El calor extremo de estos días, muchas veces nos hace quedarnos dentro y no salir. Sin embargo, aunque parezca extraño, hay lugares en la ciudad de Buenos Aires que se pueden visitar donde la temperatura pareciera dar un respiro.

Plantas exhuberantes, frondosa vegetación, árboles añosos. Todo ello conforma el entorno de un paseo en uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad: el Jardón Botánico. Además de conservar plantas nativas y crear micro ecosistemas, el Jardín Botánico de Buenos Aires funciona como “protección” durante los meses de temperaturas extremas. ¿En qué sentido? En el contexto de cambio climático, este legendario espacio verde de la ciudad fue declarado Refugio Climático. Esto se debe a que las mediciones de la Estación Meteorológica reflejan que este espacio refresca el entorno, reduciendo la temperatura en más de 5 °C.

Vista aérea del Jardín Botánico de Buenos Aires.

En los últimos 60 años, la Ciudad de Buenos Aires registró un aumento en frecuencia y duración de eventos climáticos extremos como las olas de calor. Estas temperaturas son un riesgo para la salud, dado que el cuerpo tiene que esforzarse para mantener su temperatura interna, y así puede causar mareos, deshidratación, desmayos, o agotamiento. Las personas mayores, niños/as y embarazadas son los más vulnerables.

El Jardín Botánico de la Ciudad fue distinguido como refugio climático

Así como las ciudades absorben y retienen el calor generado por el asfalto y superficies impermeables, espacios como el Jardín Botánico contrarrestan este fenómeno al refrescar el entorno. Además, son espacio seguros para la recreación y el descanso, mejorando la calidad de vida, especialmente en mayores y niños. Un paseo permite descubrir las especies nativas y de otras latitudes y también disfrutar de condiciones ambientales frescas y confortables. En suma, un refugio con todas las letras.

El Jardín Botánico de Buenos Aires fue declarado Refugio Climático de la Ciudad de Buenos Aires fue otorgado por la Agencia de Protección Nacional de la Secretaría de Ambiente porteña.

La casona original, edificio de ladrillos rojizos y aspecto inglés, del Jardín Botánico de Buenos Aires.

Inaugurado en 1898, el Jardín Botánico de Buenos Aires Carlos Thays contiene 7 hectáreas con más de 6 mil especies de árboles y plantas autóctonas. Los estanques de agua (y las bellas esculturas que los acompañan) cumplen también una importante función. El jardín es vida para la ciudad, porque absorbe millones de emisiones de dióxido de carbono. Con la irupé como estrella, las acuáticas ofrecen todos sus beneficios para el ecosistema y la belleza para los visitantes.

El espectáculo visual de las acuáticas, en una de las fuentes del Jardín Botánico de Buenos Aires.

El paseo climático rinde sus frutos. No hay quien visite este oasis verde y se vaya ajeno a su belleza. Especies de los bosques templados de cinco continentes se emplazan en estos caminos donde se suma el jardín de mariposas, una sorprendente colección de aves, el invernáculo -homenaje al Art Nouveau francés-, una destacada colección de cactus, herbáceas, nativas rioplatenses, una colección de 40 especies de palmeras, y el maravilloso bosque, donde troncos, ramas y hojas renuevan el oxígeno y la vista. Un paseo refrescante, en todo sentido.

Un ejemplar de la colección de helechos de Jardín Botánico, el Alsophila australis.

Entre los ejemplares vegetales que conforman sus colecciones vivas hay algunos que son únicos en la ciudad y, en ciertos casos, únicos en el país.