“Mis canas me enfrentaron conmigo misma y eso me hizo conectar con mi deseo dormido o relegado. Sentía que no estaba siendo yo misma, que no me mostraba como quería, que estaba conformando a otros. Las canas me dieron ese empujón de rebeldía para romper con lo que se esperaba de mí. Me hicieron sentir poderosa, libre, que podía ir por más a pesar de lo que los otros pensaran. Me gustaba la imagen de mi nueva yo y cuanto más segura me sentía y mostraba, más aceptación del entorno recibía”.

Angie Colombo cuenta que cuando iban apareciendo las canas en su cabello, ese síntoma la terminó acercando a su propósito porque, cuenta, cuando terminó su transición se sintió poderosa y empoderada.

Una imagen que habrá soñado varias veces.

“Me gustaba mucho mi trabajo”

Sin embargo, el camino de transformación hacia su nueva profesión no fue sencillo, más allá del deseo que atesoraba desde que era chica. En principio, se hizo muchas preguntas “incómodas” para ver si ese sueño podría llevarlo a la práctica o si se trataba de una utopía. ¿Y si funciona? ¿Y si todo sale bien?

¿Cómo manejaría mis tiempos para trabajar sin descuidar las tareas del hogar y la crianza? ¿Qué pensarían mis hijos y mi marido? ¿Por dónde y cómo tenía que empezar? ¿Qué pasaría si no resultaba atrayente para el mercado o si no era aceptada en mi decisión? Estas fueron algunos de los interrogantes que intentó responderse a sí misma.

Angie comenzaba a sentir que su vida productiva y de realización personal no terminaba con la crianza de sus hijos y que nunca era demasiado tarde para volver a empezar y poder cumplir su gran sueño.

Angie se recibió hace muchos años de licenciada en Relaciones Publicas, una carrera que para ese entonces era bastante nueva, enfocada en lo social y en lo comunicacional y con muy buena proyección laboral. Se dedicó mayormente a la organización de eventos para clientes en una empresa de telecomunicaciones multinacional. “Organizaba torneos de golf, degustaciones de vinos, cursos de capacitación, eventos culturales, coordinaba la participación de la empresa a través de stands en exposiciones, además de eventos internos como convenciones anuales y viajes con clientes, tanto en CABA como en el interior del país. Me gustaba mucho mi trabajo porque era muy dinámico y variado”, recuerda.

“Mis canas me enfrentaron conmigo misma y eso me hizo conectar con mi deseo dormido o relegado. Sentía que no estaba siendo yo misma, que no me mostraba como quería

En busca del gran sueño de su vida

Sin embargo, más allá del éxito que tenía sentía que no se encontraba muy a gusto con las tareas que se encontraba realizando. Más aún cuando quedó embarazada por primera vez.

“Llegando a los 40 sentí que no podía seguir sin ser ni hacer lo que deseaba y las canas fueron una forma de rebelarme a mi vieja vida, a los estándares de belleza, a los viejos paradigmas, al deber ser¨.

Angie comenzaba a sentir que su vida productiva y de realización personal no terminaba con la crianza de sus hijos y que nunca era demasiado tarde para volver a empezar y poder cumplir su gran sueño.

Angie comenzaba a sentir que su vida productiva y de realización personal no terminaba con la crianza de sus hijos y que nunca era demasiado tarde para volver a empezar y poder cumplir su gran sueño.

¿Cómo comenzó a modelar?

Con 43 años y canosa, como ella misma lo define, decidió ser modelo, algo que deseaba desde que tenía uso de razón. “Tenía tantos miedos, tabúes propios y heredados que no sabía cómo empezar. El primer paso fue hacerme un book para poder ingresar mis fotos a las plataformas de las agencias y empezar a moverlo para darme a conocer. Comencé a estar atenta a los créditos en las revistas para conocer los nombres de las agencias de modelos, a las convocatorias por las redes, a seguir mujeres (especialmente de Europa y de EE.UU.) que pudieran inspirarme y empoderarme, hasta que fueron llegando las propuestas, los castings y el interés por tenerme dentro de los staff de modelos”.

Uno de los momentos más importantes de su carrera como modelo sucedió cuando fue tapa de la revista Marie Claire Argentina.

Angie cuenta que sus hijos y su marido (en ese momento estaba casada) la acompañaron desde el primer momento. Sin embargo, dice que su movimiento dentro del esquema familiar, al haber desafiado el formato heredado de familia, sin dudas generó cambios internos por los que tuvo que asumir las consecuencias de sus decisiones.

Con 43 años y canosa, como ella misma lo define, decidió ser modelo, algo que deseaba desde que tenía uso de razón.

“Mi primer trabajo pago fue a través de un mensaje directo en Instagram. Una marca de zapatos muy conocida me contrató para el Día de la Madre y fue tal la repercusión que volvieron a llamarme para la campaña de fin de año en 2019. Para llegar a participar del casting para un reality de TV, escribí por Instagram directamente a la conductora, le conté mi historia y mi sueño y ella fue tan empática que me contactó con la producción y fui al casting multitudinario. Finalmente quedamos 10 modelos fijas para participar del programa”, se enorgullece.

Uno de los momentos más importantes de su carrera como modelo sucedió cuando fue tapa de la revista Marie Claire Argentina. Se trató de un especial sobre la Generación Silver.

Modelando junto a Jimena Cyrulnik.

“Me siento muy feliz, orgullosa, empoderada, valiente, fuerte, valiosa y linda. Cuando decidí embarcarme en esta aventura no sabía que me iba a ir tan bien. No lo pensé, pero mi intuición me decía que funcionaría”.

¿Cómo es un típico día de trabajo?

Cuando tengo jornadas completas de Shooting, por ejemplo, arranco muy temprano yendo al estudio para que me maquillen y peinen. Luego, comienzan las fotos y cambios de looks terminando la jornada al caer la tarde. Los días de filmación son con jornadas mucho más extensas, en general, y tienen horarios muy diferentes dependiendo de la locación y el momento del día en el que se necesite grabar. No tengo ningún día igual al otro y eso me gusta.

¿Qué les dirías a las personas que no se animan a dar ese giro en sus vidas?

Que las oportunidades están para atravesar todos los miedos que tenemos en nuestra cabeza y que vale la pena dar ese salto. Que accionen sin pensar demasiado porque un paso va llevando al otro y cuando hacemos lo que nos gusta y lo que vinimos a hacer a este mundo, las puertas se abren y los caminos se despejan. Que no se dejen llevar por la opinión de los demás, sesgada por sus propias creencias limitantes, porque la respuesta está en nuestro interior y la intuición no se equivoca. Sólo tenemos que estar conectados con nosotros mismos para escucharla.