WASHINGTON.- Cinco presidentes, tres vicepresidentes y cuatro primeras damas se sentaron en las dos primeras filas de la Catedral Nacional, en Washington, una congregación atípica, solemne, fuera de contexto, que ocurrió solo porque Estados Unidos puso en pausa por un momento sus divisiones para despedir a Jimmy Carter en un funeral de Estado, una ceremonia en la cual se lo homenajeó como un patriota, un humanitario, y un político íntegro de carácter intachable antes de su partida definitiva, en su pueblo natal, Plains, en Georgia.

“A lo largo de su vida, nos mostró lo que significa ser un practicante de buenas obras y un siervo bueno y fiel de Dios y del pueblo”, lo elogió el presidente y su amigo personal, Joe Biden, que ponderó explícitamente su carácter. “Hoy, muchos piensan que era de una época pasada. Pero en realidad, él veía el futuro con claridad”, afirmó.

Cinco presidentes, tres vicepresidentes y cuatro primeras damas se sentaron en las dos primeras filas

En una mañana gélida, con la ciudad aún cubierta de blanco por última nevada, un cielo azul sin una nube y un viento que trituró los huesos, todo el arco político de Estados Unidos llegó hasta la Catedral para despedir a un presidente que, a pesar de que se fue derrotado de la Casa Blanca luego de un mandato convulsionado, humillado y despreciado, ahora abandonó la capital por última vez elogiado por todos como un pionero, un hombre que trabajó toda su vida por mejorar las vidas de los demás y dejar un mundo mejor, y un verdadero faro para quienes lo sobrevivieron.

Los restos de Carter volaron en el avión presidencial –que cambió su código de “Air Force One” a “Special Air Mission 39″, en homenaje al 39º presidente del país–, acompañados por su familia, hacia su Georgia natal.

Trump y Melania frente al féretro de Carter

El funeral mostró una imagen de tensa concordia política, impensada en estos tiempos: Barack Obama se sentó al lado de Donald Trump, y ambos se montaron en una larga conversación que incluyó una carcajada de Obama. Unos minutos antes, Trump había estrechado manos con su antiguo vicepresidente, Mike Pence, enemistados desde el ataque al Congreso el 6 de enero de 2021. Era la primera vez que se vio a ambos en público desde el fin de la primera administración trumpista. Pence se puso de pie y saludó a Trump y a Melania Trump, pero su esposa, Karen Pence, se quedó sentada y miró hacia otro lado.

Bill y Hillary Clinton, y George W. Bush y Laura Bush se sentaron al lado de Obama y Trump. Bush, que suele llamar a Clinton “un hermano de otra madre”, le dio una palmada en el estómago a Obama antes de instalarse en su silla. Los gestos de amistad parecieron quebrarse solamente por la expresión seria y adusta de la vicepresidente, Kamala Harris, epicentro de comentarios en las redes. Biden y su mujer, Jill Biden, fueron los últimos en ingresar a la catedral.

Además del mensaje de Biden, otros dos homenajes sobresalieron en la ceremonia. Jason Carter, nieto del presidente, destacó el trabajo del Centro Carter en la erradicación de enfermedades, la promoción de la paz y la democracia, pero, por sobre todo lo demás, retrató a su abuelo como una persona humilde, un hombre común, que siempre vivió junto con el amor de su vida, Rosalyn, en la misma casa de Plains, Georgia. Ofreció detalles de la casa y su vida, como el viejo teléfono de pared en la cocina –”una pieza de museo”, dijo–, o que ambos solían lavar y secar las bolsas para guardar alimentos en el freezer para luego volver a usarlas. Carter elogió además su pasó por la Casa Blanca al llamarlo un presidente adelantado a su tiempo, “profético”, un “guerrero del clima”, un ambientalista y conservacionista que buscó expandir la energía renovable y reducir la dependencia de Estados Unidos del petróleo, quiso despenalizar el cannabis, y desreguló industrias que abrieron el camino para la cerveza artesanal y los vuelos baratos.

“Básicamente, hace todos esos años, él fue el primer millennial”, bromeó el nieto. “Y podía armar listas de canciones geniales”, cerró.