Eugenia Bosco tiene 27 años y nació en San Pedro, provincia de Buenos Aires, desde donde se proyectó, primero a la vela (yachting) y después al alto rendimiento, representando al deporte argentino desde muy temprana edad. El año pasado fue una de las grandes protagonistas de la delegación albiceleste en la cita olímpica de París, 2024, sus primeros Juegos y en los que ya se subió al podio junto a Mateo Majdalani, en la clase Nacra 17. Tan buena fue su performance de los últimos años y específicamente en la capital francesa, que el Comité Olímpico Argentino la designó abanderada de la delegación en la Ceremonia de Clausura, junto a José ‘Maligno’ Torres, ganador de la medalla dorada en ciclismo BMX Freestyle. Este viernes se conoció a partir de una entrevista exclusiva con LA NACION, que denunció a su exentrenador del inicio de la adolescencia, Leandro Tulia, por abuso sexual.
La regatista sampendrina, que se inició en la disciplina a los ocho años, siguiendo a su hermano mayor Santiago, con el que llegó a competir en un Mundial de 29er, continuó luego su (hasta entonces incipiente) carrera en el Yacht Club Olivos, en la categoría Optimist, que justamente es para chicos de entre siete y 13 años. En ese entonces, entre los 11 y 12, sufrió los supuestos abusos que denunció en contra de Tulia, su entrenador de entonces, empleado del club desde hace 20 años y quien por entonces vivía en el club. Allí, y en los viajes de equipo, es donde Tulia habría cometido estas vejaciones que denuncia Eugenia y a la que le siguieron tres denunciantes más.
Eugenia Bosco, que empezó a navegar con Majdalani en 2017 hizo también la campaña olímpica para Tokio 2020 (realizados en 2021 a raíz de la pandemia del coronavirus), pero finalmente terminaron clasificando para París 2024, los primeros Juegos de ambos. Actualmente se encuentran iniciando la campaña rumbo a Los Ángeles 2028.
La denuncia que detalló este viernes en LA NACION era una cuenta pendiente personal que había pospuesto a París 2024, para poder enfocarse en ellos. En 2020, en plena pandemia, estaba mirando el documenta de Netflix Atleta A, que narra los abusos sistemáticos provocados por el médico de la federación estadounidense de Gimnasia, Larry Nassar, y entre cuyas víctimas se encuentra la mejor gimnasta de todos los tiempos, Simone Biles, y no pudo parar de llorar. Se activó su propio trauma, hasta allí silenciado en el inconsciente y empezó su propio proceso de reconocimiento.
“Sabía que había algo en mí, no sabía de dónde venía, pero sabía que había algo. Y cuando esto vino a mi mente empecé a entender un montón de cosas”, señaló en la entrevista con este diario. Y agregó lo que en estos casos surge con frecuencia: “Pasé por mil etapas de vergüenza, de no aceptarlo, de pensar que yo era la culpable. Después de un tiempo lo puse en la mesa y dije: ‘Yo era chica, no tenía el control de esta situación’”.