Juan Diego Mazuera Arias creció en Carolina del Norte con la creencia de que su futuro en Estados Unidos era tan prometedor como sus sueños. Desde chico, sus padres le inculcaron que debía presentarse como estadounidenses para evitar preguntas incómodas o problemas por su estatus migratorio: “Siempre di por hecho que este era mi hogar, que pertenecía aquí”.
Durante años, el joven vivió una infancia plena, formándose en el sistema educativo y construyendo amistades sin sospechar que su realidad era distinta. Sin embargo, todo cambió en su adolescencia, cuando una conversación con sus padres reveló una verdad que lo marcaría para siempre: no había nacido en el país que consideraba suyo.
Este descubrimiento no solo le trajo confusión y tristeza, sino que enfrentó a Juan Diego situaciones legales y sociales que definirían su vida. Lejos de rendirse, canalizó sus emociones para superar las barreras que lo limitaban.
El descubrimiento que marcó su vida
Juan Diego llegó a Estados Unidos desde Colombia con solo ocho meses, acompañado de sus padres que buscaban un futuro mejor. Durante años, vivió una infancia feliz, pero las cosas cambiaron cuando sus padres le revelaron su estatus migratorio. “Fue triste cuando me contaron sobre mi situación”, recordó al medio local La Noticia.
Esta verdad lo enfrentó a limitaciones que no entendía, como la imposibilidad de asistir a universidades estatales con los mismos beneficios que sus compañeros.
DACA: una oportunidad en medio de la incertidumbre
En 2012, la política de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) le abrió nuevas puertas al inmigrante. Este programa, impulsado por el expresidente Barack Obama, permite a jóvenes inmigrantes obtener un permiso de trabajo y protección contra la deportación.
Aunque DACA no es un camino a la ciudadanía, fue un salvavidas para Juan Diego, quien aprovechó esta oportunidad para perseguir sus metas educativas. Para él, significó no solo un permiso, sino una plataforma para demostrar que los inmigrantes también pueden contribuir significativamente al país que consideran su hogar.
Estudiar como indocumentado implicó enfrentar altos costos de matrícula y buscar apoyos económicos constantemente. “No obtener una beca la primera vez fue traumático, pero intentarlo de nuevo fue lo mejor que pude hacer”, afirmó al medio citado. Con ayuda de la beca Golden Door Scholar, logró financiar sus estudios y obtener títulos en Ciencias Políticas de Queen’s University y una maestría en Gestión e Impacto Social en New York University.
Cuál es el compromiso del joven migrante
Inspirado por las dificultades que enfrentó, Juan Diego decidió luchar por los derechos de los inmigrantes. “Me di cuenta de que había poca representación de latinos en política, y eso debía cambiar”, explicó. Durante sus estudios, participó en campañas políticas y organizaciones comunitarias, con el objetivo de generar conciencia sobre la importancia de los inmigrantes en el país.
A pesar de no poder votar, Juan Diego encontró formas de involucrarse en la sociedad. Al trabajar en Apple mientras estudiaba, compartió su historia y recibió apoyo para renovar su permiso DACA. Hoy, inspira a otros a perseguir sus sueños y a unirse como comunidad para lograr cambios significativos.
“No hago esto por mí, sino por nuestra gente. Espero que en el futuro veamos más latinos en cargos políticos, representando nuestras voces”, concluyó. Además, subrayó la importancia de nunca rendirse frente a las barreras: “Nuestra historia y nuestros esfuerzos son valiosos; juntos podemos construir un mejor mañana”.