Frente al Planetario, en las coquetas instalaciones del Tenis Club Argentino, se juega esta semana el Argentina Open WTA 125. Es el torneo más importante que tiene el tenis femenino en nuestro país en este momento, con la participación de varias de las jugadoras más destacadas: Lourdes Carlé, Julia Riera, Jazmín Ortenzi, Vito Bosio, Julia Caffarena, Luisina Giovannini y Martina Capurro Taborda. Hay ausencias: Nadia Podoroska desistió de jugar tras dar por finalizada su temporada, y Solana Sierra renunció por una lesión.
Esta es la cuarta temporada en la que se juega el certamen. Martín Jaite, su director, con casi tres décadas dedicado a la organización de torneos, recuerda bien aquella prueba de 2021, en el que sólo una argentina -Solana Sierra- había superado la primera ronda. El extop 10 compara este momento con lo sucedido en 1997, año de inicio de la gira sudamericana de challengers por la Copa Ericsson, en la que surgirían varios jugadores de nuestro país. “Cuando empezamos, la idea era ir creciendo en Sudamérica, un poco al estilo de lo que fue para los hombres la Copa Ericsson, que se hacía en varias series, y con eso de alguna manera colaboramos para el crecimiento del tenis masculino en la región. Era también la idea cuando empezamos hace cuatro años con este torneo. Ojalá que el recorrido sea parecido, porque esa gira también empezó como algo que no se sabía por cuánto tiempo se iba a hacer, y terminó siendo un trampolín muy importante para los tenistas argentinos”, cuenta el director en el principio de una charla con LA NACION, en la que se referirá a varios aspectos de un torneo que apunta a sentar las bases para el desarrollo.
“En su momento, agarramos el torneo femenino con un nivel bastante más bajo de lo que eran los hombres en 1997. La única que tenía ranking para entrar directamente era Nadia, al resto había que darles wildcards (invitaciones). Hoy podemos decir que hay cuatro argentinas clasificadas directamente; eso es un avance importante. La idea de Tennium -organizadora del certamen- es que vayan creciendo los torneos en Sudamérica, para ir levantando el nivel y que no tengan que hacer el esfuerzo grande de viajar y tener que buscar los puntos para el ranking fuera del continente. Jazmín Ortenzi contó el otro día que no tuvo que ir a Europa para subir al puesto 270 del ranking, y es una buena marca, es lo que buscamos. En ese sentido, es muy parecido a lo que era la Ericsson”, amplía Jaite el concepto.
-En este torneo ingresaron en el cuadro principal siete jugadoras argentinas; dos de las mas destacadas no participaron. ¿La cifra es buena para un torneo de categoría 125? ¿O se podía esperar más?
-Si hace cuatro años me decías que ahora iba a haber esta cantidad de argentinas dentro del cuadro te hubiese dicho ojalá. Y entre ellas entró Bosio desde la qualy; antes no tenían ranking para ingresar en la clasificación. Igual, creo que dentro de un par de años vamos a tener la posibilidad de tener más jugadoras, porque se viene una camada de chicas jóvenes que es muy interesante. De hecho, Jazmín tiene 22 años; por ahí puede parecer mayor porque estuvo mucho tiempo lesionada; después, tenés a Giovannini, a un grupo de chicas de 16 años, como Sol Larraya Guidi, Candela Vásquez, Luna Cinalli… Hay varias chicas ahí que apuntan; después, claro, hay que ver cómo es el crecimiento de cada una.
-El main sponsor es el mismo del torneo ATP. ¿Es más difícil conseguir un auspiciante para el tenis femenino?
-Hoy, la WTA, el torneo nuestro, de alguna manera se mantiene por los hombres. Si te fijás en la cantidad de sponsors que tenemos en el torneo de mujeres, es casi el mismo número que el de hombres, porque estamos vendiendo los dos torneos juntos. Hoy en el tenis sigue habiendo diferencias abismales en el interés de un sponsor por estar en un torneo masculino y un torneo femenino. También es enorme la diferencia en la expectativa de ventas de entradas. Hay que tener en cuenta la diferencia entre un torneo 125 y un 250 de varones, pero me parece que si fuese un 250 femenino también la diferencia de los sponsors sería sideral. Pero vemos que les gusta la idea de acompañar lo que es el Argentina Open masculino y femenino. El torneo masculino se puede vender individualmente, pero hoy costaría todavía mucho hacerlo con el WTA femenino de la misma manera.
-¿La fecha en la que se juega el torneo te gusta, o preferirías que estuviera dentro del circuito habitual y no tan a fin de año?
-Así como está, tiene sus pros y sus contras. Primero, a favor, es una época en la que hay muchos torneos en Sudamérica; entonces, no tenés competencia con otros; luego, hay muchas jugadoras que están entre el puesto 90 y 120 o 130 del ranking, que vienen a este circuito sudamericano, y se están jugando la entrada al Australian Open. Así como las chicas que están detrás del 150, 160 hasta el 250, si les va bien en esta gira, se aseguran de entrar a la qualy de Australia, con un premio que les puede cambiar mucho. Luego, en esta fecha sabés que hay muchas jugadoras con las que no podés contar; tampoco sabés si contarías con ellas porque es un 125. También hay que tener en cuenta que al Tenis Club Argentino, que es una sede que es muy linda, y que hemos adoptado por segundo año, le viene mejor que el torneo sea lo más tarde posible, para no chocar con muchas actividades que tiene. Hay que tener en cuenta varias cosas.
–La categoría es poco habitual, porque ya deja de estar en la órbita de los ITF, que está con los torneos más chicos, y si bien la marca es WTA, a la campeona no se le cuenta como un título del tour…
-Es cierto, es una categoría que puso la WTA porque las mujeres no tienen el circuito Challenger que tiene la ATP. Entonces, para no saltar de los ITF directamente a un WTA, se crearon los 125, que es una manera de suplir esa falta de un nivel intermedio como los Challengers. Pero, en cuanto a la organización, la exigencia de un 125 es muy similar a un 250 de varones. La WTA pide la hospitalidad para todas las jugadoras durante cinco días, lo mismo que la ATP; el traslado de las jugadoras al aeropuerto, al club y al hotel, más las comidas. En ese contexto es muy parecido a un 250; en un torneo Challenger o un ITF no tenés esas exigencias, no hay que pagarles hospitalidad. Para la WTA, organizativamente es un torneo de ellos; luego, cuando lo buscás en la aplicación del celular, te aparece a la par de los Challengers, y cuando entrás en el calendario de la WTA, el 125 está al lado de los grandes torneos.
-En estos cuatro años que pasaron, ¿qué es lo que más te gustó que hayan mejorado las chicas y qué ves que les falta?
-Mirá, lo que más mejoraron es que empezaron a acostumbrarse a jugar de manera más profesional. Porque esto es un efecto dominó, hay un contagio. Cuando vos entrás en un torneo que nunca jugaste y vas al gimnasio, el restaurante de jugadoras, el servicio de transportación, el que te dan las pelotas para las canchas, ves entrenar a las jugadoras que son muy superiores a vos, algo te contagia. Entonces las chicas argentinas que no solían jugar a este nivel se empezaron a acostumbrar, y adaptarse. Hay muchas que ya están adaptadas a este circuito de 125; juegan de igual a igual, empiezan a llegar a instancias decisivas; en el caso de Nadia, ya ha ganado un 125. Han tenido una evolución muy buena. Lo que falta, para la que ya están acostumbradas a ese nivel, es dar ese paso de decir: bueno. ya estoy a nivel 125, me tiro a jugar de igual a igual un 250. Pero son crecimientos que se tienen que dar naturalmente, con el tiempo, con la experiencia, con kilómetros recorridos en este nivel.
-En un torneo de este nivel, ¿importa más que haya concurrencia o la competencia en sí?
-Mirá, es una buena pregunta con una respuesta difícil, porque, en realidad, a nosotros lo que nos conviene es que jueguen muchas argentinas, y para eso no tienen que venir muchas extranjeras de nivel, porque si no, no entran las chicas, se les cierran las puertas. Por un lado, siempre es bueno que vengan tres o cuatro jugadoras que tienen cierto nombre. Ahora está aquí la egipcia Mayar Sherif, que puede fluctuar en el ranking, pero en los últimos cuatro o cinco años ha estado entre las 100 primeras; está la francesa (Kristina) Mladinovic, que fue número 1 del mundo en dobles y ha estado entre las 10 primeras en singles… Hay ciertas jugadoras con cierto nombre que hace bien que vengan; no tanto por la concurrencia, porque el tenis femenino en Argentina no es muy conocido, porque tampoco la gente las ve mucho, o las ve muy poco. Entonces, por otro lado es bueno que vengan jugadoras de cierto nombre para que nuestras jugadoras aprendan de ellas y se vean reflejadas. Ahora, a nivel deportivo, lo que nos convendría es que vengan menos para que nuestras jugadoras ganen más puntos.
-¿La idea de máxima es dar el salto en algún momento a un torneo de nivel 250?
-No es tan fácil. En algún momento está la idea de saltar de categoría, pero este nivel está bien hoy, porque son muy pocas las chicas nuestras que están en este nivel de 125. Es lo que nos pasaba en el 97 con la Copa Ericsson, cuando no teníamos prácticamente jugadores jugando en el ATP Tour, excepto Franco Squillari y Hernán Gumy, si mal no recuerdo. Creo que el objetivo final es tener un 250 en Sudamérica puntualmente. Ojalá que sea en Argentina, pero es un objetivo que hoy lo veo lejano, porque lo que tenemos que hacer primero es que suba el nivel del tenis en la región, para bancar un torneo 250 en el que nuestras jugadoras jueguen bien. Hoy, lo real es que todavía no están en esa categoría; quizás Nadia, Lourdes (Carlé) y Julia (Riera) en algunos torneos. Pero chicas como Solana, Capurro, Ortenzi, Estable… todas estas chicas recién ahora están empezando a competir en 125. La idea es que haya una base amplia y que tengan cierta regularidad en este nivel para luego dar el salto. Además, el pase a un 250 es un salto también económico muy grande para los costos del torneo, y ahí sí, eso te obliga a buscar otra cosa.