San Lorenzo cerró su participación en la Serie Río de la Plata con el desempeño colectivo más flojo de los tres partidos que tuvo en Uruguay: el duelo frente a Independiente del Valle expuso el cansancio acumulado en el equipo que Miguel Ángel Russo ya decidió como el titular de cara al debut contra Talleres, tras una fuerte pretemporada de diez días y el trío de partidos en menos de una semana. Justificada igualdad sin goles que luego convirtió en un triunfo (5-4) por penales.
La del domingo resultaba ser para el Ciclón una noche en la que podía hacer un ligero pero exitoso balance. Quizás, sacando mejores conclusiones de las imaginadas, entre la escasez de refuerzos -la única novedad sigue siendo Emanuel Cecchini- y la abundancia de juveniles para emparchar esa falta, explicada desde el ajuste económico por el que la dirigencia dice estar esforzándose, a la vez de buscar nutrir los puestos que pide Russo sin forzar la tesorería. Por eso aparecen las frases del técnico, que parecen mostrar cierta resignación, más allá de su característico hermetismo: “Hasta no ver a alguien entrenando no digo nada. Ya ni pregunto”, declaró antes del último examen.
Ganarle por 1-0 tanto a Nacional como a Peñarol en esas circunstancias permitía cierta alegría. Siendo más protagonista un día más que en otro, pero dejando buenas sensaciones; mostrando carácter cuando debió poner la pierna más fuerte. Aunque, más allá de los resultados, el ánimo del plantel y la preparación física hecha en Cardales, que dejó muy conforme al entrenador –y durante los encuentros se vio plasmada-, se llevaron el mayor destaque. Quedaban los ecuatorianos, que cerraron el interesante círculo de tres encuentros de buena talla y jugados en apenas seis días: mientras San Lorenzo disputará un calendario exclusivamente local en 2025, uruguayos y ecuatorianos participarán en la Copa Libertadores desde la zona de grupos.
Russo volvió a dejar en claro que su once inicial es el elegido en las tres jornadas. Apenas la lesión del arquero Facundo Altamirano en el duelo ante el “Bolso” forzó la única modificación y, mientras espera un reemplazo, el titular es el paraguayo Orlando Gill. A excepción de algún imponderable, ellos serán los que enfrenten a Talleres en el debut por el Torneo Apertura, el sábado en el Nuevo Gasómetro. Y los jugadores volvieron a mostrar algo de lo que pide el cuerpo técnico.
Lo mejor del encuentro
En todos los encuentros se vio a un equipo comprometido, que se tira al piso en busca de la pelota, dispuesto a no darla por perdida; a presionar arriba y a exigir el error; a que Iker Muniain, más que el conductor, también sea ese tercer volante interno que corra a recuperar la posesión. “¡Dame un poquito más”, le grita el DT. San Lorenzo prometió durante la estadía en Uruguay ser un equipo mordedor, como apenas una de las virtudes que se le fueron observando.
El conjunto de Boedo expuso un cansancio pronto. Lógico, por esta seguidilla a la que se dispuso. No obstante, la exigencia que afrontó puede terminar dándole el aire en los partidos oficiales. Las piernas pesaron antes de la media hora de juego, porque –además de la acumulación de minutos- pisó un campo repleto de pozos y algo mojado, con una lluvia de menor a mayor intensidad. Se hizo aburrida la primera mitad: los de Quito debutaban en el certamen amistoso y su ritmo también se hizo cansino.
La intención de juntar pases que exige Russo se convirtió en una exposición desprolija. Cuando Independiente del Valle tuvo aire, forzó el error, pero en otras jugadas fue el propio conjunto azulgrana el que no se encontró aun en la comodidad de poseer el balón con espacios. De hecho, en el segundo tiempo se profundizó. El volante vasco fue el reflejo: fastidioso, se peleó con las condiciones del césped, con el pique de la pelota y con sí mismo. El físico tampoco lo ayudó y forzó su salida en el primer cuarto de hora del complemento.
Así como se ven puntos positivos, también se identifican los defectos repetidos: por más que pueda tener la pelota un largo rato -lo que no sucedió anoche, pero sí días antes-, le falta profundidad. No le sobran las chances claras de gol. Y las que consigue son erradas por Alexis Cuello, el N°9 que no siente esa posición, pero sigue siendo el elegido por Russo tras ser el goleador del año pasado: como ante Nacional, erró un gol insólito en el área chica en el primer capítulo.
El segundo tiempo estuvo de más. Las modificaciones (seis en el Ciclón) hicieron que la vista pesara más. El Azulgrana repitió la fórmula, incluso cuando el español no había sido reemplazado: la formación volvió a presionar a la defensa ecuatoriana, por más que el agotamiento fuera evidente en el esfuerzo. Así y todo, exigió y pudo quedarse conforme con ello: los jugadores azulgranas no le permitieron al rival cruzar el medio campo con facilidad.
Será, evidentemente, la marca de la identidad. Aunque eso que promete deberá volcarlo al plano oficial y esa hora ya se acerca. Son conscientes en el plantel (y en el club) que una cosa no tiene que ver con la otra. Lo producido durante la semana que transcurrió será rápidamente olvidado en las tribunas si el debut ante Talleres se da con un traspié, entendiendo al empate como parte de esa amarga sensación que pueda dar lugar a la reprobación de los últimos tiempos. Más aún con la crisis institucional representada, por ahora, en el equipo.
Los primeros remates que recibió Gill después del descanso fueron las ejecuciones desde el punto penal, la llave para buscar un ganador después de una aburrida igualdad. Fue lo más atractivo del cotejo, ya que remataron 14 penales y el equipo de Russo fue el vencedor por 5-4: de los tres que erró Independiente, el joven paraguayo pudo desviar uno. De sus compañeros, Nicolás Tripichio, Agustín Ladstatter, Ezequiel Herrera, Emanuel Cecchini y Manuel Insaurralde convirtieron, mientras que Elías Báez y Branco Salinardi fallaron sus definiciones.
San Lorenzo culminó su gira amistosa ante tres equipos que serán coperos también en este 2025 y, quizás, agregó otra tilde en el balance: sostuvo la valla invicta en los 270 minutos. Preparación superada y la hora de mostrar su verdadera cara es lo que continúa. Pero el fútbol argentino, como siempre, también será una medida exigente.