Desde hace tiempo se reconoce al magnesio como un mineral esencial para el cuerpo humano, ya que desempeña un papel crucial en múltiples procesos biológicos que garantizan el correcto funcionamiento del organismo. Su importancia va más allá de ser un simple nutriente, ya que interviene en más de 300 reacciones enzimáticas, entre las que se incluyen la producción de energía, el funcionamiento muscular y nervioso, así como la salud ósea. A pesar de su relevancia, muchas personas desconocen la cantidad adecuada que necesitan o los alimentos ricos en este mineral, lo que puede derivar en deficiencias que afectan la calidad de vida. En esta oportunidad, vamos a hablar de la hipomagnesemia, una afección que se presenta cuando no se obtiene la cantidad adecuada de este nutriente.
Aunque la sangre contiene una cantidad mínima de magnesio, esta pequeña proporción es fundamental para el adecuado funcionamiento de los nervios y los músculos, así como para el desarrollo y mantenimiento de huesos y dientes fuertes. En adultos sanos, la ingesta diaria recomendada de este mineral oscila entre los 310 y 420 miligramos. Sin embargo, diversas circunstancias pueden llevar a una disminución en los niveles de magnesio, como una ingesta insuficiente debido a una alimentación inadecuada o problemas de malabsorción que impiden que el cuerpo asimile correctamente los nutrientes.
Qué es la hipomagnesemia
Como indica el sitio web especializado Manual MSD, la hipomagnesemia es una deficiencia de magnesio que puede surgir por diversos factores que alteran el equilibrio necesario para el buen funcionamiento del organismo. Entre las principales causas se encuentran:
- Consumo excesivo de alcohol: reduce la ingesta de alimentos ricos en magnesio y aumenta su eliminación.
- Diarrea prolongada: incrementa la pérdida de magnesio a través del sistema digestivo.
- Concentraciones hormonales elevadas: niveles altos de aldosterona, vasopresina (hormona antidiurética) u hormonas tiroideas que provocan una mayor eliminación de magnesio.
- Uso de ciertos fármacos: incluye diuréticos, el antimicótico anfotericina B y el antineoplásico cisplatino, todos ellos asociados con un aumento en la excreción de magnesio.
- Uso prolongado de inhibidores de la bomba de protones: medicamentos destinados a reducir el ácido gástrico que, a largo plazo, pueden disminuir los niveles de magnesio en el cuerpo.
- Lactancia materna: aumenta las demandas corporales de magnesio debido a las necesidades del organismo durante esta etapa.
Uno por uno, los síntomas de esta deficiencia de magnesio
La hipomagnesemia puede generar síntomas como náuseas, vómitos, sensación de somnolencia, debilidad general, alteraciones en la personalidad, calambres musculares y temblores. En casos más severos, especialmente en niños, esta deficiencia puede desencadenar convulsiones.
Es importante tener en cuenta que el diagnóstico de la hipomagnesemia generalmente se realiza mediante análisis de sangre que revelan niveles bajos de magnesio. Esta condición puede estar acompañada por hipocalcemia (niveles bajos de calcio) e hipopotasemia (niveles bajos de potasio). Además, en muchos casos, se requieren pruebas adicionales para identificar la causa subyacente de la deficiencia.
Cómo tratar la hipomagnesemia
El tratamiento frente a la hipomagnesemia depende de la gravedad de los síntomas y de las causas subyacentes. En casos leves, se suele administrar magnesio por vía oral, mientras que en situaciones más graves, o cuando no es posible tomarlo por esta vía, se recurre a inyecciones intramusculares o intravenosas. También es fundamental corregir otras alteraciones en los electrolitos, como la hipocalcemia o la hipopotasemia, que suelen estar asociadas. Además, es necesario tratar los trastornos que puedan haber provocado la deficiencia.
Por último, vale aclarar que cualquier tratamiento debe ser indicado y supervisado por un profesional de la salud para garantizar su seguridad y eficacia.