tremendas en la casa y si las llegaba a decir yo, me cancelaban.
-¿Por qué sos de otra generación? ¿Te cuesta adaptarte a los nuevos modos?
-Creo que sí. Te cancelan por la edad y el género. Fui evolucionando con mis hijos (Marcia, de 27 años, e Ivo, de 24) porque siempre me llaman la atención, me dicen “no digas esto, no hables así, tal cosa es cancelable”. Nos criamos de otra manera y no lo decíamos con maldad, sino como una broma que quizá lastima y no nos dábamos cuenta. Es muy difícil.
-Tuviste una charla muy cálida con Luciana sobre la identidad de género. ¿Cómo surgió?
-Fue casi paternal. Hablé para que ella empiece a mostrarse un poco más, a hacerse escuchar, a levantar el perfil porque le dieron un lugar en el programa que no le daban a nadie hace mucho y tiene que representarlos a todos. Tengo gente a la que amo en mi familia y está envuelta en la misma bandera que Luciana. Igual está muy bien considerada en la casa y afuera también. Pasar de ser Jorge a Luciana de un día para el otro es muy fuerte.
-¿Es tu favorita?
-Creo que va a llegar lejos Luciana, pero yo le tengo mucha fe a Ulises, un tipo muy preparado, asesor político, un orador impresionante.
-Entraste a Gran Hermano por sugerencia de tus hijos, ¿vos tenías algún objetivo personal?
-Me metieron ellos (risas). Son grandes consumidores de Gran Hermano, tienen grupos del programa, muy fanáticos. Me hicieron un video, lo mandaron y entré. Los domingos peleábamos porque ellos querían ver Gran Hermano y yo fútbol, y a los tirones me sentaban (risas) y lo hacía para compartir un rato con ellos. De pronto estaba en la casa y ya soy fanático de Gran Hermano a morir.
-¿Creés que el reality cambia tu vida de alguna manera?
-Creo que va a cambiar mi vida. Yo jugué al futbol y algunas personas me conocían, pero no era popular, y hoy hasta los chicos me piden una foto. Me sorprende, pero voy a tener que acostumbrarme (risas). Es algo nuevo que me gusta. Si a partir de esto sale algún trabajo en streaming o en el medio, bárbaro. Pero me sirve para mi boliche bailable, Bahiano, en Ituzaingó, y el negocio de lencería que tenemos con mi hija Marcia en la calle Avellaneda, en Flores. Con la pandemia y todo eso, mis negocios están caídos y esto me va a ayudar para levantarnos.
-Hablabas de lo cercano que sos a tus hijos… ¿Vivís con ellos?
-Marcia vive conmigo y con Sandra, que es mi pareja. Mi hijo Ivo vive con su mamá, mi exmujer. Marcia se iba a vivir con su pareja cuando entré la casa, así que ahora me enteraré qué pasó. Y Sandra es la mujer de mi vida. Hace unos años que estamos juntos, no tenemos hijos en común pero sus hijos son como los míos; ya están grandes, de más 30 años, y me apoyaron en el programa, y venían a la tribuna siempre. Sandra es una masa, una gran compañera en todo, de fierro. Es la mujer que quiero para estar el resto de mi vida.
-¿La doble vida de la que se habló tiene que ver con tu exmujer y tu actual?
-Sí. Durante muchos con la madre de mis hijos vivimos juntos pero separados, en habitaciones diferentes. Siempre fui muy pegado a mis hijos y cuando me separé porque la cosa no daba, no me alcanzaba verlos tres veces a la semana; quería levantarme con ellos, llevarlos a la escuela, comer, irme de vacaciones. Era traumático no tenerlos conmigo. Lamentablemente no pude manejarlo y se generó esta situación. Conocí a Sandra, una mujer que me dio todo, que jamás me dijo que me separara y aguantó a la sombra, me bancó, me esperó muchos años. Y cuando mis hijos fueron grandes con su vida encaminada, decidí separarme e irme a vivir con Sandra. Nos llevamos muy bien todos.
-Jugaste al fútbol durante muchos años, ¿cómo entraste a ese mundo?
-Empecé de muy chiquito jugando en los torneos de barrio, en los torneos Evita, me vio un seleccionador de esa época y me llevó a Chacarita, hice todas las inferiores, llegué a jugar en primera, salimos campeones e hice el gol del ascenso; me llevaron a Racing, club del que soy hincha, pero estuve todo el año lesionado y no pude jugar. Con el correr de los años me fui a Venezuela. Jugué doce años en distintos clubes, pero siempre tuve muchas lesiones que me limitaron y no pudo concretarse mi sueño de terminar en lo más alto. Fui técnico, estuve en Huracán como ayudante de campo de Héctor Rivoira, dirigí Deportivo Español, Ituzaingó. Y en el 2010 decidí dedicarme a los boliches.
-Las lesiones te dejaron postrado, ¿qué recordás de esos momentos?
–Tuve 14 operaciones de columna y en dos oportunidades me hicieron mala praxis. Estuve muy mal, quedé en silla de ruedas en el 2019 y me dijeron que no iba a volver a caminar. Tuve una bacteria, me colocaron mal los clavos y me salvaron en el CEMIC de Saavedra. Hoy estoy en Gran hermano, volví a jugar al futbol después de seis años, hago pesas, hago gimnasia. Estar acá es un milagro. Entré al reality también para demostrar que la gente de mi edad no tiene que tener vergüenza si quiere ir a bailar, salir, divertirse. Todavía hay mucho para recorrer. No somos grandes, nunca es tarde, hay que vivir y disfrutar. En poco tiempo perdí mi salud, mi trabajo con la pandemia, perdí mi familia y tuve que hacer una nueva. Fueron muchos golpes, pero acá estoy, vivito y coleando y con ganas de hacer cosas. Estoy muy orgulloso de todo lo que conseguí.
-¿Hoy estás bien de salud?
-Tengo algunos dolorcitos, me cuestan algunos movimientos. Se me complicaban algunas pruebas en la casa, pero estoy bien.