En enero de 2022, una pequeña oficina de la escuela secundaria Beal City High, en el corazón agrícola de Michigan, se convirtió en el epicentro de una pesadilla que cambiaría para siempre a una comunidad aparentemente tranquila…, reconstruye esta historia una investigación de New York Magazine.
Kendra Licari y Jill Mckenny, madres de dos estudiantes de primer año –Ashley y Owen– se reunieron con el director y las autoridades locales para buscar respuestas al implacable ciberbullying (acoso cibernético) que venían sufriendo sus hijos.
Nadie imaginaba que, ocho meses después, la búsqueda del acosador señalaría a la propia Kendra como la autora de los mensajes.
La historia comenzó con una lluvia de mensajes de texto anónimos -¡hasta 30 al día!- que inundaban los teléfonos de Ashley y Owen.
Aunque ambos eran blanco de las burlas, la mayoría de los ataques se centraban en Ashley, una joven de complexión delgada y reservada que apenas empezaba a desenvolverse en la vida adolescente.
Los mensajes eran crueles y personales: criticaban su apariencia, su rendimiento deportivo y su relación con Owen, mientras incluían amenazas explícitas y manipulaban imágenes para humillarla públicamente.
El impacto en las víctimas, las primeras sospechas
El impacto en los adolescentes fue devastador. Ashley oscilaba entre responder con desesperación y suplicar al acosador que se detuviera. Owen, por su parte, habitualmente despreocupado, mostraba señales de angustia y retraimiento.
El agresor parecía conocer detalles íntimos de sus vidas: desde los puntajes de Ashley en los partidos de baloncesto hasta la ubicación de Owen en la escuela.
Esta precisión alimentó las sospechas iniciales contra Khloe Wilson, una compañera de clase. Sin embargo, no existían pruebas concluyentes.
Beal City, con su comunidad unida y sus valores de apoyo mutuo, se enfrentaba a un enigma que desafiaba su sentido de seguridad.
Los rumores crecieron a medida que el director, Dan Boyer, y el alguacil local intentaban rastrear el origen de los mensajes sin éxito. Mientras tanto, la vida en la escuela continuaba bajo una nube de miedo y desconfianza.
¿Número desconocido?
Con el tiempo, surgieron sospechas más inquietantes. La conducta de Kendra comenzó a levantar alarmas entre algunos miembros de la comunidad.
Como madre, era conocida por la intensidad con que se involucraba en la vida de Ashley, al punto de intervenir en sus amistades y revisar sus mensajes.
Los esfuerzos de Kendra por involucrarse en la investigación parecían sobrepasar los límites de la preocupación materna, generando murmullos entre los padres y las autoridades escolares.
Finalmente, la intervención del Grupo de Trabajo de Delitos Informáticos, una colaboración entre el FBI y las fuerzas locales, desentrañó la verdad.
Al rastrear las direcciones IP y los números asociados con los mensajes, los investigadores descubrieron que los textos provenían de dispositivos vinculados a Kendra Licari.
Confrontada por el alguacil, Kendra confesó parcialmente. Alegó que había continuado con los mensajes debido al estrés y problemas financieros, pero no explicó del todo sus motivaciones.
Motivaciones ocultas y consecuencias
El descubrimiento conmocionó a Beal City. ¿Cómo podía una madre infligir tal daño a su propia hija?
Psicólogos expertos ofrecieron una posible respuesta: el caso tenía similitudes con el síndrome de Munchausen por internet, un trastorno en el que las personas fabrican escenarios de victimización para atraer atención.
Para Kendra, los mensajes anónimos pudieron servir como una forma de mantener a Ashley bajo su control y reforzar su propia imagen de “súper mamá” en la comunidad.
El costo de esta manipulación fue alto. Kendra fue declarada culpable de acoso cibernético y sentenciada a 19 meses de prisión.
También perdió la custodia de Ashley, quien se trasladó con su padre y terminó sus estudios en una modalidad en línea.
Para la joven, el regreso a Beal City fue amargo, marcado por preguntas de sus compañeros sobre si sabía lo que su madre había hecho.
Aunque Ashley negó haberlo sabido, algunos en la comunidad cuestionaron su silencio.
Daño y reflexión
El caso sacudió a Beal City, capturando la atención nacional. El canal de cable Lifetime lanzó una película titulada Mommy Meanest, una versión dramatizada de los eventos.
A la vez, un documental de Netflix, con entrevistas de los principales involucrados, promete explorar los matices psicológicos y sociales de esta tragedia.
En pocos meses -mayo de este año-, Ashley, Owen y Khloe Wilson se preparan para graduarse de Beal City High. Sin embargo, las cicatrices del caso persisten.
La comunidad, antes unida, lucha por reconciliarse con los eventos que desnudaron la fragilidad de su aparente armonía.
Mientras tanto, Kendra Licari, ahora en libertad, enfrenta un futuro incierto lejos de su hija…
El daño causado, tanto a nivel personal como colectivo, es un recordatorio de las complejidades humanas. Y del impacto devastador de las mentiras.