“Tengo una sandwichería a siete cuadras y perdí todo. Tenía sándwiches, helados y ni un palito bombón pude salvar. Imaginate cómo estoy: tres freezers llenos de helados que tengo que tirar. Perdí 10 millones de pesos en mercadería. Tengo una bronca enorme. Es una vergüenza, no se puede vivir así. Desde Edesur no nos dicen nada sobre a qué hora puede volver la luz. El verano pasado pasó lo mismo, pero al menos pude salvar algo porque había luz en casa. Ahora, ni eso”, contaba Marcelo Díaz mientras desayunaba junto a su familia en la vereda de su casa, en avenida Directorio al 4800, escapando del calor.
“No se puede abrir casi ningún comercio porque tenemos los portones eléctricos. No sé cómo estarán haciendo los locales con todos los lácteos y las cosas de heladera. En Edesur dicen que están trabajando, pero no te dan ni un aproximado de a qué hora podría volver la luz. Dormimos con todo abierto porque era imposible estar adentro de las casas, que calentaron durante el día y adentro parecían un horno. A la madrugada estaba lleno de gente en la calle que no aguantaba más el calor”, relató Nicolás, de 38 años, dueño de una gomería situada en avenida Olivera, entre Francisco Bilbao y San Pedro.
En medio de la ola de calor a la que se enfrentan el centro y el norte del país, los barrios porteños de Parque Avellaneda, Mataderos, Liniers, Flores y Villa Lugano están siendo afectados desde anoche por un gran corte de luz que impactó a unos 70.000 usuarios. Según la empresa de distribución de energía, el corte se debió a un principio de incendio registrado en un túnel de cables de media tensión en Parque Chacabuco. Además, afirmaron: “Después de que se terminó de extinguir el incendio, se pudieron empezar con las verificaciones y los trabajos. Ya se recuperó casi el 50% de los inicialmente afectados. Se seguirá trabajando para continuar normalizando paulatinamente”. También comentaron que esperan que la situación se regularice para todos los usuarios durante el día de hoy.
Los semáforos apagados generaban desorden en cada esquina, con autos y peatones cruzándose al azar. En las calles, los vecinos intentaban escapar del calor de las casas; algunos se agrupaban en las plazas buscando sombra, mientras otros se mojaban con mangueras para aliviar el agobio. En algunas veredas, se podían ver piletas de plástico instaladas como refugios improvisados. Niños y adultos improvisaban cualquier recurso para soportar la ola de calor.
Los cortes, que comenzaron ayer alrededor de las 22, están generando un fuerte impacto tanto en los comerciantes de los sectores afectados como en los vecinos. Según denuncian muchos, no se trata de un hecho aislado, sino de un problema que se repite constantemente y que sucede cada verano con la llegada de las altas temperaturas. Las pérdidas económicas, el malestar por la falta de respuesta y la incertidumbre sobre el restablecimiento del servicio agravan una situación que, año tras año, parece no tener una solución definitiva.
Carlos Alberto, de 83 años, se abanicaba con un diario mientras descansaba bajo la sombra de un árbol en el Parque Avellaneda. “Esto pasó toda la vida y no va a cambiar, siempre fue igual. Adentro de las casas es imposible estar, por eso me vine acá a la sombra. Es insoportable el calor”, dijo, con resignación.
María Ester, de 70 años, compartía la misma sensación. “La noche estuvo insoportable, no se pudo dormir. Hoy a las 6 me levanté para abrir la puerta y salir un poco porque no se podía estar en la casa”, comentó mientras se sentaba en una reposera en la vereda. Además, explicó las complicaciones que enfrenta: “En casa tengo todo eléctrico, no tengo ni para cocinar ni para desayunar. ¿Qué comida voy a poder hacer así? Estuve llamando a Edesur, pero no te contesta nadie. Te dejan con esa música de espera que te vuelve loca”.
El impacto de los cortes de luz se siente con fuerza en los comercios de la zona, donde la frustración crece a medida que pasan las horas. “La estamos pasando mal, es muy caluroso acá adentro. Igualmente tenemos que abrir, no podemos estar sin trabajar pero tenemos la balanza eléctrica, no podemos usar el posnet para las tarjetas, es muy difícil. El año pasado, cada dos por tres se cortaba. Las cosas de heladera se echan a perder todas”, lamentó Carina Vargas, de 35 años, dueña de una verdulería sobre la Avenida Olivera.
En otro comercio cercano, el dueño de una fiambrería que prefirió no dar su nombre, se expresaba con igual descontento: “Ya estoy acostumbrado a esto, por eso a la noche siempre dejo todo en el freezer. Ahora voy a conectar el generador para poder abrir, pero no se puede estar así. Es muy caro tener el generador funcionando. No deberían suceder estas cosas”.