“Tenía 11 ó 12 años y lo aparté de mi vida hasta hace un par de años que lo pude ver, trabajando obviamente y con gente acompañándome. Lo pude volver a mi mente y arrancó otro proceso. Yo sabía que había algo en mí, no sabía de dónde venía, pero sabía que había algo. Y cuando esto vino empecé a entender un montón de cosas”.
Las palabras son de la regatista argentina Eugenia Bosco, quien logró la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de París 2024. Mientras alcanzaba el pináculo de su carrera deportiva, un proceso interno le permitió comprender que había “apartado” de su mente una serie acciones que padeció por parte de su ex entrenador. Y se decidió por iniciar una denuncia por abuso sexual contra él y contar públicamente su dolorosa experiencia para evitar que casos como estos se sigan repitiendo.
“Fue cuando empecé a viajar a Buenos Aires. Es una edad en la que empezás a clasificarte a campeonatos, a viajar sola, a tener un grupo donde te mezclás mucho. Éramos un grupo grande que se quedaba a dormir en el mismo lugar, todos bajo el cuidado de esta persona. Era un pequeño mundo. Que al final, cuando sos niño, es muy divertido porque estás con tus amigos, estás en un ambiente que creés que controlás, digamos, porque estás en un club, te sentís cuidada y sobre todo tus papás confían y te dan esa confianza de quedarte a dormir ahí. Se generan cosas en un pequeño círculo que quizás nosotros no controlábamos y esa persona lo tenía muy controlado. Y después, con los años siendo más grande, lo ves”, reflejó en una nota con el diario La Nación sobre lo que vivió en aquellos años.
La denuncia fue hecha contra Leandro Tulia por abuso sexual, quien la entrenaba en la categoría Optimist, una disciplina náutica destinada a menores de entre 6 y 15 años, en el Yacht Club Olivos (YCO). La presentación judicial, que recayó en la Unidad Fiscal Especializada en Violencia de Género (UFE Género) de Vicente López, a cargo de la fiscal Lida Osores Soler, señala que los abusos tuvieron lugar en el dormitorio del entrenador dentro del club náutico. Según indica este medio, Bosco relató que recibía comentarios sexuales permanentes y aseguró que fue víctima de abuso sexual en el dormitorio de Tulia el verano en el que ella tenía 12 años.
La regatista de 27 años, que en 2024 conquistó junto con Mateo Majdalani la medalla plateada en vela, habló públicamente por primera vez de estos hechos que sufrió cuando se iniciaba en el deporte hace 15 años. Ella viajaba desde San Pedro sola o en compañía de su hermano durante varios fines de semana al año para afrontar su preparación deportiva.
La medallista olímpica reveló detalles del prolongado proceso que transitó hasta ser consciente de lo que le había ocurrido y posteriormente presentar la denuncia. La atleta explicó que el trauma que había reprimido emergió al ver el documental “Atleta A”, que aborda los casos de abuso en la gimnasia estadounidense. “No podía creer lo que veía y lloraba. Se me desbloqueó el recuerdo y pensaba: ‘Esto me pasó a mí’”, esbozó.
“Cuando te vas distanciando, cuando hablas con gente de otros clubes o cuando creces, te das cuenta de que había cosas que no estaban bien”, reflexionó. Además, denunció que el entrenador abusaba de la confianza de los padres que dejaban a sus hijos a su cargo. “Mis padres confiaban en esta persona y en el club. Ellos creían que sus hijos estaban seguros, pero no estaban ahí todos los días para verlo”, enfatizó la regatista.
El contexto de los abusos descritos plantea un panorama que alertó a otras posibles víctimas. Según informó el citado medio, luego de conocerse la denuncia de la deportista, se sumaron tres denuncias más contra Tulia de regatistas que en esa época tenían la misma edad que Bosco. El entrenador negó las acusaciones a través de su abogado ante la consulta del diario.
Tras su regreso de París 2024, y después de recibir orientación y apoyo, tomó la firme decisión de presentar su denuncia formal. “La noche anterior no paraba de llorar”, detalló. Previamente, había contado por primera vez lo que había vivido a su psicólogo, quien la acompañó y la ayudó a relatar estos hechos a sus padres. Ellos la respaldaron en todo el proceso hasta que finalmente lo denunció. “Yo sentía que estaba como inconcluso en mi cabeza”, afirmó. “Lo silencié mucho tiempo. O sea, con silencio me refiero a que fue al inconsciente. Quedó ahí. Y un día se despertó”, reconoció.
La deportista describió este paso como un acto liberador. “Fue muy liberador, muy sanador. Desde ahí me sentí poderosa”, expresó. A pesar de las difíciles emociones y enfrentamientos internos, afirmó que realizar la denuncia no sólo la ayudó a ella, sino que también es un mensaje para generar conciencia en otros espacios deportivos y familiares. “Denunciarlo era una cuenta pendiente conmigo misma”, señaló.
La motivación de denunciar y relatar lo padecido está en lograr un mensaje para la sociedad: “Me gustaría que llegue lejos, obviamente no por lo mediático, sino porque creo que es un mensaje lindo para la sociedad. Para niños, padres, entrenadores, para gente que trabaja en círculos así, con niños sobre todo o con mujeres, o lo que sea. Hay un montón de situaciones que se dan en las que no importa la edad. Pero hay que tratar de ser empático con la otra persona y pensar en lo que le estás diciendo, que tal vez un piropo o un comentario a la otra persona le está generando algo. Obviamente me encantaría que esto haga un efecto y genere un cambio. Sobre todo eso, que llegue mi mensaje”.