Hay nombres que se repiten y se entrecruzan. Y en más de un equipo. Clubes “primos hermanos” que se venden jugadores entre sí. Pertenecen a sociedades y fondos de inversión radicados en paraísos fiscales. Y a nombre de abogados, para ocultar a sus verdaderos accionistas. El Senado de Chile ya inició gestiones para darle más trasparencia al negocio. Imponer restricciones a la multipropiedad y a que agentes de jugadores integren el directorio de los clubes, por ejemplo. El escándalo estalló las últimas semanas porque la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) decretó la intervención y liquidación del Grupo Sartor, propietario del popular Universidad de Chile. Más del noventa por ciento de los clubes de las tres principales categorías del fútbol chileno tienen el esquema SAD. Un modelo en crisis.

Además de Universidad de Chile, documentos citados por el portal chileno CIPER (Centro de Investigación Periodística) mencionan especialmente a Huachipato y también a Ñublense. Hay una lista de dirigentes-empresarios que encabezan Michael Clark, presidente de Azul Azul (concesionaria de Universidad de Chile) y Victoriano Cerda, e integran también Hernán Rosenblum, Patricio Kiblisky, Jacques Gliksberg. Socios o testaferros. Firmas llamadas Sportscap Credit Fund LLC, Nexus, Redwood Capital, Isapre Masvida, Inverdep, RVX. Créditos que toman como prenda a los derechos de TV.

Dirigentes que no pueden precisar el origen del dinero. Accionistas ocultos. Sí parecen en cambio más claras las fechas en las que habrá que devolver el crédito. Y en dólares, claro. La fiscalizadora CMF detectó un serio conflicto de interés en la financiación de créditos y puso freno al grupo Sartor. Es un golpe a un modelo que, se suponía, debía mejorar al fútbol chileno, pero que se enfocó demasiado en el negocio fácil y descuidó el futuro.

Dos clubes SAD descendieron este año en Perú. Universidad César Vallejo y Unión Comercio, el primero controlado por un político de peso en Perú (César Acuña) que contrató a Paolo Guerrero, hasta que el goleador veterano se cansó de perder en estadios semidesiertos y se marchó a Alianza. Y el segundo, bajo control de Freddy Chaves, que movió al club de la selva a una ciudad con aeropuerto más cercano y que, con el descenso ya confirmado, despidió a buena parte del plantel para abaratar sueldos, suspendió a otros acusándolos de “vendidos y borrachos” y jugó una penúltima fecha con mayoría de pibes de 16 y 17 años que fueron goleados en su propia cancha 12-0 por Sporting Cristal.

En España, donde está caliente la vulnerabilidad económica del gigante Barcelona, un Club SAD bajo debate en estos días es Cádiz, el equipo en el que jugó el crack salvadoreño Jorge “Mágico” González, y que cayó a últimos puestos en segunda división. Su presidente-director deportivo (Manuel Vizcaíno), acusan las crónicas, cobra cerca de un millón de euros por año, más que el DT y que cualquier jugador. Las crónicas cuentan también de dos accionistas que en cuatro años ganaron entre ambos 7,3 millones de euros, dineros obscenos en la categoría.

Botafogo, campeón de la Libertadores y el Brasileirao, un caso exitoso

Y de una acusación judicial de vaciamiento, en medio de sociedades liquidadas, compras infladas de terrenos para un proyecto (Sport Tech) que es un barril sin fondos. Y sin distinción clara entre Cádiz CF y Cádiz Sport City S.L, la primera acaso prestanombres para los negocios de la segunda, todo favorecido por un informe polémico de una consultora internacional, según la cual, el Cádiz vale apenas 15 millones de euros, una cuarta parte de su valor real. El Botafogo SAD campeón de la Libertadores suena a gran tentación. Son silenciosas, en cambio, estas otras historias sobre desmanejos en Clubes SAD en cualquier lugar del mundo. Casi escondidas. Como la famosa letra chica de los contratos.

El gobierno topadora de Javier Milei ha hecho una cuestión de Estado con el tema de los Clubes SAD, tanto que ya hay una denuncia judicial contra la diputada libertaria Juliana Santillán. En su mundo de buenos y malos, Milei incomodó al proyecto de fútbol SAD que lidera Juan Sebastián Verón en Estudiantes de La Plata. La historia de Verón como jugador y ya una década al mando del club marcan compromiso y credibilidad para la mayoría de asociados. Y también su ambición de llevar a Estudiantes a lo más alto.

El empresario Foster Gillett, la cara de una nueva era en el fútbol argentino

Pero no es igual con el socio (el estadounidense Foster Gillett). Su antecedente más visible, el paso como dirigente con su padre por Liverpool, de Inglaterra, obliga a cautela máxima. A saber si es el mejor socio para cederle 30, 60 o hasta 100 años los derechos sobre el fútbol del club. Si los eventuales buenos negocios se repartirían, como parece, ochenta para el inversor, veinte para el club.

Cómo será esa repartición si hay una gema en las inferiores (formada por el club, no comprada por Gillett). ¿Quién tendrá la mayoría para decidir en la nueva sociedad que controlaría el fútbol de Estudiantes? ¿Quién asumirá los costos si la aventura sale mal? ¿Podrá Gillett vender libremente sus derechos al inversor que le plazca? Estudiantes ya fue tricampeón consecutivo de la Libertadores (1968-70) con mucho menos que hoy. Y luego volvió a ser campeón de la Copa y de Argentina, otra vez como Asociación Civil. Fue grande como dueño de sí mismo. Sus socios, eventualmente, definirán hasta dónde llegar con la grandeza.