Es el mismo mar, el mismo atardecer, la misma escenografía de ensueño que sólo Punta del Este puede ofrecer, y allí está ella con esa sonrisa entre pícara y cautivadora, las piernas eternas y su porte de pura elegancia que alguna vez, casi sin quererlo, la llevaron -en ese mismo lugar- a iniciar su reinado y convertirse de la mano de Pancho Dotto en una de las modelos más convocadas de los noventa.
“Siento que esa era otra vida”, asegura Roxana Zarecki (52), mientras acuesta a Delfina y Sofía, las hijas que tuvo con el empresario farmacéutico Sebastián Bagó, cuando se le pide recordar alguna anécdota de esa época dorada de las modelos argentinas. Esa casta única en la que ella supo ser imagen de las marcas y revistas más importantes del país y del mundo, donde fue la musa que inspiró diseños de firmas de renombre como Elsa Serrano o Gino Bogani, y se convirtió una de las figuras de las presentaciones de Roberto Giordano. Hubo incluso un paso con gloria por la televisión hasta que llegó su pasión más grande: su familia.
Aplicada, creativa e hiperactiva, trazó una carrera sinuosa, que abarcó desde el Derecho y el Periodismo hasta el diseño de joyas. Lo que comenzó como un hobby, derivó en RZStudio, una marca destacada por sus colecciones exclusivas y colaboraciones en el mundo de la moda, Roxana ha sabido reinventarse en cada etapa.
–Punta del Este es importante en tu vida. Fue acá, en un concurso belleza, que comenzó tu carrera como modelo. ¿Qué recordás de ese momento?
–Ese verano vine con mis padres. Una amiga me insistió en que me metiera en el concurso de Miss Punta del Este. Lo hice porque si quedabas preseleccionada tenías vía libre todo el verano para entrar a Space, que era “el boliche”… ¡y ese era nuestro único objetivo! (risas). Fue casi por casualidad. Al final estaba súper nerviosa, pero te confieso que no sé por qué en el fondo sentía que algo iba a pasar. Y cuando me eligieron “vicerreina de Punta del Este”, para mis padres fue una sorpresa ¡porque no se lo dije hasta el último día! Ese verano, después de mi coronación, conocí a Pancho Dotto. En ese momento no me di cuenta de que de ahí en adelante mi vida iba a cambiar para siempre porque comencé una larga carrera en el mundo del modelaje y luego en la conducción y en la televisión. Algo que nunca había imaginado.
–Estabas justo empezando a estudiar Abogacía y, cuando ofrecieron comenzar la carrera de modelo, tus padres te impusieron una condición: seguir estudiando. ¿Eras aplicada?
–Mis papás eran estrictos, pero nunca me cuartearon los desafíos que yo iba planteando en mi vida, todo lo contrario, me alentaban. En esa época yo empezaba Derecho y me pidieron que no dejase la carrera porque pensaban que lo de modelo me iba a durar un año o dos. “Mejor seguí estudiando”, decían. Cumplí con mi palabra: llevaba los libros a los desfiles y hasta no terminar la carrera no acepté ningún contrato en el exterior. Después me fui a Japón, a Alemania e hice la gira Milán-Nueva York-París durante cinco años. Era mi pendiente por estudiar, así que lo disfrute muchísimo y fue una gran experiencia.
–¿Qué recuerdos tenés de esa época de modelo en los 90?
–Tuve un privilegio de que me tocara la que creo fue la mejor época. No es que ahora no sea maravillosa, pero los 90 fueron una gloria. Los desfiles de Giordano, de Pancho Dotto y de Ricardo Piñeiro marcaron un antes y un después en la moda, y yo lo viví con suma intensidad. Disfruté de cada momento y aprendí un montón. Eran tiempos de un glamour tremendo. La gente sabía el nombre de las modelos, nos pedían fotos y autógrafos en la calle. No entendíamos tanta cosa, pensábamos que era demasiado”.
–Hace un mes falleció Roberto Giordano, vos le dedicaste un sentido homenaje.
–Me sorprendió su muerte porque era joven. No me la esperaba. Sentí que no tuvo la despedida que merecía. Nunca pensé que su último desfile iba a ser el último… Fue alguien que generó mucho para la moda. Sus desfiles eran diferentes: Giordano transformaba un desfile en un espectáculo de moda. A cada modelo nos daba un lugar especial, lograba que sacáramos lo mejor de cada una y nos luciéramos. Por eso puse en un post que me hubiese gustado decirle “Gracias”, porque vivimos momentos hermosos gracias a él. Roberto fue alguien importante para todas las que estábamos en sus desfiles .
–Abogada y periodista. ¿Cómo cambió eso tu lugar en el mundo del modelaje?
–Estaba estudiando Periodismo y me ofrecieron hacer el noticiero de América, en el que estuve un año. Después me ofrecieron entrar en FashionTV, en el programa Glam, por el que recibí un Martín Fierro de la TV de Cable, que tengo con mucho orgullo en casa. Pero después de dos años dejé porque Sebastián me propuso matrimonio y decidí enfocarme al cien por ciento en mi familia.
–¿Cómo conociste a Sebastián? ¿Qué te enamoró de él?
–¡Lo conocí en un zoológico! Loco, ¿no? A Sebas lo apasionan los animales y es un estudioso, y en ese entonces colaboraba con el zoológico de Luján. Yo fui a hacer unas fotos para la tienda del zoo, y ahí nos conocimos. Después nos cruzábamos en distintos lugares, pero recién un año más tarde llegó el amor y no nos separamos nunca más. Hace 19 años que estamos juntos y me enamoró todo de él. Amo su humildad, lo compañero y protector que es, que en todo momento está a mi lado. Cuando fui mamá por primera vez no se movía de mi lado ni un segundo. Y no puede haber un mejor padre de mis hijas, está siempre pendiente. Mirá que su agenda es tremenda, pero siempre quiere estar o ir a cualquier cosa que tengan. Eso me enamoró al principio y me enamora todos los días.
–De repente aparece en tu vida la joyería, ¿por qué?
–Me puse a estudiar cuando estaba de novia y descubrí que era habilidosa con las manos y era bastante creativa. Así que empecé a hacer piezas. Primero de entre casa, para amigos y familia, y después le pedí una oportunidad a algunas marcas que me conocían de mi época de modelo, para las que estuve trabajando. Ahora con Kosiuko hicimos unas tiaras de la línea Queen Carla de Carla Rodríguez. También tengo la línea Il Filo que hago con Florencia Florio que también fue modelo. Y otra que se llama Rezamo, con Agustina Moreno Ocampo, que está inspirada en nuestras culturas y se vende en el Malba. Y hace una año que colaboro con el diseñador Gabriel Lage.
–Hace poco estuviste en boca de todos por la tiara que lució Milagros Mailin en su casamiento con Horacio Rodríguez Larreta. ¿Cómo se les ocurrió ese detalle?
–Yo solo la conocía por las revistas. Pero veía lo linda que era, así que sabía que cualquier cosa le iba a quedar bien. Fue todo entre ella y Gabriel Lage. Ella quería algo en la frente, y Gabriel me hizo un dibujo. Era un trabajo muy artesanal. Yo fui al casamiento y verla entrar tan hermosa con su vestido y su tiara me llenó de emoción. Se que ella estaba feliz.
–¿A quién te gustaría diseñarle?
–Me encantaría diseñarle una joya a Máxima porque la admiro muchísimo y nos representa muy bien a los argentinos.