En una columna periodística sobre la muerte de su amigo y colega Jorge Lanata, el escritor y periodista Martín Caparrós contó que en 2024 Lanata le había hecho llegar de regalo una escultura en la que se veía vestido de emperador romano y montado a caballo, cumpliendo así una promesa de amigos que se había vuelto, según dijo el escritor que reside en Madrid, un chiste cómplice. El creador de la escultura, de unos 80 por 80 centímetros, es el productor periodístico y artista aficionado Manuel Octavio Amor (Villa Bosch, 1985), que trabajó con Lanata. “Caparrós no sabe que la hice yo, pero su hijo Juan me comentó que le había gustado y se había conmovido mucho”, dice Amor a LA NACION. Una nueva edición de Antes que nada, la autobiografía de Caparrós donde Lanata aparece mencionado más de una veintena de veces, debería incluir la anécdota de la estatua ecuestre.
A comienzos de 2024, la “histórica” secretaria de Lanata, Margarita Perata, le escribió a Amor, que había sido productor del programa radial de Lanata en Radio Mitre por varios años. “Actualmente produzco los programas de Jorge Fernández Díaz [que días atrás vio la escultura en la casa del autor de El interior] y de Marcelo Birmajer, en Mitre -dice-. Margarita escribe para decirme que Lanata estaba buscándome, que quería verme en el Palacio Estrugamou. Fui a la casa y me recibió; siempre tuvimos muy buena relación. Me fui de vacaciones con él, en 2012, 2013, y con su familia. O sea, nos conocimos mucho tiempo. Nos pusimos a charlar, me puse a ver las obras que tenía, me mostró algunas esculturas y cosas que tenía ahí en la casa”.
Después de conversar un rato, Amor quiso saber el motivo del llamado. “Me dice: ‘Mirá, le quiero hacer un regalo a Caparrós; le prometí algo hace muchos años’, que fue esto que contó Caparrós -sigue el productor y escultor-. Lanata le quería hacer una escultura ecuestre gigante y ponerla en el patio de la casa, pero no pudo. ‘Le voy a tapar la mitad del patio’, dijo. Pero quería hacerle algo bastante grande”. El periodista Gabriel Levinas le había contado a su amigo Lanata que Amor hacía esculturas a partir de fotos.
En unos días, Amor volvió con unas ideas dibujadas en bocetos. “Yo no soy escultor, no me dedico a eso -afirma-. Me dedico a hacer radio y streaming, y esto lo hago como un hobby, pero me gusta mucho. Y como lo hago de hobby, también depende de lo que me ofrezcan hacer; a veces agarro, a veces no. No depende de la plata: si no me gusta, no lo hago porque no me dedico a eso. En este caso, obviamente me había gustado la idea porque a Martín lo conozco; trabajé con su hijo mucho tiempo y a él porque ha venido a Radio Mitre millones de veces. Sé cosas de él, no por haber hablado directamente, sino por lo que contaba Lanata”.
Amor le llevó bocetos y le sugirió referencias y diferentes poses del “emperador Caparrós” a caballo. “Le había gustado esa qué quedo y decidimos qué tipo de caballo iría -recuerda-. Hablamos un poco de Martín, averigüé qué cosas le gustaban, hablé con su hijo, Juan, como para conocerlo un poco más. He leído algunos de sus libros, pero nunca charlé con Martín. Me habían dicho que le gustaba la historia romana, y entonces le pusimos una armadura de emperador; por último, me aprobó la cara porque le llevé tres modelos distintos”. En la armadura se ven dos grifos enfrentados y a la altura del pecho, el rostro de la madre de Caparrós, la psicoanalista, médica y pionera feminista Martha Rosenberg.
Para sus obras -entre las que se incluyen bustos de Jorge Luis Borges, Mick Jagger y el Jóker que encarnó Joaquin Phoenix-, Amor trabaja con plastilina a la que le agrega cera de abeja y parafina. “La cera de abeja lo hace elástico y la parafina endurece la plastilina; con ese material me puse a esculpir, salvo el rostro que lo esculpí con otro material que es un tipo de plastilina que se consigue en Estados Unidos; acá te cortan la cabeza”. Hizo el caballo por un lado y luego el cuerpo.
“Fui hasta la casa y ahí la vimos terminada, estuvimos charlando sobre la escultura, le hice uno o dos retoques de algo que le parecía que había de cambiar. Le había gustado porque se parecía mucho a él, ya la versión táctil, decía que la cara se parecía a la de él. Lanata me había contado que le gustaba otro tipo de esculturas, no figurativas, abstractas, y me mostró un par de esculturas abstractas que tenía; nos quedamos charlando de eso”. Otras esculturas de Amor se pueden ver en su cuenta de Instagram, @manueloctavioamor.
Cuando comenzó el proceso de copia, a mediados de 2024, Lanata ingresó en su primera internación. “No sabía qué iba a pasar pero terminé el proceso de copia, y en el medio ocurrió algo extraño con el curado de la resina, porque en una de las copias que hice la resina no curó, no terminó de solidificarse -cuenta-. Entonces, me agarró cierta incertidumbre. Después él se recuperó, se la mostré copiada por partes y la aprobó. Cuando se recuperó en una de las internaciones, se la llevé ensamblada y ya hecha, con la resina, pintada y con todo amalgamado”.
El resto de la historia, que incluye un viaje en barco de la escultura hasta el puerto de Génova, la contó el destinatario del obsequio.