En los últimos años, los microplásticos han pasado de ser una preocupación ambiental a un posible riesgo para la salud humana. Estas diminutas partículas, provenientes de productos de uso cotidiano como envases, textiles y utensilios de cocina, han sido detectadas en un lugar inesperado: las bolsas de té. Según informó The New York Times, un estudio reciente reveló que algunas bolsas fabricadas con plástico liberan miles de millones de microplásticos al ser sumergidas en agua caliente. Aunque no hay evidencia concluyente sobre los efectos en la salud, este hallazgo ha generado inquietud entre los consumidores.
De acuerdo con un estudio de 2024 citado por el medio, las bolsas de té hechas con polipropileno, un plástico común en la industria alimentaria, pueden liberar hasta 1.200 millones de partículas de microplásticos por mililitro de té. Mark R. Wiesner, profesor de ingeniería civil y ambiental en la Universidad de Duke, calificó esta cantidad como significativa. No obstante, los especialistas coinciden en que aún no se ha determinado si estas partículas representan un riesgo directo para la salud humana.
El uso de plásticos en las bolsas de té no solo responde a razones económicas, sino también a necesidades de diseño y conservación. El polipropileno, por ejemplo, es utilizado para sellar las bolsas y evitar que se deshagan en el agua caliente, lo que permite una mayor durabilidad del producto. Sin embargo, este beneficio práctico tiene un costo ambiental y potencialmente sanitario, ya que la exposición a altas temperaturas facilita la liberación de microplásticos en la bebida. La creciente conciencia sobre este problema ha llevado a algunas empresas a explorar alternativas como fibras naturales y materiales compostables.
Materiales en las bolsas de té y su impacto en la contaminación por microplásticos
Las bolsas de té pueden estar hechas de diversos materiales, lo que influye en la cantidad de microplásticos liberados. Según The New York Times, las más comunes incluyen papel, nylon, polipropileno y alternativas biodegradables como el ácido poliláctico. Las bolsas de papel, compuestas por fibras vegetales como celulosa, cáñamo o madera, suelen considerarse más seguras, ya que en teoría liberan menos microplásticos. Sin embargo, muchas de ellas tienen recubrimientos plásticos o sellados con polipropileno, lo que puede comprometer su seguridad.
Un estudio realizado en 2021 por investigadores europeos encontró microplásticos en cinco de seis marcas de bolsas de té analizadas en Irlanda, incluso en aquellas que parecían estar hechas solo de papel. Hailey E. Hampson, investigadora de microplásticos en las universidades de California del Sur y Washington, explicó que el plástico puede infiltrarse en estas bolsas de varias formas, ya sea por el material de sellado o por los recubrimientos en los hilos.
En respuesta a esta preocupación, The New York Times contactó a doce empresas productoras de té para conocer sus prácticas. Seis de ellas—Bigelow, Lipton, Twinings, Yogi, Traditional Medicinals y Stash—aseguraron que sus bolsas no contienen microplásticos y que utilizan materiales a base de papel o fibras vegetales. Sin embargo, no todas las marcas han proporcionado transparencia sobre sus procesos de fabricación.
Efectos de los microplásticos en la salud: lo que sabemos hasta ahora
Los microplásticos no solo están presentes en los alimentos y bebidas, sino también en el aire que respiramos. Según Hailey E. Hampson, estas partículas pueden ingresar al torrente sanguíneo y acumularse en los tejidos, lo que plantea dudas sobre sus efectos en la salud.
Algunas investigaciones han sugerido posibles vínculos entre la exposición a microplásticos y enfermedades como el cáncer, trastornos cardiovasculares y enfermedades inflamatorias como la enfermedad inflamatoria intestinal. Sin embargo, los expertos advierten que los estudios actuales tienen limitaciones. Para confirmar una relación directa, se necesitarían ensayos clínicos en los que un grupo de personas consuma microplásticos y otro no, algo que sería éticamente inviable.
En su laboratorio, Suzhao Li, investigadora de la Universidad de Colorado, ha observado que las células inmunitarias reaccionan a los microplásticos como si fueran cuerpos extraños, lo que provoca inflamación. Este proceso podría estar relacionado con enfermedades inflamatorias y cardiovasculares, aunque la investigación sigue en fases iniciales. “Los microplásticos son un campo muy nuevo para la ciencia”, señaló Li, subrayando que aún queda mucho por investigar.
Estrategias para reducir la exposición a microplásticos al tomar té
Para quienes deseen minimizar su exposición a microplásticos al consumir té, los expertos consultados por The New York Times ofrecen varias estrategias prácticas:
- Optar por té de hojas sueltas: Es la alternativa más efectiva, ya que evita por completo el uso de bolsas de té.
- Elegir bolsas de papel sin sellados plásticos: Aunque no garantizan estar completamente libres de microplásticos, suelen liberar menos partículas que las bolsas de plástico.
- Realizar un prelavado de la bolsa de té: Sumergir la bolsa en agua a temperatura ambiente y desechar esa agua antes de preparar el té puede reducir la cantidad de microplásticos liberados, según Hailey E. Hampson.
- Evitar recalentar el té con la bolsa dentro: El calor adicional podría incrementar la liberación de partículas plásticas. Si es necesario calentar la bebida, es preferible retirar la bolsa antes.
- Reducir el uso de plásticos en otros aspectos de la vida cotidiana: Según Suzhao Li, enfocarse en reemplazar utensilios de plástico por alternativas como tablas de cortar de madera o recipientes de vidrio es una forma más efectiva de disminuir la exposición a microplásticos.
Un problema en evolución: el futuro de la investigación sobre microplásticos
El hallazgo de microplásticos en las bolsas de té es solo una parte del debate sobre la contaminación plástica y sus efectos en la salud humana. Aunque la ciencia aún no tiene respuestas definitivas, los consumidores pueden tomar decisiones informadas para reducir su exposición sin renunciar a su bebida favorita.
Según The New York Times, el desafío radica en equilibrar la precaución con el disfrute, sin permitir que la preocupación por los microplásticos opaque los pequeños placeres de la vida diaria. Mientras tanto, la investigación sobre los efectos a largo plazo de estas partículas sigue en curso, con la esperanza de comprender mejor su impacto en el cuerpo humano y en el medio ambiente.